El asesinato del historiador Campo Elías Galindo impactó a la Colombia Humana. “Nos quitaron el corazón más humano”, dijo a Hacemos Memoria una de sus compañeras de este movimiento político, en el que el miedo se agudiza por las amenazas y el asesinato de otras cuatro personas.
Por Esteban Tavera
Foto de portada: cortesía Gonzalo Galindo
El 29 de septiembre de 2006, el día de su jubilación, el profesor de Historia Campo Elías Galindo les leyó a sus amigos y compañeros de la Universidad Nacional una carta que comenzaba así: “No hay despedidas totales. No hay que derramar tanto vino… Puede hacernos falta para el resto del viaje”. En su caso, ese viaje fue interrumpido el 1 de octubre de 2020 cuando fue hallado muerto, con lesiones de arma blanca, en su apartamento ubicado en el barrio La América de Medellín.
Aún no hay certeza de cuál fue la causa del crimen. La primera versión que se conoció fue la del comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, general Eliecer Camacho Jiménez, y el secretario de Seguridad y Convivencia de Medellín, José Gerardo Acevedo Ossa, quienes afirmaron que se trató de un hurto. Esta hipótesis fue desmentida de inmediato por la familia del profesor Campo Elías, puesto que lo único que se llevaron de su apartamento fue un computador portátil Sony Vaio, con una antigüedad de más de siete años, y un teléfono celular Huawei.
Gonzalo Galindo, hijo del profesor Campo Elías, dijo que: “la escena de los hechos se inspeccionó en dos momentos: en el momento en que encuentran el cadáver y al día siguiente, cuando estuvo a cargo un Fiscal Especializado. De modo que sin que se hubiese hecho esta segunda diligencia y sin que se hubiera hecho la necropsia, o sea, apenas unas horas después del crimen, estos funcionarios salen a decir, de una manera apresurada, que podría tratarse de un hurto. Eso a nosotros nos envió una muy mala señal, no porque no se haya podido tratar de un hurto, pues hay que contemplar todas las hipótesis, pero sí por dos cosas: por la rapidez con que salieron a hacer esa declaración y también porque del apartamento solo se llevaron dos objetos que pudiéramos decir valiosos, aunque el verdadero valor residía en la información que contenían, más que en su costo comercial”.
Jorge Ceballos, amigo desde la infancia, compañero de militancia y compadre del profesor Campo Elías, concuerda con este punto de vista. Según él, quienes cometieron el crimen estaban más interesados en llevarse la información que el dinero. “A Campo lo asesinaron por cuestiones políticas. Recuerdo que cuando yo llegué allá al apartamento donde estaba el cuerpo, me encontré a los policías preguntando si él tenía problemas con mujeres y me ofusqué. Realmente es costumbre del régimen atribuir todas las muertes a problemas de faldas o a problemas entre bandas, aquí no hay asesinatos políticos”, comentó.
Elda Sorel Restrepo, quien fue compañera de militancia del profesor Campo Elías hasta el día de su muerte, también apuntó al móvil político que, para ella, motivó este hecho. “Yo sigo pensando que, independiente de los móviles que rodean la muerte de Campo Elías y de las investigaciones que lleve a cabo el Estado, ese fue un crimen político, precisamente porque estaba pensado con mucha alevosía. Pensaron en dar un golpe certero al corazón más humano de Colombia Humana en Medellín. Eso era Campo Elías”, expresó.
“El corazón más humano de la Colombia Humana”
Hay dos palabras que resumen la vida de Campo Elías Galindo y que aparecen en casi todas las conversaciones sobre él: política y tango. Era un apasionado por ambas. “Campo era un gomoso del tango. Incluso hizo una especialización virtual de la que se graduó hace poco. Él era capaz de sentarse aquí a hablar con los teóricos fuertes del tango en Medellín. Cuando nos sentábamos a tomarnos nuestros tragos yo le decía que pusiera tango y él como sabía que no era mi fuerte, me decía quién cantaba, quién fue el compositor, la orquesta de quién era. Me enseñaba a diferenciar algo que era tango verdaderamente y algo que decían que era tango pero que no lo era. Es decir, él me daba cátedras de tango”, recordó Jorge Ceballos.
