Desde Adentro, teatro para la memoria y la sanación de las víctimas

Este grupo teatral, conformado hace cuatro años por víctimas del conflicto armado en Antioquia, les ha permitido a sus integrantes representar sus vivencias en medio de la guerra y tramitar sus sentimientos de dolor de manera colectiva.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Fotos: cortesía Desde Adentro

El día que debutó del grupo de teatro Desde Adentro, el nerviosismo consumía a sus integrantes, todas víctimas del conflicto armado en Antioquia. Era el 7 de abril de 2017 y la plazoleta San Ignacio, en el centro de Medellín, estaba repleta de personas que acudían a la conmemoración del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado en Colombia. Las doce actrices del grupo teatral habían preparado, un mes atrás, una puesta en escena para esta fecha. Ninguna de estas madres, víctimas de la guerra, contaba con experiencia en las artes dramáticas. Aun así, se subieron esa tarde a la tarima y durante cerca de una hora atraparon la atención de la multitud. La pena desapareció y los aplausos fueron la recompensa.

Luz Mery Velásquez, integrante de la Mesa Departamental sobre Desaparición Forzada de Antioquia, quien lidera este colectivo de teatro, recordó con especial cariño aquel debut. La obra, llamada Desde Adentro, igual que el grupo teatral, plasmó algunos de los episodios más tristes de lo que estas mujeres vivieron por cuenta del conflicto y tuvo como propósito mostrar cómo la burocracia de las instituciones del Estado las revictimizó, haciéndoles promesas y dilatando reuniones que con los años no dieron frutos.

La lideresa de víctimas confesó que para este debut, las actrices de Desde Adentro apenas tenían un guion que, reconoció, no se cumplió a cabalidad, pero el deseo de representar sus angustias fue más fuerte. “Los únicos que no parecieron muy convencidos con la obra de teatro fueron algunos funcionarios de la Unidad de Víctimas, pues les hicimos ver lo ineficaz de su trabajo”, dijo Luz Mery, quien busca a su esposo, Julián Emilio Cataño Carmona, un ingeniero civil que fue desaparecido por miembros de las autodefensas del Magdalena Medio al mando de Ramón Isaza, el 25 de febrero de 2001, siendo empleado de la hidroeléctrica Miel I en el municipio de Norcasia, Caldas.

Luz Mery Velásquez ayudando a vestir a Gloria López una de sus compañeras del grupo de teatro Desde Adentro.

Las integrantes de Desde Adentro decidieron entonces reunirse cada semana para perfeccionar la obra. Al grupo se sumaron María Correa, Aura Serna, Nelly Betancourt, Margarita Restrepo, Oliva Vásquez, Aura Lía Serna, Gloria Macías y Luz Elena Galeano, entre muchas otras, quienes con ayuda de la docente de teatro Alexa Taborda fueron refinando sus movimientos corporales, sus expresiones faciales, aprendieron técnicas para memorizar largos diálogos y para vencer el miedo en mitad de una función.

Según Margarita Restrepo, aprender a controlar el miedo fue muy importante porque para una persona que ha padecido con fuerza los horrores de la guerra, como la pérdida de un ser querido en circunstancias violentas, interpretar un hecho que ha guardado dentro de sí por muchos años es algo que genera mucha angustia. Y es que en su vida ha sufrido la violencia en la Comuna 13 en diferentes momentos: el 8 de mayo de 1991 fue asesinado su esposo John Jairo Montoya Suárez; el 2 de julio de 1999 fue asesinado el segundo de sus seis hijos, John Estiven Aguirre Restrepo; y el 25 de octubre de 2002, tras el desarrollo la Operación Orión, paramilitares desaparecieron a su hija Carol Vanesa Restrepo a quien aún busca en la actualidad. En los años posteriores Margarita vivió intimidada y tuvo que pasarse de casa tres veces, pero aún sigue sufriendo amenazas. Desde hace cerca de diez años lleva a cabo trabajos sociales con víctimas del conflicto en San Javier y se unió a la asociación de víctimas Mujeres Caminando por la Verdad.

Ella se incorporó a Desde Adentro desde sus inicios. En una de las obras ella interpreta al comandante de un grupo al margen de la ley que da instrucciones a sus subalternos para que asesinen y desaparezcan a personas. “Actuar le enseña mucho a uno de la vida, porque es sacar de ese dolor una historia que queremos que quede en la memoria de los espectadores, porque mucha gente nos juzga sin conocer mínimamente lo que hemos vivido. Actuar es igualmente una forma de denunciar. Muchas veces me sorprendo a mí misma por la forma cómo actué y me digo: ¡Dios mío, cómo sería lo que le hicieron a mi hija y a tantos otros desaparecidos! Eso no tiene nombre”, expresó Margarita, quien tuvo la oportunidad de hacer parte del elenco de la película Los días de la ballena.

