El municipio de Amalfi le apuesta a los lugares de memoria con Casa Amalfitana, un proyecto que busca resignificar las experiencias que dejó el conflicto armado en el territorio por medio de la exploración de los sentidos y los recuerdos de los amalfitanos.
Por Paulina Mesa Loaiza
Fotos: cortesía proyecto Casa Amalfitana
Un grupo de ocho estudiantes de la Licenciatura en Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia, sede Amalfi, en asocio con la comunidad y la administración municipal, hicieron realidad el sueño de tener un lugar de memoria: la Casa Amalfitana de la Memoria, que fue inaugurada el 10 de septiembre del 2021 en esta población del Nordeste antioqueño.
Esta iniciativa, que busca darle un nuevo sentido a los efectos de la guerra y encontrar nuevas formas para tramitar el duelo de los amalfitanos, surgió de una asamblea en la que participaron la Mesa Municipal de Víctimas, la Asociación Municipal de Víctimas y la Alcaldía, que conformaron el grupo fundador de Casa Amalfitana. “En esa primera asamblea nos encontramos con personas que lideran procesos sociales en el municipio y desde hace mucho tiempo querían empezar a gestionar un lugar de memoria porque se habían dado cuenta de que esa era una manera de resignificar la vida de las víctimas”, comentó Diana Serna, estudiante de décimo semestre de la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana de la UdeA e integrante del proyecto Casa Amalfitana.
Posteriormente, en conversaciones con la administración municipal se gestó el proceso para crear un lugar de participación y procesos de memoria. “Nosotros acompañamos a la mesa de víctimas con el fin de generar un espacio de reconciliación, dignificación, perdón y memoria histórica para las víctimas del conflicto armado, que son alrededor del 40 por ciento de la población amalfitana. Es una iniciativa que pretende garantizar acciones de no repetición, además de apostarle a construir un programa en Amalfi denominado: Amalfi, laboratorio de paz y reconciliación”, explicó Santiago Upegui, secretario de Gobierno del municipio.
A este proyecto se han vinculado colectivos del territorio con el objetivo de fortalecer los procesos de memoria que comienzan a gestarse en la comunidad, además esperan impulsar a los jóvenes a conocer la historia de su municipio. Entre ellos está Listones Rojos para RecordArte, un colectivo de memoria histórica que se une a la administración municipal para construir procesos de memoria y paz en la comunidad.
Junto con Casa Amalfitana, este colectivo busca escuchar testimonios y reparar simbólicamente a las víctimas. “Queremos explicarle a los jóvenes, a través del arte, cómo han sido los hechos que han marcado la historia de Amalfi, queremos ayudar a las víctimas a que cuenten sus historias y que sepan que todos estamos unidos en hacer memoria”, explicó Jaqueline Herrera, integrante de Listones Rojos para RecordArte.
Otra de las iniciativas que se vinculó a este proyecto de memoria es Amalfi en Acción, un colectivo que nació como un laboratorio de comunicación y memoria, el cual se vinculó a los procesos de Casa Amalfitana con el objetivo de acompañar a las víctimas. “Para nosotros es importante porque las víctimas del municipio no han tenido oportunidad de conversar y contar sus historias, a través del colectivo buscamos darles ese espacio porque creemos en el poder sanador de hablar”, manifestó Marcela Gómez, integrante de Amalfi en acción.
Y es que según Noreida Zapata, víctima del municipio: “Es hora de hacer memoria, es hora de que esos procesos no queden en el olvido. Necesitamos que vengan otras organizaciones y nos capaciten, que nos propongan formas para desarrollar estos procesos de memoria”.
Con lo anterior coincidió Berta Nelly García, coordinadora de la Mesa de Víctimas de Amalfi, quien explicó que Casa Amalfitana es un espacio que busca hacer memoria para la no repetición, pero sobre todo para tramitar los duelos que aún no se han realizado en la comunidad. La lideresa agregó que en este proceso ha sido fundamental el apoyo de la Universidad de Antioquia, que les ha permitido a los amalfitanos realizar talleres con las víctimas y crear un mural con fotos de desaparecidos.
¿A qué huele la guerra?
¿Cuál es el sabor del desplazamiento? ¿Cuál es la velocidad del recuerdo? ¿Cuánto pesa el tiempo? La memoria sensible invita a la activación de los sentidos con el fin de evocar los relatos y los recuerdos. Por eso, Casa Amalfitana busca reconstruir la memoria histórica del municipio a través de este tipo de ejercicios.
“Son preguntas que no hablan sobre los hechos victimizantes sino que interpelan a la persona o al sujeto para que pueda narrar cuánto ha cambiado su vida. A partir de eso se activa el recuerdo que en algún punto tendrá conexión con la violencia vivida. Esto va a permitir que al relatar se dé un ejercicio de reflexión y transformación”, explicó Jorge Urueña, profesor de la Facultad de Educación de la UdeA.
El profesor Jorge ha estado a la cabeza del proyecto Casa Amalfitana de las memorias sensibles. Para él ha sido fundamental responder a las necesidades de la comunidad en medio de los talleres, de los cuales recuerda que la pregunta más frecuente es por el color de la guerra y de la paz, asunto que se extiende a la transformación de los espacios del municipio y a la implementación de nuevos proyectos sociales. “La comunidad dice que el municipio cambió de color desde el momento que llegaron los actores armados, entonces ellos empezaron a recordar y a pintar la guerra y la paz. De ahí salió la idea de pintar las fachadas de las casas que estaban relacionadas con los momentos del conflicto para convertirlos en espacios de relatos vivos donde las personas pasan, miran, leen y sienten lo que significa ese lugar”, relató Jorge.
Los estudiantes también han sido un actor importante en el acompañamiento a la comunidad, pues a través de las preguntas intentan acercarse a la transformación que sufrió Amalfi durante el conflicto armado, buscando concientizar a la comunidad de los cambios en la forma de ver, sentir, oler y tocar.
“Hemos elaborado talleres formativos para propiciar la sensibilidad de los olores, sabores, colores y sonidos con el fin de lograr que las personas hablen y recuerden, que no sientan que están en la personería dando una declaración, sino que a través de su relato resignifiquen la vida. En estos espacios interactuamos con las plantas, la comida, la música, todo eso que logra que el cuerpo reaccione y recuerde para generar narrativas experimentales”, comentó Diana.
En los talleres resaltan las experiencias de campesinos que recuerdan el sonido de la lluvia y el olor a tierra mojada, pero por un tiempo, cuando empezaron a caminar los grupos armados por la zona, llegaron nuevos olores como el caucho de las botas y la tierra dinamitada. Lo que al principio les generaba paz y tranquilidad, pasó a generar miedo.
Más allá de lo sensitivo, anotó Noreida, este proyecto de memoria espera poder desarrollar otras estrategias, porque “estamos buscando cómo recobrar la memoria, cómo acercarnos a la gente para que nos comparta su experiencia sobre lo que sucedió. Frente a eso creo que hay que saber preguntar y tramitar el proceso con las víctimas porque van a encontrarse con una realidad olvidada y por eso es necesario que tengamos un proceso de formación y acompañamiento psicológico”, concluyó Noreida.