Regresar en el recuerdo: la desaparición forzada en Alejandría

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Ana Belén Ríos de Vásquez y Sandra Yaneth Osorio Vásquez son dos de las 19 víctimas de desaparición forzada registradas en Alejandría entre 1999 y 2004. Fueron desaparecidas el 20 de noviembre de 2001. Veintiún años después, Dora Vásquez cuenta cómo ha sido el recuerdo y la búsqueda de sus parientes.

 

Liberto desaparecidos en combatePor Paulina Mesa Loaiza

Fotos: Yhobán Hernández

En la mañana del 21 de noviembre de 2001, el sol secaba las orillas del río Nare a la altura del municipio de Alejandría, en el Oriente antioqueño, y Dora Vásquez buscaba en las riberas algún rastro de Ana Belén y Sandra Yaneth, su madre y su sobrina, quienes desaparecieron la noche anterior.

En algún punto del recorrido vio unas siluetas marcadas en la arena, pero no encontró los cuerpos. Unos pasos más adelante halló las pulseras y el sombrero que usaba Sandra Yaneth el día de su desaparición; además de la dentadura postiza de Ana Belén.

Ana Belén Ríos Vásquez, de 67 años, y Sandra Yaneth Osorio, de 22 años, vivían juntas cerca al puente de Sirpes, a media hora del casco urbano de Alejandría. Tenían cultivos de maíz, frijol y cabezas de ganado. Vendían leche, queso y guayabas por cajas en tiempos de cosecha; además de otras mercancías en el parque principal del pueblo. Ana Belén sacó adelante a sus cinco hijos y adoptó a su nieta Sandra Yaneth cuando tenía 15 meses, porque uno de sus hijos no contaba con los recursos suficientes para criarla.

río Nare desaparecidos Alejandría

Río Nare en Alejandría, Oriente antioqueño.

Dora las visitaba todos los días. Les ayudaba a recolectar las frutas, a limpiar los potreros, a cocinar. El martes 20 de noviembre de 2001, en plena cosecha de guayabas, estuvo con ellas hasta entrada la noche. Luego se devolvió a su casa en el pueblo con la promesa de volver al día siguiente, como de costumbre. Pero, esa noche hombres armados entraron a la casa, tiraron todo al suelo y se la llevaron a Ana Belén y a Sandra Yaneth.

¿Cuántos nos faltan?

Alejandría está ubicado en la zona de embalses del Oriente antioqueño, una de las subregiones más afectadas por el conflicto armado en Antioquia. La ubicación del municipio fue estratégica para los grupos armados por su geografía de bosques y montañas que conectan con la subregión del Nordeste antioqueño.

Por eso, las zonas veredales fueron usadas por los actores armados para movilizar sus ejércitos hacia otros municipios y para acampar y tomar descansos. Esto provocó que en los primeros años de la década de los dos mil los habitantes fueran afectados por enfrentamientos entre el Ejército de Colombia, las guerrillas y los grupos paramilitares que se disputaron el control de la zona. Ver: Liberto. Un nombre desaparecido en combate

Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1998 y 2004, en Alejandría se reportaron alrededor de doscientos asesinatos y veinticinco casos de desaparición forzada, además de masacres, amenazas y combates. Estas violencias causaron el desplazamiento del 62 por ciento de la población, por lo que el municipio pasó de 6.700 a 2.500 habitantes.

Fue en este contexto que el 21 de noviembre de 2001, Dora recibió la noticia sobre la desaparición de sus parientes: un vecino le contó que en la noche anterior sacaron a su mamá y a su sobrina de la casa. Dora salió con uno de sus hermanos y al no encontrarlas en la casa empezaron a buscarlas río abajo: “caminamos mucho, hasta muy abajo del río. Apenas el sol secó el suelo vimos las siluetas y la sangre. No sabemos si se las llevó el río o las enterraron por ahí, solo sabemos que fueron las autodefensas, el Bloque Metro. Ellos las sacaron de la casa. Nunca volvimos a saber nada de ellas”, relató Dora.

Luego de la desaparición de Ana Belén y Sandra Yaneth, Dora y su hermano pusieron el denuncio ante la Fiscalía, pero les dijeron que debían esperar por lo menos dos años, porque podían aparecer. Ya pasaron más de veinte y no recibieron ninguna respuesta ni el reconocimiento como víctimas para poder acceder a una indemnización.

“La justicia es muy injusta. Conozco casos de muchas víctimas que no hemos sido reparadas, que no nos reconocen como víctimas, entonces ¿qué tiene que pasar para que seamos víctimas? He estado en muchos procesos de búsqueda, de verdad y reparación, a mí no me interesa la plata, solo quiero que nos ayuden a saber dónde están, que digan la verdad”, expresó Dora.