 

Un espacio para la escucha y el apoyo colectivo

Nelly Betancourt contó que cuando decidió integrarse a Desde Adentro, hace un par de años, al momento de practicar los diálogos las manos y los pies le temblaban. En ocasiones, cuando actuaba o veía actuar a sus compañeras, sentía que las lágrimas se le salían. Pero al final había momentos de desahogo en los que el grupo de mujeres terminaba riendo y compartiendo abrazos y besos.

Luego de recibir clases de actuación, como parte del proceso del grupo de teatro, el temor de Nelly fue desapareciendo y pronto comprendió que lo mejor en la interpretación de un personaje es dejar que este diga y haga lo que desea: “Uno se deja llevar por los personajes, porque tenemos varios papeles y varias obras, que el desplazado, que la víctima de homicidios o desaparición, que el policía, que el guerrillero, que el paramilitar, que el niño, que la madre, que el campesino, que el funcionario..”, detalló esta mujer que fue víctima de desplazamiento en 1997 en el municipio de Vegachí, nordeste antioqueño, donde vivía con su esposo y cuatro hijos menores de edad. Hoy habita una humilde vivienda en la parte más alta del barrio Manrique, sobreviviendo con la venta de alimentos, realizando aseo en casas y recibiendo la ayuda de algunos vecinos.

Oliva Vásquez, sobreviviente de la masacre de El Aro, hecho perpetrado por paramilitares en octubre del 1997 en el municipio de Ituango, Antioquia, manifestó que el teatro le ha ayudado a canalizar sus pensamientos y las imágenes de horror que guarda en sus recuerdos, como ver arder su pueblo y luego huir por varios días. “Salí desplazada con mis seis angelitos y al llegar a Puerto Valdivia lo primero que hicimos fue tomar agua del río y nos enfermamos. Con los años y luego de estar de pueblo en pueblo terminamos en Medellín y hoy gracias a Dios vivo tranquila, aunque con muchas necesidades”, relató.

Oliva destaca el compañerismo del grupo de teatro, pues es concebido como un espacio no solo para la interpretación, sino para la memoria, la escucha, la amistad, el afecto y la ayuda mutua. Ella piensa que las obras de teatro tienen varios propósitos: por una parte, denunciar a los actores armados, pero también al gobierno por no haberles protegido. Por otra, representar el dolor y la humillación que significa el desarraigo del desplazamiento; la impotencia y rabia ante el homicidio de un ser querido; el desasosiego de tener a un padre, a una madre, a un hermano o hermana o familiar desaparecido; y el miedo de vivir amenazado por desear reivindicar los derechos de las víctimas. “Queremos hacer conciencia, hacer memoria, y mostrar nuestra resistencia, porque sé que muchos terminamos medio locos después de una experiencia de esas”, manifestó Oliva.

Desde su creación, Desde Adentro ha tenido la oportunidad de presentarse en la Casa Museo de la Memoria de Medellín, en el Centro de Desarrollo Municipal de Moravia, en la Institución Universitaria Luis Amigó, en varios parques de la ciudad y en diferentes eventos conmemorativos de las víctimas. Además, se ha vinculado con otros grupos de teatro como Arlequín y sus Juglares, cuyos voceros Adriana Diosa y Óscar Zuluaga han realizado talleres y clases de actuación con las víctimas. Con ellos perfeccionaron su última obra llamada Los cinco elementos.

En esta puesta en escena, a modo de performance, cinco personas se visten con túnicas de colores: la azul representa el agua de los ríos, las represas y el mar, a donde han ido a parar cientos de cadáveres en medio de la guerra; la verde simboliza la naturaleza como proveedora, pero también la tierra, las montañas, las fosas donde han sido enterradas muchas víctimas; la naranja representa el fuego, como elemento purificador, pero también las llamas de hornos en los que han sido desaparecidos los cuerpos de otras víctimas; la blanca el aire y el pasar del tiempo, pero también el vacío, el no saber nada de los desaparecidos; y la roja busca proyectar la esperanza del amor y la reconciliación. Con esta obra quisieron hacer un homenaje a la Mesa Departamental de Víctimas de Antioquia, de la cual hacen parte organizaciones todo el departamento.

Y es precisamente la reconciliación el elemento que Desde Adentro quiere poner sobre las tablas en su próxima obra, contó Luz Mery, quien agregó que a pesar de las dificultades que ha traído consigo la pandemia. Para ello, desde la Mesa se están organizando encuentros con exactores armados de las Farc, las autodefensas y las fuerzas militares, con el fin de crear lazos de confianza en reuniones en donde puedan asistir el mayor número de víctimas posibles.

“El teatro es una cosa imaginaria que representa la realidad, por eso nosotras por medio del teatro expresamos sentimientos, angustias. Nos enseñaron a reír cuando estamos llorando y a llorar cuando estamos riendo. Así representamos nuestro dolor interno y hacemos incidencia, porque descubrimos que es una forma de decirle al mundo que este dolor que hemos tenido no puede volver a pasar”, concluyó Luz Mery.