El sueño de Benicio, el liderazgo como herencia

Este documental, dirigido por Gerrit Stollbrock y producido por la Universidad de los Andes en asocio con la Comisión de la Verdad, narra la historia de tres líderes sociales que, en la diferencia, encontraron la fuerza para luchar por la comunidad de Suárez, Norte del Cauca.

 

Por: Paulina Mesa Loaiza

Fotos: Facebook @Sueñobenicioeldocumental

La inmensidad de las montañas ocupa la pantalla completa de la sala. En medio de ellas resalta la sonrisa de César Cerón, Juan Pablo Salazar y Eider Flor, líderes que han defendido incansablemente la tierra y sus raíces. Desde la intimidad de sus vidas, el documental El sueño de Benicio da cuenta de cómo se gesta la paz desde los actos más cotidianos, buscando visibilizar la vida, la lucha y la resistencia de las comunidades.

El Norte del Cauca ha sido una zona golpeada históricamente por el conflicto armado y las economías ilegales. A raíz de esto y a pesar de las diferencias entre las comunidades que lo habitan se han gestado importantes procesos de liderazgo social. Fue así como después de la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016, indígenas, campesinos y comunidades afrodescendientes se reencontraron para fundar la Escuela Intercultural de Paz, un espacio que pretende formar líderes sociales para la defensa del territorio. Esta iniciativa nació en homenaje al líder social Benicio Flor Belalcázar, cuyo legado recuerda el documental.

En una de las escenas de la película, que proyecta los actos fúnebres tras el asesinato de este líder, el 11 de octubre del 2015 en el corregimiento Mindalá de la vereda Pueblo Nuevo, se aprecia cómo quienes asistieron al sepelio entonaron frases como: “Ni un paso atrás, siempre adelante. Benicio está vivo en nuestros corazones. Las balas no nos van a callar”.

Benicio, quien fue alcalde de Suárez, Cauca, entre 1998 y 2002, siempre soñó con la construcción de la paz y la unión de las comunidades. Por eso, la Escuela Intercultural de Paz representa de alguna manera la resistencia al miedo que se ha sembrado en esta región, donde 226 líderes sociales han sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado y las Farc, el 26 de noviembre del 2016 hasta julio del 2020, según datos de la organización Indepaz.

“En esas condiciones extremas de vida, con altos niveles de violencia, los líderes empoderan a las comunidades, ayudan a la articulación y a que se gesten diversos diálogos sociales. Ellos juegan un papel crucial a muchos niveles y por eso, en muchos casos, son un objetivo de violencia por parte de actores armados y no armados”, manifestó Gerrit Stollbrock, director de El sueño de Benicio.

Este documental busca también ser un contrapeso a los medios de comunicación que se han encargado de retratar la cara más violenta del norte del Cauca debido a los asesinatos de líderes, pero El Sueño de Benicio pretende darle protagonismo a la lucha esperanzadora, la resistencia y la reconciliación.

“Las fortalezas de comunicación son poderosísimas porque la gente está dispuesta a escuchar con otra lógica las realidades del país y porque eso incentiva la creatividad para poder intervenir la realidad de múltiples formas. Creo que en buena medida ese es el reto. El norte del Cauca hay que dejar de verlo como una zona roja, hay que tratar de promover justamente estas nuevas perspectivas donde la gente es más protagonistas y donde la gente sí puede hablar”, explicó Alhena Caicedo, productora e investigadora del audiovisual.

 

La paz en la cotidianidad

¿Cómo se construye la paz desde lo común? Esa fue la pregunta que invitó a Alhena Caicedo a acercarse a los procesos que se comenzaban a gestar en Suárez, especialmente al trabajo de estos líderes que pensaron en generar nuevas oportunidades de construcción colectiva y comunitaria, además de fortalecer los liderazgos en el territorio.

En la realización de este documental se encontraron varias cosas: un trabajo previo de acompañamiento a organizaciones, el interés académico y los procesos organizativos en medio de un proceso de paz en una zona conflictiva. Para Alhena, “visibilizar los procesos, el trabajo cotidiano de cada uno de estos líderes, es mostrar cómo es que se construye realmente la paz en Colombia. Es en el día a día donde la gente está peleando la posibilidad de vivir de una forma diferente y eso es lo que quisimos mostrar”.

