Luego de varias reuniones, la Alcaldía de Medellín determinó que por ahora TallerarTe no será desalojado del lugar que ocupa en el colegio El Progresar, pero contempla la posibilidad de que el colectivo sea trasladado a otro espacio dentro del barrio El Progreso.
Por: Pompilio Peña Montoya
Fotos: cortesía TallerarTe
Cuentan integrantes de TallerarTe que en 1993 cuando el artista y profesor Guillermo Villegas llegó por primera vez al barrio El Progreso N° 2, en el noroccidente de Medellín, se formó una balacera que obligó al maestro a arrojarse al piso. Jóvenes integrantes de bandas en disputa desde finales de los 80 venían peleándose esta franja de territorio que une a Medellín con el municipio de Bello. Al incorporarse, Guillermo fue abordado por un joven sicario que le pidió su identidad y luego le preguntó qué llevaba en las manos, a lo que el docente respondió: “Es una escultura de arcilla, vengo a enseñarles a hacer arte”. Tres años después, la arcilla se convirtió en el material que ayudó a traer tranquilidad a este territorio por medio de la firma de un pacto de paz entre combos.
Desde entonces la sede de TallerarTe, proyecto creado por Guillermo Villegas, más conocido como Guillo, ocupa un par de salones de la Institución Educativa El Progresar, la misma que desde marzo pasado le solicitó a la Secretaría de Educación la devolución de este espacio con el argumento de ampliar la oferta educativa del sector, lo que dio lugar a un proceso de desalojo que para Camila Flórez Quintero, representante legal de TallerarTe, va en contra de un legado de memoria cultural que guarda cerca de mil obras escultóricas creadas con las manos de los pobladores del barrio. Por fortuna, el pasado 23 de noviembre el colectivo artístico fue notificado de que el desalojo había sido suspendido.
A raíz de esta situación, los integrantes de TallerarTe decidieron centrarse en dos objetivos: propiciar sentido de pertenencia y coexistencia en el lugar a través de la intervención a la infraestructura del colegio, que en la actualidad está muy deteriorada, y buscar que se cumpla uno de los principales sueños de Guillo, quien falleció en el 2017: la construcción del Parque de la Identidad, que se proyecta como un lugar de confluencia para la manifestación de diferentes tipos de expresiones artísticas, que tendría con una galería al aire libre con obras que cuenten la historia del barrio.
“Sin embargo, no pensamos que el taller pueda seguir en el colegio, esa posibilidad quedó de última luego de que nos reuniéramos con varias secretarías, pero se piensa que TallerarTe pueda tener en sí un espacio propio. Esto está aún en el aire. Pero nos alegra mucho escuchar la voz del Secretario de Cultura diciendo que se suspende el proceso de desalojo. Hay mucho trabajo en términos de qué va a pasar con el taller, cómo va a ser la situación; se habló de la responsabilidad social del Metro y de que la empresa privada pueda aportarle al proceso de transición del taller, bien buscando otros lotes o espacios porque en esa tarea quedamos. Es decir que nosotros haríamos una entrega voluntaria del espacio apenas tengamos otro lugar que cuente con las condiciones dignas para el ejercicio artístico”, expresó Camila Flórez.
Y es que desde que se anunció la posible salida de TallerarTe del colegio, niños, jóvenes, padres de familia, talleristas y, en general, artistas de la comuna y de Medellín, comenzaron a realizar campañas y actividades en diferentes espacios para llamar la atención de la Alcaldía frente al error que significaría sacar el taller del entorno del colegio, dado que este espacio artístico abre sus puertas a miembros de la comunidad, especialmente a niños y jóvenes, para darles la oportunidad de que moldeen con sus manos las formas de su propio sentir, “en un ambiente de paz, compañerismo, lejos de las malas compañías y rodeados de un legado sin precedentes”, manifestó Aberhar Cano, artista líder del Movimiento Barrial Zona 2.
