La periodista expresó que aunque las verdades son siempre incómodas, los colombianos debemos conocer nuestros horrores. Y agregó que, en algún momento, el país lo entenderá.
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Hablemos de Verdad conversó con la periodista colombiana Vanessa de la Torre, quien habló de la importancia de adentrarse en las regiones para buscar las raíces que permitan explicar qué fue lo que se rompió en Colombia para que llegáramos a estos límites, y refirió que la función del periodismo de cuestionar, investigar y develar lo que algunos sectores quieren ocultar, contribuye al esclarecimiento de la verdad histórica.
Hablemos de Verdad es un espacio que amplía las conversaciones necesarias alrededor de la tarea de la Comisión de la Verdad. En este espacio, diferentes voces nacionales hablan sobre lo que espera el país del informe final, las verdades que se necesitan, los retos para construir un relato nacional sobre el conflicto armado y la verdad para otros futuros posibles. Si bien las personas entrevistadas contribuyen a un debate amplio y pluralista, sus respuestas no son reflejo de la posición de la Comisión de la Verdad.
¿Cuál es el gran reto de la Comisión de la Verdad en un país tan dividido frente a todo lo relacionado con el proceso de paz con las FARC?
La verdad pertenece al Estado, no al gobierno de turno. Las naciones que entienden su pasado y conocen sus verdades pueden proyectarse hacia el futuro de una manera mucho más honesta y, sobre todo, más sólida. A ningún alemán le gusta la verdad de la Segunda Guerra Mundial, pero como nación dijeron: esta verdad hay que conocerla, hay que saber lo que hicimos, hay que entenderlo y punto, esto somos. Lo hacen tan bien, que los niños a los seis años saben perfectamente qué es un campo de concentración y por qué no deben volver a existir. Alemania, hoy día, es casi una conciencia moral del mundo. ¿Cómo lo lograron? A punta de verdad. Las verdades son siempre incómodas, pero debemos conocernos como colombianos, saber cuáles son nuestros horrores. No importa el político de turno que le haga oposición, el empresario al que le parece que eso hay que esconderlo. La Comisión no tiene por qué escuchar esas bullas alrededor, que la distraen. En algún momento de la historia todos entenderemos la importancia de conocer esa verdad que durante tanto tiempo se ha querido ocultar, y agradeceremos para siempre el trabajo juicioso que ha hecho la Comisión.
¿Cuál es el lugar de los medios y el periodismo en el esclarecimiento de esa verdad histórica?
Creo, fielmente, que la prensa es el cuarto poder, el poder que cuestiona, que saca a la luz pública las investigaciones de lo que tanta gente no quiere que se sepa, que es capaz de hacer pensar a la sociedad. Soy una enamorada de la prensa, es lo que respeto, lo que me gusta hacer en la vida. Ahora, pretender que todos los periodistas piensen igual, apoyen lo mismo, fomenten lo mismo, es pretender un país en el que la gente tiene que pensar igual y eso se llama dictadura. El periodismo involucra unos niveles de convicción muy fuertes, ¿sabes? La objetividad no existe, no es real.
¿Cómo haces para nivelar lo que tú entiendes por justicia y verdad frente a lo que otra persona entiende, cuando tienes un país que se ha desangrado por 60 años? El chiste de la democracia es que cada quien tenga derecho a pensar distinto. Es un error pretender que los conceptos de justicia y verdad sean iguales para todos. Por eso son tan importantes las instituciones: pueden decantar cosas cuando hay tantas pasiones y dolores de por medio. La prensa juega un rol fundamental en la constitución de las sociedades. Un medidor importante para las democracias es ver la calidad de la prensa que tienen: si los periodistas pueden cubrir o no, hacer preguntas o no, sacar escándalos o no. Yo quisiera que todos los periodistas en nuestro país trabajaran bajo los principios de rigor, pero no es así porque detrás de cada periodista hay un ser humano con convicciones y principios distintos. Trato de ser siempre una periodista que se pone en el lugar del otro para preguntarse por qué. ¿Por qué ese señor hace eso? ¿Por qué pasa esto? No justificando, sino tratando de entender. Nunca pienso que yo soy la que tiene la razón, quiero escuchar por qué cada quien hace lo que hace en un país como el nuestro.
Apartando el tema de que tengamos una posición u otra, ¿hay responsabilidad de los grandes medios en generar formas de estigmatización que profundizan la violencia y la desconfianza?
A mí no me gusta hablar mal de los medios ni del trabajo de los colegas. Cada quien hace su trabajo de acuerdo con su conciencia y convicción. Colombia es un país atravesado por una guerra atroz que nos ha marcado a todos; a unos más que a otros, por su puesto, pero bajo ese principio hay que entender que un periodista puede no estar de acuerdo con el proceso de paz. Yo lo entiendo, puede que lo lamente, pero lo entiendo, así como entiendo que a otros les parezca que yo hago activismo por el proceso de paz. No lo comparto, porque hay cosas del proceso de paz que entiendo y hay otras que no, pero la institucionalidad, la JEP y la Comisión de la Verdad están por encima de lo que yo como periodista piense.
