Con su escultura memorial, Gloria María Posada, ganadora de los Premios Nacionales de Cultura UdeA, puso de nuevo la mirada sobre las implicaciones del desarraigo y el desplazamiento en el Urabá antioqueño. En esta entrevista habló sobre su obra.

 

Por: Daniela Jiménez González

Gloria María Posada. Foto: Jairo Ruiz.

En las fotografías, que son un boceto detallado de cómo se verá la escultura, la fachada de una casa de madera se hunde entre la tierra. Desde arriba el espectador observa un hogar que ha tomado la forma de una habitación subterránea, en lo profundo de una vivienda enterrada como excavación arqueológica. Esta propuesta monumental de la artista Gloria María Posada, titulada La Casa Desecha, fue la obra ganadora del Séptimo Premio  Memoria, modalidad Escultura Memorial, de los 52° Premios Nacionales de Cultura Universidad de Antioquia.

La escultura será instalada en la sede de la Universidad en Turbo, municipio del Urabá antioqueño en el que la artista vivió cuando era niña durante un año. Según el acta de los jurados: Clemencia Echeverri, Lucía González y Matthias Kopp, La Casa Desecha resultó ganadora, entre 24 propuestas que se postularon a la modalidad Escultura Memorial, por su “comprensión de las afectaciones a millones de personas por el desplazamiento forzado en el marco del conflicto armado, a su ‘destierro’, a su ‘desarraigo’, pero también a la manera cómo enfrentan la ‘re-exisistencia’ en los nuevos lugares donde ‘reconstruyen’ sus vidas”.

Para Gloria María Posada, esta propuesta monumental remite a la forma de vida errante de las comunidades desplazadas del Urabá antioqueño, a sus moradas abandonadas y arquitecturas limitadas. La casa enterrada, explicó la artista, es una señal de que la vivienda ha caído y no puede habitarse. Se presenta derribada, abatida y desfuncionalizada.

En la creación de esta obra, Gloria María Posada usó como referente a las viviendas que se construían en el asentamiento de Moravia, al nororiente de Medellín, en la década de 1970. Esta zona fue, durante algunos años, el sitio de arribo de desplazados de Chocó y Urabá que levantaron allí sus hogares con materiales reciclados como latón, madera y zinc. La puerta de la escultura se abrirá y se cerrará con un sensor de movimiento, ultrasónico, constituido por un motor y un sistema electromecánico oculto en el interior de la obra para protegerlo de la lluvia. La ventana, en cambio, permanecerá abierta. En el subsuelo, debajo de la puerta, la artista situará una mesa rectangular con una silla en cada cabecera.

Hacemos Memoria conversó con Gloria María Posada, quien es además es crítica, antropóloga y poeta, acerca del proceso de creación de esta propuesta monumental, del mensaje de la escultura y de su reflexión sobre el desarraigo.

 

¿Por qué eligió a Turbo para el emplazamiento de la escultura?

La escultura La Casa Deshecha tiene como propósito contrastar la sede de la Universidad de Antioquia en Turbo, sus espacios, arquitecturas y situaciones, con la forma de vida errante de los desplazados, con sus moradas abandonadas y reconstruidas en un éxodo constante por diversos barrios pobres de Medellín. Así se da un proceso de re-territorialización en un nuevo contexto que reúne lo histórico y lo contemporáneo.

La subregión de Urabá y, específicamente Turbo, ha vivido desde hace varias décadas múltiples conflictos sociales y enfrentamientos de distintos grupos armados que luchan por el control del territorio, lo que ha ocasionado el desplazamiento de sus habitantes y, en muchas ocasiones, la muerte, la desaparición forzada, el desmembramiento familiar y la condena a la mendicidad en grandes ciudades colombianas. Estas problemáticas no resueltas y otras coyunturas históricas crearon la situación actual, en la que las perspectivas de paz se diluyen frente a las posibilidades de una confrontación generalizada, aunque las búsquedas de acuerdos y conciliaciones entre los diferentes actores del conflicto han sido numerosas y constantes, y las acciones que buscan en el presente la reparación a las víctimas han enfrentado a la injusticia y al olvido.

¿Qué sigue ahora para el proyecto?

Se iniciará el proceso de trabajo con la Universidad de Antioquia y con la sede Ciencias del Mar en Turbo, se tramitarán los permisos de intervención del lugar y de construcción de la obra. Trabajaremos con el arquitecto Óscar Correa para definir los últimos detalles del proceso constructivo y organizaremos un cronograma que, ojalá, no se vea muy afectado por la pandemia que estamos viviendo.