Su pasión por la política, según Gonzalo Galindo, fue vivida con la disciplina casi religiosa que lo caracterizó toda la vida. “Mi papá estudió el bachillerato en el Liceo Antioqueño en un momento en el que estaba muy integrado con el mundo universitario de la ciudad y en el que se daban muchas discusiones políticas; la rebeldía de la juventud se estaba canalizando a través de la movilización y la militancia. Allí fue donde tuvo su momento de iluminación política, de conexión con la movilización social y con esto que sería casi como el leitmotiv de su vida —tema central de su vida —, desde ese momento se enganchó con las ideas políticas de la izquierda”.
El profesor Campo Elías nació en el año 1951 en Medellín, pero su familia llegó a la ciudad proveniente de Puerto Berrío, un municipio de la subregión del Magdalena medio antioqueño. Creció en el barrio Alfonso López, noroccidente de Medellín, y fue allí en donde conoció a Jorge Ceballos, quien fue su compañero de vida y militancia hasta el día de su muerte.
Sobre la forma en que conoció al profesor Campo Elías, Jorge Ceballos recordó: “Campo y yo nos conocimos desde niños, yo tenía 16 y él 14 años. Empezamos haciendo eventos culturales, clubes de poesía y nos encontrábamos mucho alrededor de lo que llamábamos en esa época el trabajo de barrio en comunidades pobres del noroccidente y el nororiente de Medellín. Luego de eso fuimos militantes de los ML, es decir, éramos orgánicos del Partido Comunista Marxista Leninista. Pero obviamente no estoy hablando de estos partidos que posteriormente tienen su guerrilla y todas esas cosas. Nosotros fuimos agitadores urbanos. Ya luego de 1985 nos concentramos en organizaciones amplias”.
El profesor Campo Elías empezó a trabajar en la Universidad Nacional el 9 de abril de 1975. Allá comenzó en el área de servicios generales, limpiando laboratorios, y luego fue asumiendo otro tipo de labores. “A los pocos años de entrar en la Universidad Nacional decidió estudiar historia, cuando tenía más o menos 27 años. Hizo parte de la primera promoción de historiadores de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. En esa oportunidad se graduaron con él personas como Darío Acevedo, quien es hoy el director del Centro Nacional de Memoria Histórica. Mi papá me contaba que ellos eran compañeros de militancia”, contó Gonzalo Galindo.
La tesis de grado del profesor Campo Elías fue distinguida como la mejor de su promoción. Allí analizó las políticas del gobierno de Alfonso López Pumarejo y su proyecto de Revolución en Marcha, con la tutoría del historiador antioqueño Álvaro Tirado Mejía, con quien sostuvo permanentes intercambios intelectuales a partir de ese momento.
Gracias a la distinción que recibió su tesis, el profesor Campo Elías tuvo la posibilidad de cursar la Maestría en Estudios Urbanos y Regionales en esa Universidad, y luego de eso se dedicó a su vida de docente universitario en instituciones como la Universidad Autónoma Latinoamericana, la Universidad Nacional y la Universidad de Antioquia, en donde dictó su última clase en 2020.
Luego de jubilarse en 2006, relató Gonzalo Galindo, “mi papá se dedica a escribir en su blog y a participar en diferentes luchas políticas. Primero se vinculó al Polo Democrático Alternativo, que era un partido que nacía como una esperanza profunda de unificación de las fuerzas de izquierda que se propuso construir una alternativa de poder en el mediano plazo. Creo que fue algo muy similar a lo que luego le pasó con la Colombia Humana. Ambos son proyectos que, en su lectura del país, irrumpían y le permitían a él y a muchos sectores de la sociedad confiar en que hubiera una propuesta sólida para transformar democrática y políticamente al país en función de unos objetivos y de unos propósitos vinculados a los ejes ideológicos de la izquierda política: la justicia social, la democracia…”.
En el año 2012, cuando el gobierno de Juan Manuel Santos anunció la apertura de las negociaciones de paz con las Farc en La Habana, el profesor Campo Elías se trazó el objetivo de ser un impulsor de esa posibilidad de encontrar una salida negociada al conflicto armado y fue entonces cuando lideró el Frente Amplio por la Paz en Medellín. Posteriormente se vinculó con la Colombia Humana, en donde militó hasta los últimos días de vida.