Camila Flórez explicó que el solo hecho de pensar en alternativas ya propuestas como el traslado del taller y su museo a otra sede, “implicaría la desconexión con unas aulas que se han convertido en referente y que la comunidad reconoce como un lugar para la creación del arte y el sano esparcimiento”.
Espacio para la amistad
Susana López, de 16 años, e Ismael Vergara de 20, son dos jóvenes del sector que desde hace varios años asisten a TallerarTe para aprender a esculpir en arcilla. A ambos los une, y así lo reconocen, ser personas tímidas que hallaron en este colectivo un lugar en el que pueden socializar, hacer amigos y conocer otras formas de pensarse el barrio a través del arte. Según Susana, “lo que pasa aquí es muy hermoso, el solo hecho de ver las esculturas que tenemos en el museo es enriquecedor, pero lo que más me gusta es que aquí me han enseñado una parte de la historia del barrio que no conocía, sobre como la escultura transformó la violencia”.
Por su parte, Ismael, quien sufre de parálisis en parte de su cuerpo, dijo que “vivía muy encerrado, sin amigos, todo el día viendo televisión, entonces mi hermanita me habló de este lugar y asistí sin ganas, pero cuando comencé a conocer amigos me gustó”.
Carlos Alberto David, baterista de la agrupación Desadaptados y tallerista, afirmó que muchos jóvenes y niños como Susana e Ismael se acercan a TallerarTe con el ánimo de salir de la rutina de un barrio que aún experimenta focos de violencia: “La importancia de este lugar es enorme y el problema no se resuelve trasladando a TallerarTe a otro sitio, en estas aulas se firmaron en los 90 pactos de no agresión entre bandas, vienen padres de familia a desestresarse del trabajo, se proyectan películas y es un centro de encuentro con otras iniciativas artísticas de la comuna, con músicos, artistas plásticos, teatreros, malabaristas, de hecho nos visitan muchos estudiantes de universidades a conocer sobre la pedagogía nuestra”.
En esta misma línea, Eulalia Hernández Ciro, historiadora de la Universidad Nacional de Colombia y actualmente profesora del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia, manifestó que “el movimiento artístico de la zona noroccidental de Medellín ha sido muy importante. En el 2013 realizamos una investigación rescatando esas memorias desde los años 70 hasta la actualidad. Allí evidenciamos la importancia de estos procesos de base artístico, culturales y políticos para el mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes y los barrios”.
La investigadora añadió que “lo que hay que entender es que este tipo de espacios como los de TallerarTe son patrimonios barriales que a veces no dimensionamos bien, como sí lo hacemos con otros lugares de la ciudad. Son importantes para la vida cotidiana, para el futuro y presente de la ciudad. TallerarTe se constituyó en un referente en los 90, por ejemplo, en momentos en que la ciudad no le brindaba al barrio ofertas culturales que alejaran a los jóvenes de la violencia y el conflicto. Fue un proceso de décadas y hoy seguimos recogiendo sus frutos”.
Por su parte, Juan Esteban Prado, integrante de este colectivo, afirmó que otro legado importante para la ciudad es el museo escultórico que guarda las instalaciones, con obras con más de 27 años. Allí están algunas figuras elaboradas por jóvenes que en los años 90 hicieron parte de bandas y que Guillo convocó para proponerles otra forma de entender el territorio y la convivencia. De hecho, por este gran trabajo del maestro fue instalada la escultura La Perennidad (ver foto), a pocos metros del colegio, en un mirador que en la época más dura del barrio se había convertido en botadero de cuerpos.
“Lo otro es que contamos además con una memoria escrita invaluable de Guillo, que era muy juicioso registrando las cosas que pasaban en el barrio y el taller. A todo esto, le llamamos pedagogía del arte-hacer, de ética en la estética y de comunicación, dentro de un museo comunitario desde el cual se pueden hacer muchas lecturas de nuestro barrio”, puntualizó Juan Esteban.