La serie Con los pies en la tierra tiene tres capítulos titulados: Sabiduría, Resistencia y Lucha, a través de los cuales sus realizadores pretenden dignificar la identidad de la mujer campesina en medio del conflicto.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Imágenes: Cisca y Asociación Minga

María Ciro, Mariana Prieto y Andrea Jiménez son tres campesinas lideresas del territorio del Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander, que por más de diez años han dirigido sus esfuerzos a consolidar procesos organizativos con mujeres en el marco de una soberanía alimentaria. Ellas fueron las protagonistas de la serie documental Con los pies en la tierra, compuesta por tres capítulos que retratan sus vidas y reflejan la cotidianidad de cientos de mujeres que emprenden resistencias a la violencia, a la exclusión y a la carencia de oportunidades.

Esta serie documental, estrenada en septiembre del 2021, es fruto de una construcción colectiva entre jóvenes realizadores y mujeres lideresas, lo que hace que las piezas audiovisuales sean interesantes de apreciar en su enfoque y sensibilidad, principalmente al tratarse de una región como el Catatumbo atravesada de paradojas: de un lado, el conflicto armado, los cultivos de uso ilícito, los proyectos extractivitas, el monocultivo de palma, la cultura machista; de otro, la riqueza natural de sus ecosistemas, la capacidad de asociatividad de las organizaciones comunitarias, las iniciativas de economía social y solidaria, el liderazgo femenino en los procesos sociales de resistencia.

Andrea Jiménez, protagonista del capítulo Sabiduría en la serie Con los pies en la tierra. Foto: Cisca y asociación Minga.

De hecho, detrás de la realización de esta serie estuvieron dos organizaciones: el Comité de Integración Social del Catatumbo (Cisca) y la Asociación Minga, colectivos de base campesina que tienen como una de sus líneas de trabajo la comunicación con enfoque popular, en un esfuerzo por mostrar las luchas por la dignidad de las mujeres, así como su identidad y saberes, los mismos que hoy utilizan para sacar adelante una de sus ideas de emprendimiento: productos elaborados a base de plantas curativas y medicinales.

Andrea Jiménez, protagonista del capítulo Sabiduría, es una mujer que hace uso de los saberes campesinos para aportar a su comunidad. Ella, en compañía de otras mujeres del Catatumbo, ha ido consolidando poco a poco una red entre varias veredas que se ha convertido en la base para la transmisión del conocimiento ancestral. Según narró, ahora las plantas no solo son utilizadas para hacer bebedizos, infusiones, sobos o camas de uso casero, sino que los habitantes han aprendido a llevar estas nociones de sus abuelas más allá, por ejemplo, en la elaboración de productos como jabones, cremas, esencias y vaporús, con plantas como el cilantro cimarrón, el orégano, el comino, el jengibre y la cúrcuma, sembradas en las huertas de las mujeres. En este proceso, las familias intercambian sus productos por otras personas, en un ejercicio de trueque, o los comercializan en tiendas locales.

 

Lucha contra el patriarcado

María Ciro, quien aparece en el capítulo Lucha, manifestó a Hacemos Memoria que el Cisca en el 2010 llevó a cabo una investigación para comprender cómo las mujeres entendían la lucha por su bienestar dentro de los procesos organizativos. Entonces, “nos dimos cuenta que en la región existen condiciones culturales asociadas al patriarcado que limitan la participación de las mujeres y reducen sus labores al ámbito familiar, de la casa”, señaló María.

María Ciro, protagonista del capítulo Lucha en la serie Con los pies en la tierra. Foto: Cisca y asociación Minga.