Luego de la desaparición de su madre y su sobrina, a Dora la secuestraron y a su hijo Juan Pablo lo asesinaron. Cuando recuperó la libertad pasó tres años sin salir de su casa.  No lloraba, pero sí se sentía deprimida y preocupada por el resto de sus hijos. Cada que salían a trabajar, en su cabeza quedaba rondando la pregunta de si volverían o no.

personas desaparecidas en Alejandría

“Los que nos hicieron todo eso caminaban por ahí. Una vez me encontré con el comandante, lo paré y le pregunté por el asesinato de mi hijo. Yo sabía que a mi mamá y a mi sobrina las desaparecieron porque en la tienda que tenían atendían a todo el mundo, entonces las tacharon de colaboradoras de la guerrilla; pero no entendía por qué asesinaron a Juan Pablo, un muchacho de 19 años que solo pensaba en estudiar. Él me dijo que lo sentía mucho por mi hijo, que había sido un error. Ese día se disculpó conmigo y descansé”, recordó Dora.

El registro oficial de la Alcaldía de Alejandría da cuenta de 19 casos de desaparición forzada. Pero el Registro Único de Víctimas, de la Unidad Nacional para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, reporta solo 15 casos. Por su parte, las organizaciones de víctimas de esta población registran 24 casos.

Para Jacinta Vergara, Promotora de Vida y Salud (Provisame) y líder comunitaria desde el 2005, este subregistro en los casos de desaparición forzada en el municipio se puede atribuir al miedo y al silencio que aún perviven en la comunidad. Para ella, el miedo es entendible porque “acá desafortunadamente el daño nos lo hicieron los conocidos. Nosotros no tenemos ninguna garantía de protección, entonces desde nuestro liderazgo tratamos de transmitir tranquilidad y prudencia para que las personas se atrevan a contar y a denunciar lo que les pasó cuando se sientan seguros”.

 

Que no falte ninguno

En septiembre de 2012, por el río Nare flotaron 18 barquitos de guadua con una flor. Cada uno tenía una vela y el nombre de una víctima de desaparición forzada, entre ellos los nombres de Ana Belén y Sandra Yaneth. Este acto simbólico hizo parte de Trochas por la Vida y la Reconciliación, una iniciativa ciudadana que buscó conmemorar a las víctimas del Oriente antioqueño.

“Las conmemoraciones las organizamos siempre con las víctimas, nunca ha sido nada impuesto. En esa ocasión, las víctimas de desaparición forzada querían hacer algo especial en el río porque muchos de esos seres queridos fueron arrojados allí”, explicó Jacinta.

Esta lideresa también hace parte de la Asociación de Mujeres Víctimas Cabeza de Familia (Amuvicafa). Desde allí ha liderado los procesos y actos simbólicos encaminados a la búsqueda de la paz y las garantías de no repetición. “Actualmente somos 19 socias activas empoderadas por todo el territorio. Realmente las mujeres jugamos un papel muy importante en el municipio porque fuimos las que salimos adelante”, añadió.

Cada 31 de agosto, el Día del Detenido Desaparecido, Jacinta y el resto de mujeres que hacen parte de Provisame realizan homenajes y actos simbólicos en los que nombran a cada una víctima para que todos los habitantes las conozcan y las recuerden.

Memoria víctimas y desaparición en Alejandría

Objetos exhibidos en el Salón de la Memoria de Alejandría, Antioquia.

“Realmente creemos que, si trabajamos por una construcción de memoria, sabemos que no debe faltar nadie. Una persona que tenga a su ser querido desaparecido o asesinado y no aparezca en los monumentos, se va a sentir mal. De manera que tratamos de ser muy cuidadosas con eso y buscamos incluir todos los nombres en las conmemoraciones”, explicó Jacinta.

Por eso los nombres de Ana Belén y Yaneth regresan todos los años a la memoria de los alejandrinos junto con otras víctimas de la violencia en el municipio: Albeiro Antonio Henao, Carlos Aníbal Guarín, Elkin Darío Rivera, Jorge Horacio López, Jorge Mario Estrada, José Orlando Delgado, Medardo García, Nevardo Antonio Osorio, Querubín Vergara, Rubio Valencia Benjumea, Víctor Hugo Gutiérrez, Carlos Mario Gómez, Aureliano Zapata, Isabel Cristina Gómez y Gustavo Alfonso Restrepo.