El levantamiento de planos, diseño y ejecución será realizado por Praxis Taller de Arquitectura y Construcciones S.A.S. El arquitecto Óscar Correa fue quien hizo los planos del diseño estructural, la definición técnica y constructiva, y el presupuesto detallado de cada aspecto de la materialización y logística de la obra.

¿Desde hace cuánto ha trabajado en su obra lo relacionado con conflicto armado?

A partir de 1992 empecé a realizar obras con comunidades y en 1999 abordé las problemáticas sociales del país, por mi relación con la comunidad de Sabanalarga, Antioquia, donde hice trabajos de campo antropológicos con la Universidad de Antioquia entre 1989 y 1991, principalmente con la profesora Aida Gálvez. Esta población sufrió en 1998 la problemática del desplazamiento forzado. La confrontación de diversos grupos armados en la región y los intereses sobre la construcción de la represa Pescadero-Ituango son causa de ello y punto de partida de las obras Fragmentos Territorio Sumergido  y Mapa (2000) —instalación que remite al desplazamiento forzado. En esta propuesta, Posada recopiló fotografías de las manos de 300 campesinos desplazados en Sabanalarga—.

Siempre me ha parecido que trabajar sobre la violencia en Colombia es muy delicado, pero, cuando sucedieron las masacres en Sabanalarga en 1998, mis colegas antropólogos, liderados por la profesora Aida Gálvez, me solicitaron que desde el arte difundiera los hechos. Como a la comunidad campesina la conocí diez años atrás, cuando eran pobres, pero vivían tranquilos, sentí que era un deber ético hacerlo.

¿Cómo empezó la pregunta por la casa y su relación con el conflicto?

Las primeras reflexiones que hice sobre la casa como representación del habitar fueron a partir de la invitación que me hizo la Corporación Región para participar en su proyecto En la ciudad todos, tenemos nuevos vecinos. Yo diseñé varias propuestas y ellos escogieron la acción urbana Moradas (2002) que hicimos con la comunidad desalojada de Barrio Triste en diferentes espacios públicos de Medellín. Cada persona o familia construyó in situ su cambuche —casa efímera de plásticos o cartones donde cotidianamente viven— y todos formaron un barrio que recorrió diversas coordenadas geográficas de Medellín.

Otra de las propuestas que yo le presenté a la Corporación Región en ese proceso fue Ciudades, que materialicé en el Encuentro Internacional de Arte MD 07 con el Museo de Antioquia. Ciudades tuvo como propósito contrastar a Medellín, sus espacios, arquitecturas y situaciones con la forma de vida errante de los desplazados. La fachada de una casa cuyo modelo constructivo reprodujo una vivienda del asentamiento Moravia, al nororiente de Medellín, se incrustó en diversas edificaciones, recorriendo en el transcurso de tres semanas las distintas coordenadas del área metropolitana y sus variados contextos sociales.

¿Qué significa habitar una casa que ha sido abatida y derribada?

Básicamente, lo que el proyecto La Casa Deshecha indica es que esa casa no puede ser habitada y que sus materialidades, formas y estructuras, son una memoria de un territorio que ya no existe y que solo se puede evocar desde la errancia.

¿Cómo este trabajo la ha hecho reflexionar sobre las ruinas y sobre esa memoria reinterpretada?

Todo esto ha estado presente en mi trabajo desde hace ya casi dos décadas y también atraviesa otras vivencias y lenguajes como mi escritura poética. Entonces La Casa Deshecha indica un espacio escultórico donde confluyen todos esos imaginarios y, asimismo, esta casa abatida sobre la tierra generará otros procesos plásticos y artísticos en los próximos años.

En relación con todo esto quiero compartir este poema que escribí en 2008:

País

Quiénes

serán perseguidos

y huirán

de sus tierras

casas

cultivos

En selvas y ciudades

en la intemperie

sanarán algún día

sus heridas

Quiénes quedarán

en sus campos

tendidos

sin poder levantarse

y correr.

¿Qué nos sigue diciendo una escultura como está y qué les dice a los espectadores sobre el desarraigo, sobre Colombia?

En La Casa Deshecha, desde un lenguaje artístico contemporáneo en correspondencia y complementariedad con el trabajo anteriormente realizado como artista, profundizaré en el imaginario que tienen las gentes sobre la casa, la pérdida, la soñada, la que los espera en un futuro como una tierra prometida a la que algún día llegarán.

 

Imagen: Facebook Gloria Posada.