El trabajo colaborativo fue un elemento fundamental para dar cuenta de esas acciones diarias que construyen la paz en el municipio. Se generaron espacios de participación con la comunidad en los que los realizadores del documental pudieron acercarse a la vida íntima de estos personajes y a sus luchas.

“La ruralidad en Colombia es muy invisibilizada, pero ellos siempre están proponiendo alternativas para salir de los problemas en los que siempre están: economías ilegales, guerras, desprecio por el trabajo campesino, falta de mercado, cierre de oportunidades, brechas de desigualdad entre la ciudad y el campo; ellos están tratando de sobrellevar y transformar la situación. Lo que debemos tener es más sensibilidad y escucha para entender lo que ellos hacen todo el tiempo”, expresó Alhena.

Compartir con la comunidad fue una experiencia significativa para el director durante el desarrollo del documental, pues le permitió entender la complejidad de la ruralidad colombiana, además de acercarse a la vida de líderes sociales que, aunque estén en riesgo, siempre buscan reinventarse sin perder la sonrisa. “Ellos fueron mi inspiración y la motivación para sostener la complejidad de este documental”, destacó Gerrit.

Una cámara siguió los pasos de estos tres líderes y documentó la cotidianidad de sus vidas desde los actos más simples como hacer el almuerzo para sus hijos hasta registrar las tensiones que vivieron en el pueblo durante las votaciones populares para designar al próximo alcalde. Los cultivos, las casas, los lugares de donde fueron desplazados, los días en la Escuela de Líderes y las reuniones donde empoderaban a la comunidad fueron escenas frecuentes en este documental.

César Cerón, líder social de la comunidad afrodescendiente en Suárez y uno de los protagonistas del documental, recordó que al principio las grabaciones eran incómodas porque no estaba acostumbrado a vivir con cámaras. Pero luego vio la necesidad de visibilizar todo el trabajo que adelantaban en el territorio, porque “el norte del Cauca es un ejemplo a nivel nacional de lo que es esa lucha por la vida, por la defensa del territorio, por la diversidad cultural que tenemos. Fue una bonita experiencia tratar de sensibilizar a este país que necesita de muchas otras experiencias”, comentó.

 

Relatar para comprender

Para Carolina Gutiérrez, coordinadora de Diálogo Social de la macro territorial Antioquia-Eje Cafetero de la Comisión de la Verdad, la escucha es el centro del trabajo de la Comisión, porque es fundamental para poder construir el relato de lo que pasó en Colombia en medio del conflicto armado y para imaginar un futuro diferente. “Nosotros desde la Comisión insistimos en que necesitamos escucharnos y reconocernos para comprender lo que pasó. Ese bucle de la violencia en el que nos hemos quedado responde también a que no hemos comprendido”, agregó Carolina.

Apelar a lenguajes que van más allá de lo académico, que se vinculan con propuestas estéticas y formatos diferentes permite llegar a más públicos. Para Alhena, la intención de entrar en conversación con la Comisión de la Verdad fue exponer lo que estaba sucediendo en la Escuela Intercultural de Paz como una forma de visibilizar los procesos para que se replicaran en otros lugares del país.

“En el norte del Cauca hay un movimiento organizativo de las víctimas que es impresionante. En este país, las víctimas llevan haciendo memoria y buscando verdad hace muchísimos años, la Comisión es solamente un punto en una historia muy larga que vienen reconstruyendo las mismas organizaciones de la sociedad civil”, añadió Carolina.

En este sentido, César Cerón destacó el interés que tienen las comunidades y las víctimas por narrarse y recoger sus memorias a través de distintos formatos como los documentales, con el propósito de visibilizar sus procesos de lucha y resistencia, y difundirlos a más personas, aunque esto conlleve riesgos.

En el caso particular de los liderazgos, César Cerón manifestó: “Nosotros valoramos profundamente nuestras comunidades. El anhelo y el esfuerzo por construir la paz parte del hecho de que nos ha tocado tan duro en estos territorios que realmente nosotros mismos hemos construido desde nuestra juventud ese valor por continuar. Soy consciente de que mi vida va a estar en riesgo continuamente, pero me daría más vergüenza que me tenga que morir a los 30 años y me entierren a los 70 años, porque mucha gente está muerta en vida, no hace nada por la sociedad, nada por nadie”.

El sueño de Benicio ha sido proyectado en la Universidad de los Andes, la Cinemateca de Bogotá, el Museo de Arte Moderno de Medellín y fue seleccionado como largometraje social en el Festival Audiovisual de los Montes de María.