A través de la Asociación Damas Leche, María Yaneth Reina, víctima del conflicto armado, ha liderado el desarrollo económico y social de la vereda La Argentina en este municipio del departamento del Meta.
Texto y fotos por: Jenny Moncada
El asesinato de su hermano a manos de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en el municipio de Granada, departamento del Meta, llevó a María Yaneth Reina a apostarle a la construcción de un territorio en paz por medio de la asociatividad. “De ese dolor creo yo que hubo un proceso de resilencia en no querer que se repitiera nuevamente la historia de la guerra, en querer ayudar en lo que más se pueda a las demás personas” expresó esta lideresa campesina.
Esta mujer que a primera vista parece muy tímida, siempre lleva una viva sonrisa en su rostro, sus ojos reflejan el orgullo que siente al hablar de su tierra y ser habitante de ese paraíso, como ella lo nombra: “Aquí en La Argentina, la vereda más linda de Mesetas, hemos vivido durante mucho tiempo, hemos estado en situaciones muy difíciles como fue el conflicto armado. Hoy en día vivimos una tranquilidad y paz que no cambiamos por nada”.
La primera oportunidad que Yaneth aprovechó para cambiar la realidad de las familias de la vereda fue en el año 2009 a través del proyecto Mujeres Ahorradoras en Acción, el cual hizo parte de las estrategias de superación de la pobreza ejecutado por el programa Generación de Ingresos de la Agencia Presidencial para la Acción Social y la cooperación internacional que, además de los componentes empresariales y micro-financieros, implementó procesos de empoderamiento, dignificación y autoestima como herramientas motivacionales para mujeres en condición de vulnerabilidad e inequidad. Al respecto Yaneth afirmó: “Fue un programa que incentivó a la mujer urbana y rural al ahorro y la asociatividad, lastimosamente en ese entonces no pudieron asistir muchas mujeres de la vereda, sino como unas nueve o diez, ahí fue donde iniciamos este difícil camino de la Asociación Damas Leche (Asodale)”.
Hoy Asodale está conformado por 39 mujeres que, gracias a su trabajo y a su activa participación en programas, proyectos y talleres desarrollados por el municipio, han logrado canalizar recursos que les han permitido constituirse legalmente y avanzar en aspectos como la adecuación en infraestructura y el conocimiento en procesos de transformación y comercialización de productos lácteos. “Actualmente nos beneficiamos gracias a diversas entidades que han creído en nosotras y a los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) que surgieron con el Acuerdo de Paz”, anotó Yaneth, quien actualmente es la represente legal de la asociación.
La asociación tiene una importante connotación en este territorio de tradición llanera porque allí la economía ha estado limitada a la ganadería y a los cultivos de uso ilícito. De hecho, muchos habitantes de la región se sumaron al cultivo de la coca como fuente de sustento y las familias que hoy hacen parte de Asodale no fueron la excepción: “Nosotros decíamos que teníamos una economía solidaria, porque los cultivos ilícitos eran los que movían la producción y la economía de la región. En ese entonces no veíamos la magnitud del daño que nos estábamos haciendo hasta que empezó la guerra por el mismo tema de las drogas”, recordó Yaneth.
Al tiempo que ejercía el trabajo colectivo, sin darse cuenta, Yaneth inició un proceso de transformación cultural que incentivó en ella el sentido de liderazgo; el hecho de capacitarse, de participar en la toma de decisiones comunitarias, y de organizar actividades grupales desarrolló, no solo en esta lideresa sino en otras mujeres de La Argentina, capacidades para participar en espacios públicos y buscar condiciones de igualdad. Por eso hoy entre silencios, con respiraciones profundas y miradas evasivas, tratando de disimular su asombro, Yaneth dice: “No me di cuenta en qué momento me convertí en la mujer líder que soy, toda mi vida no fue como es hoy en día. Uno ve que a través de la asociatividad se han ido transformando núcleos familiares, vale la pena estar aquí y hacer todo el esfuerzo que se ha venido haciendo”.
Pero este crecimiento como lideresa trajo para Yaneth y sus compañeras algunos conflictos, como la relación de las mujeres con sus familias, especialmente con sus parejas, se puede equiparar a un segundo acuerdo de paz, pues aseguró que el machismo es uno de los principales problemas que tienen las mujeres del campo. “Al principio nuestros esposos ni siquiera nos llevaban, ni nos prestaban los caballos para ir a las reuniones, eso fueron batallas campales, pues ellos no veían que si nos asociábamos podríamos canalizar muchos recursos para la familia, decían: ¿allá qué van a hacer reuniones? ¡Eso no tiene sentido! ¡Eso no dan nada!, esto y lo otro, pero con el tiempo han visto que sí vale la pena trabajar asociativamente y que sí vale la pena transformar”, comentó Yaneth.
De manera que para esta lideresa el cambio ha sido tanto colectivo como individual, porque el camino que ha recorrido le ha permitido crecer a nivel personal, pues recuerda que desde pequeña sus sueños han sido estudiar y conocer diferentes lugares del mundo, metas que antes de fundar Asodale eran casi imposibles de alcanzar. “Con este emprender pude graduarme del bachillerato. Las mujeres nos hemos capacitado en todo lo que nos han venido a ofrecer el SENA y otras entidades. Nos formamos para valorarnos, creo que eso es lo que nos ha hecho fuertes, es la base social que tenemos. No solo transformamos alimentos, sino mentes. Hoy en día estas mujeres se paran y se presentan con la cabeza en alto, miran de frente y dicen todo lo que les pregunten sin pena y sin dudarlo, muy orgullosas de su trabajo y su región”, narró Yaneth, quien sueña con que todas las mujeres de la asociación sean empresarias, con que sigan estudiando y con que los productos lácteos que hoy producen sobrepasen fronteras.
Para esta lideresa, el rol de la mujer es fundamental para el cambio social, la consecución de la paz, la transformación del campo y una mejor calidad de vida para las familias. En ese camino, “nosotras dimos el primer paso para decir: ¡Ya no más! Ya no queremos que se lleven nuestros hijos, ya no queremos que se lleven a mis vecinos, queremos vivir en paz y vivir en tranquilidad” puntualizó.