Mi tarea es contar cuántos desmovilizados hay, cuántos volvieron a la guerra, qué están haciendo los exguerrilleros, qué pasó con las madres de Soacha, qué está pasando en el Catatumbo, qué es lo que está pasando con los dolores. Quisiera que todos los periodistas escarbáramos en los dolores de Colombia, para contarlos. Este es un país supremamente afligido y adolorido porque allá, atrás en las montañas, se ha vivido una guerra muy dura. Íngrid Betancourt decía, después de una conversación con ustedes, que los colombianos no saben lo que es el secuestro. ¡No lo saben! A mí me lo dijo en una entrevista: “Los colombianos creen saber lo que es la guerra. ¡No lo saben! No estuvieron metidos allá”. Y eso es cierto. Metámonos un poco más en las regiones y preguntemos siempre por los porqués antes de juzgar y tomar partido. ¿Por qué esa señora terminó involucrada con los paramilitares o con los guerrilleros? ¿Por qué ese guerrillero terminó haciendo lo que hizo? ¿Por qué el Ejército terminó involucrado en un episodio tan desgraciado como el de los falsos positivos? ¿Qué hay detrás de eso?
A mí no me gusta la opinión, porque la opinión te pone en un lugar de privilegio. ¿Yo por qué tengo que opinar sobre los demás, si no conozco lo que hay detrás? No, métete al monte, pregúntate por qué los políticos hacen lo que hacen, qué hay ahí, qué permisividad o qué cultura hay en el Estado colombiano para que se roben la plata del plan de alimentación escolar. ¿A quién se le ocurre eso? ¿A quién se le ocurre montar una cosa que se llama ‘El cartel de la hemofilia’? ¿Qué fue lo que se rompió para que llegáramos a esos límites? Eso es lo que a mí me interesa. En la medida que encontremos esas raíces, y por eso la verdad es tan importante, podemos ir articulándonos mucho más como nación.
Con todo y que no te gusta la opinión, voy a pedirte una como periodista. ¿Por qué estamos tan divididos frente a lo que pensamos que ha sido el conflicto y frente al proceso de paz?
¡Pues porque es una guerra! En una guerra hay bandos. Cada uno cree que tiene la razón y que el otro no puede existir, y eso es lo dramático de la guerra. A nadie lo deja del todo feliz un acuerdo de paz, porque se hace con los enemigos, no entre estadistas. Entre dos estadistas lo que pasa es la diplomacia, y la guerra es la derrota de la diplomacia, es la derrota de la inteligencia, de la existencia del ser humano, de poder decir “usted y yo pensamos distinto, pero podemos convivir en la misma nación”. La guerra es todo lo contrario: usted y yo pensamos distinto y por eso no podemos vivir en el mismo lugar, por eso usted tiene que desaparecer. Después de la guerra, estos enemigos pasan del campo de batalla a las urnas, y luego, a repartirnos las verdades: hay unos a los que les interesa que salga la verdad y hay otros a los que no, porque son enemigos acérrimos, y en la mitad de la guerra han hecho de todo. Es apenas entendible que unos no quieren que se sepan esas cosas. Yo entiendo, y no me mortifica, la polarización de Colombia. La pelea diaria me cansa, porque creo que el país podría estar pensado en hechos más interesantes, pero entiendo por qué una señora sale despotricando de la JEP y por qué otro quiere acabar la Comisión de la Verdad. Todo eso es entendible; es un país donde hubo enemigos durante 60 años.
Por eso, es tan importante que aparezca gente como el padre de Roux, como la presidenta de la JEP es su momento, gente que tiene la sensatez de seguir descifrando y publicando los horrores, para que la sociedad los vea. Lo fácil fue hacer guerra; lo difícil es, y yo creo que cualquier país que haya tenido una guerra lo sabe, construir una nación después de un conflicto. Es muy difícil lo que está pasando en Colombia. No quiero decir que es normal ni cotidiano, pero es lógico, después de una guerra en la que la gente se ha degrado de esa manera. El trabajo que estamos haciendo es para que las generaciones que vienen puedan tener un país mucho más ecuánime y mucho más pacífico que el que nos tocó a nosotros.
Hablemos sobre tu libro Historias de amor en campos de guerra. ¿Por qué crees que el amor fue el bálsamo que salvó la vida de las personas que entrevistaste?