El profesor Campo Elías es recordado como un gran concertador y una voz reflexiva. Así lo contó Cristian Zuluaga, quien lo conoció en sus años de militancia en la Colombia Humana: “Hay una frase de Bertolt Brecht sobre que hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. Esa frase me hace pensar mucho en Campo Elías. Él podría constituirse en lo que son los hombres imprescindibles, siempre tenía una actitud muy reflexiva, porque digamos que en estas campañas está siempre presente el corre, corre; que hay que hacer la reunión, que la marcha, que la movilización, y hay muy poco espacio para la reflexión teórica o contextual”.
Elda Sorel Restrepo, quien fue compañera del profesor Campo Elías durante su militancia en la Colombia Humana, dijo que hoy esa organización padece de un vacío difícilmente reemplazable. Ella recordó que “después de las elecciones de alcaldía y concejo, la coordinación de Colombia Humana quedó muy maltrecha porque los debates electorales le hacen mucho daño a la izquierda. Entonces Campo Elías recogió la coordinación. Se puso la camiseta. Se montó en la película de volver a llamar a todos, de decirnos que teníamos que volver a reunirnos, de generar agenda, de insistir aún cuando la gente no asistía. Ese es el gran vacío que nos dejan”.
El vacío y el miedo en la Colombia Humana
Luego del asesinato de Campo Elías Galindo, Colombia Humana ha registrado cuatro asesinatos más y varias amenazas a líderes y lideresas del movimiento político, lo que genera preocupación entre sus integrantes. A esto se suma que según el informe El virus de la violencia, presentado el pasado 3 de noviembre por la organización Somos Defensores, en el primer semestre de 2020 ocurrieron 463 agresiones a defensores de derechos humanos y líderes sociales en Colombia. E, igualmente, que la situación de inseguridad de quienes participan en espacios de elección política es permanente. Según la Misión de Observación Electoral, en el primer semestre de este año fueron asesinados 81 líderes políticos y se registraron 248 hechos de violencia contra estas personas.
En medio de este contexto, Elda Sorel reconoció que “la situación en el Movimiento Colombia Humana es compleja. En estos días me ha tocado trabajar en quitarle el miedo a los demás. Nosotros somos una organización en la que hay gente muy joven, con nodos de grupos de baile, ciudadanos. Eso asusta. En el fondo, ese es el interés de los crímenes políticos. No solamente llevarse a gente muy clave para la organización, sino producir un daño en la voluntad de organización. Hay miedo, obvio que hay miedo”.
Para Cristian Zuluaga, en medio de esta situación “obviamente sentimos que lo que hay es un mensaje de miedo para desmovilizar a las organizaciones y las personas. Pero yo creo que ahora estamos pensando en que tenemos que juntarnos mucho a pesar de las zozobras, de los seguimientos, de las escuchas. Son zozobras con las que uno queda y con las que quedan también nuestras familias. No tocaron al líder carismático que sale en medios de comunicación, sino al líder que era reconocido tanto por los de la vieja guardia como por los más jóvenes. Tocaron al intelectual que se pensaba todo a partir del hacer. Entonces uno se pregunta, si tocaron a Campo Elías, más riesgo corren las personas con mayor visibilidad”.
Un mes después del asesinato del profesor Campo Elías, el Movimiento Colombia Humana emitió un comunicado en el que alertó que sus integrantes sienten que están en la mira del paramilitarismo y que las agresiones en su contra son “evidentes, sistemáticas y selectivas”. También pidió al Gobierno Nacional que tome medidas para que no se repita la masacre de la que fue víctima el movimiento político Unión Patriótica en las décadas de 1980 y 1990.
Por su parte, la familia del profesor Campo Elías, de acuerdo con lo expresado por Gonzalo Galindo, espera que el caso se resuelva pronto y se esclarezcan lo móviles del hecho, los responsables y el tipo de heridas que le causaron la muerte. “Nuestro deseo es que las autoridades actúen con mucho rigor, eficiencia y transparencia”.