Así el Cisca y la Asociación Minga se pusieron en la tarea de preparar las condiciones para organizar la participación de las mujeres y generar espacios de encuentro que les permitieran trascender su participación en el territorio, construyendo modelos asociativos, participativos, productivos y económicos. Un trabajo nada fácil dado el nivel de violencias que experimentan en la región. Por eso, el énfasis de este proceso estuvo puesto en la importancia de generar conciencia y fuerza de voluntad con el fin de contrarrestar un modelo cultural que poco permite a las mujeres hacer valer su identidad, entre otras cosas, porque la producción de alimentos de las mujeres del Catatumbo, según explicó María, beneficia a familias, a ancianos, a niños y a personas con discapacidades motoras o cognitivas que no cuentan con recursos económicos para acceder a alimentos.

Por otra parte, María afirmó que las mujeres son sometidas a tres tipos de violencia: la simbólica, la estructural y la de género. La primera, explicó, consiste en “que todo el tiempo nos está diciendo que el campesinado no tiene ningún papel, que al campesino hay que sacarlo de las ruralidades; hay que sacarlo del atraso, hay que modernizarlo y convertirlo en un pequeño empresario del campo, y esto lo que provoca es una pérdida de identidad”.

Entre tanto, la violencia estructural en la región está asociada a la extrema pobreza en la que viven las comunidades asentadas en veredas, corregimientos y ciudades, lo que evidencia un histórico abandono estatal en un territorio productor de hidrocarburos. Esta pobreza, según Darison Amaya, integrante del Cisca, quien fue una de las personas que dirigió la serie documental, redujo el día a día en el campo del Catatumbo a un sobrevivir, lo que impide que mujeres puedan vincularse a procesos organizativos para aprender a generar su propia alternativa de sustento.

El tercer tipo de violencia la viven directamente las mujeres y la experimentan, expresó María, dentro de sus círculos familiares, pero también a causa del conflicto armado entre guerrillas, paramilitares y fuerza pública, y de la violencia asociada al narcotráfico, situación que en muchas ocasiones no permite la libre circulación debido al control que cada estructura ilegal ejerce en el territorio.

 

En defensa de la vida

Construir, consolidar y difundir los caminos que las mujeres del Catatumbo transitan, según Sonia Cifuentes, integrante de la Asociación Minga, son los objetivos desde los cuales se dan las resistencias dentro del territorio con su cruce de violencias. Para ella, las mujeres que han entrado en la formación de capacidades políticas adelantadas por su organización y el Cisca son un bastión por la defensa de la vida, el campo, la naturaleza, la identidad, la familia, la convivencia y la paz.

Mariana Prieto, protagonista del capítulo Resistencia en la serie Con los pies en la tierra. Foto: Cisca y asociación Minga.

Fue a partir de estos modos de pensar el territorio que surgieron los enfoques de los tres capítulos de la serie Con los pies en la tierra, en la que “Mariana Prieto protagoniza el tercer capítulo, Resistencia. Ella es una campesina víctima del conflicto armado que perdió a varios de sus familiares en la guerra y que representa a esa mujer luchadora, como muchas otras en el Catatumbo, que se ha dedicado a enseñar a otras a integrarse a proyectos comunitarios que tienen como carácter la soberanía alimentaria, en una región estigmatizada históricamente y que por los monocultivos de coca y palma ha perdido su importancia como despensa agrícola”, describió María Pinto.

Este tipo de liderazgos y el contexto en el que desarrollan sus acciones, son los que incrementan la importancia de esta serie documental como un modo de difundir y dar valor a la vida campesina y a sus luchas, y, a su vez, del trabajo de la comunicación popular impulsada desde el Cisca y la Asociación Minga que han instruido a jóvenes en el manejo de estrategias y herramientas para la producción de piezas comunicativas que dignifican el campo y la organización, con experiencias en la radio, la prensa, la fotografía y el video, y expresiones artísticas como la danza, el teatro, la música, el muralismo y el grafiti, en municipios como Ábrego, El Tarra, Hacarí, Convención, El Carmen, La Playa, Ocaña, entre otros.

 


El primer capítulo, Sabiduría, fue estrenado en redes sociales y medios de comunicación el pasado 9 de septiembre. La serie completa está disponible en el Facebook de Cisca.