Porque el amor es lo único que termina contrarrestando el odio, y eso ni siquiera lo digo yo. En estos días estábamos tomando un curso de filosofía y lo vimos en un diálogo platónico. Imagínate, desde los griegos sabemos que el amor contrarresta el odio. La motivación para escribir el libro fueron mis hijas, que no me ven todo el tiempo porque soy una mamá que sale, que viaja, que trabaja, y tal vez no estén entendiendo cuál fue el país que le tocó a la mamá: dos procesos de paz, el horror del secuestro, los falsos positivos, los guerrilleros haciendo proyectos productivos para dejar atrás la guerra; conocerlo y cubrirlo es un lujo porque eres parte viviente de la historia de la nación. Entonces, pensé que necesitaba escribir un libro, porque creo en la inmortalidad de los libros. Quiero que cuando mis hijas tengan 17 años digan: “¡Ah, es que esto es lo que estaba haciendo mi mamá!”. Con el proceso me di cuenta de que el país necesita ser desandado, necesita ser contado, y que la gente está receptiva a escucharlo. Me han invitado a unos lugares inverosímiles, donde hay un montón de gente que piensa distinto a mí. No me interesa cambiarle la opinión a nadie, no soy una periodista que quiera influenciar; quiero contar. El libro es sobre la guerra, entonces uno termina conociendo los horrores del secuestro, el reclutamiento forzoso de los niños, el abandono del Estado, un montón de atrocidades que han ocurrido en la historia de Colombia, pero permeadas por el amor, y eso hace que digerirlo sea mucho más sencillo. Que la historia se te pare al frente y te diga: “Ojo, que esto es lo pasa en tu país” es lo que, como periodista, me interesa.
¿Qué tal la experiencia de escuchar y contar historias de todos lados?
Acuérdate que el porqué es lo que a mí me mueve: esta mujer se fue a la guerrilla a los 11 años y terminó convertida en una máquina de guerra y de violencia. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué te enamoraste de ese chico? ¿Qué pasó antes de eso? ¿Qué pasó con tu papá? ¿Qué pasó con tu mamá? Porque era una familia rota, porque vivía en un pueblo donde no había presencia del Estado, porque lo único que veía eran tipos armados vestidos de camuflado, porque en la familia la abusaron… Con todos esos porqués te das cuenta de que esa misma historia la encuentras en los paramilitares, en las bandas criminales y en un montón de personajes que componen, tristemente, la historia de nuestro país.
En la Comisión tenemos como mandato escuchar con profundo respeto a quienes quieren contarnos su verdad, incluso a personas que cometieron crímenes atroces, sin juzgar, para poder explicar lo que ha pasado…
Yo creo que sobra tomar partido y falta buscar verdades. Yo, hoy, me duermo feliz porque entrevisté a los papás de J. Balvin, no por amarillista sino porque él tiene una depresión bárbara y Colombia es un país donde hay unos niveles de depresión muy fuertes. Quería que me contaran que su hijo estaba deprimido para que la gente rompa ese tabú y busque ayuda. Eso es mucho más que la chiva noticiosa. Busco chivas, por supuesto, me gusta la noticia grande, pero me gusta sumar. Creo que cada vez que uno hace algo, una cosa pequeña, el país respira un poquito más. Yo, por lo menos, puedo dormir más tranquila.
El informe que debe entregarle la Comisión al país
Espero que sea verdad, independientemente de a quién le duela. Y que no sea un armatoste gigante. La guerra colombiana está super documentada; la han escrito desde Patricia Lara hasta Molano, el Centro Nacional de Memoria Histórica, pero la leemos pocos. Espero que sean lo suficientemente creativos para socializarlo. En Argentina, la dictadura de Videla terminó siendo conocida por todos: Charly García lo cantó, hicieron La historia oficial, hicieron cuentos, toda la sociedad empezó a contar el horror de la dictadura. Por eso es tan importante lo que pasa en Colombia con Herencia de Timbiquí, que lo canta; con Monos, la película; Silencio en el paraíso, de Colbert García. Todo se va articulando en la medida en que todos en la sociedad podamos contarlo, repetirlo: mi libro, el de Patricia, el del otro, toda la sociedad. Por algún lado tiene que entrar la verdad.
¿Alguna reflexión final, algo que te haya estado dando vueltas en este rato?
Lo que dije desde el principio: la verdad es de todos. Hay un montón de gente a la que no le interesa que la verdad salga. Por eso hacer periodismo es difícil. Vas contracorriente, pero hay que continuar. Yo me levanto por la mañana y me insultan un par en Twitter, y si hago una entrevista, hay una señora que se queja, furiosa, y hay otra que dice que está buenísima. Eso no importa, yo sé lo que tengo que hacer como periodista, como colombiana y como mamá; si me distraigo mirando alrededor, y no al frente, me choco. Creo que es lo mismo que le pasa a la Comisión: no puede ponerse a darle explicaciones a todo el mundo, uno responde con la información que tiene, con la verdad que está sacando a relucir. Hay que seguir con lo que hacen ustedes y lo que tratamos de hacer todos los días: contar verdades, contar la historia del país, para que todos la conozcamos y pensemos en las generaciones que vienen, que les dejemos un país donde haya un suelo mucho más fértil, construido a base de una historia de verdad.
Esta entrevista fue publicada originalmente el 27 de noviembre de 2020, aquí.