Augusto González Velásquez creó este lugar de memoria en 2019, en honor a su hermano asesinado a fines de los años ochenta en la mansión Montecasino, en el barrio El Poblado de Medellín. Pero ahora, el Museo está en crisis por la pandemia.

 

Por Pompilio Peña Montoya

Fotos: Facebook del Museo

Desde el 15 de mayo del 2019, Augusto González Velásquez, quien por años ha recopilado información sobre los orígenes y las consecuencias del conflicto armado en Colombia, creó la Fundación Museo Casa de la Memoria de Dabeiba. Elkin González Velásquez con el objetivo de construir memoria y verdad acerca de lo que ha pasado en esa población del Occidente de Antioquia. Este lugar de memoria cuenta con una biblioteca rodante, archivos particulares de familiares de las víctimas y fotografías de personas desaparecidas y asesinadas en medio del conflicto.

La fuente de inspiración para que Augusto decidiera emprender esta iniciativa de memoria con el apoyo de familiares y amigos, fue su hermano Elkin González Velázquez, secuestrado, torturado y asesinado el 5 de octubre de 1988, cuando era estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad de Medellín y trabajaba como asistente del defensor de Derechos Humanos Jesús María Valle Jaramillo, asesinado el 27 de febrero de 1998 en la capital antioqueña.

“Le prometí a Dios que el tiempo que me quedara se lo dedicaría al reconocimiento, asesoramiento y acompañamiento a las víctimas en Dabeiba”, comentó Augusto González, quien ahora lucha por mantener este lugar, donde líderes sociales y víctimas del conflicto han encontrado un refugio para la reflexión y han recibido apoyo frente a las rutas más expeditas para ser reparados por el Estado.

Ana Cecilia Guzmán, de 37 años, quien apoya la labor del Museo y hace parte de la Mesa de Víctimas del Dabeiba, conformada por catorce líderes sociales que representan a 97 Juntas de Acción Comunal, es una de las personas que ha encontrado un espacio para hacer memoria en este lugar. Su padre, Óscar Guzmán, fue secuestrado por la guerrilla de las Farc en el 2003 y desde entonces desconoce su paradero. Para ella, “el trabajo que hace don Augusto es valioso, pues se ha encargado de adaptar un lugar con fotografías de personas que fueron asesinadas y otro tanto de personas desaparecidas. Este esfuerzo, que debería hacer el Estado, lo hace él, y para las nuevas generaciones es muy importante, más en un pueblo en donde tenemos, según el Registro Único de Víctimas, 18.914 víctimas y cerca de 490 desaparecidos”.

Ana Cecilia añadió además que el trabajo de Augusto les ha servido a varios líderes para construir algunas de las líneas de acción de la Mesa de Víctimas, como la de emprender con la juventud trabajos para tejer memorias y aprender sobre la historia del municipio. “Ahora que estamos en cuarentena es imposible llevar a cabo nuestros planes de trabajo con la comunidad; sin embargo, los líderes no dejamos de estar en contacto para apoyarnos en lo posible, sobre todo en temas de seguridad”, comentó Ana.

 

Memoria de las víctimas: un caso entre cientos

En una de las fotografías expuestas en el Museo Casa de la Memoria de Dabeiba aparece el rostro de Luis Cartagena Pozo, quien según cuenta su hermana Blanca Rosa Cartagena Pozo, hoy de 57 años, fue cruelmente asesinado el 12 de octubre de 1996 por miembros de la extinga guerrilla de las Farc.

“A él lo amarraron a un árbol un día entero al sol y no nos dejaban darle agua. Yo estaba con él cuando lo raptaron. Yo les decía a los miembros de la guerrilla que esperaran a que llegaran los tíos de él para que intercedieran, ya que mi hermano era un joven campesino. Pero no se pudo. Me amenazaron y decidí irme a eso de las seis de la tarde. Luego escuchamos los tiros. Dos horas después nos llegó la noticia de que habían confundido a mi hermano con otro hombre”, recuerdó Blanca Rosa, quien ha sido desde entonces desplazada varias veces y hoy vive con su pareja en el sector de invasión conocido como La Meseta, en una vivienda con paredes de plástico y techo de zinc, a diez minutos del casco urbano de Dabeiba.

Blanca Rosa conoció el Museo por casualidad. A finales del año pasado pasó por el lugar y decidió entrar: en la colección de fotografías, cerca de unas cincuenta, logró identificar a quienes, años atrás, habían sido sus amigos. Allí, Augusto se presentó y le contó cuál era el propósito de este proyecto museográfico. Ocho días después, Blanca llevó al lugar la única fotografía que conservaba de su hermano.

“Cuando entré al museo comprendí más firmemente que el caso de mi hermano era uno entre cientos en Dabeiba que aún están en la impunidad”, comentó Blanca Rosa, quien ha sido objeto de desalojos en dos ocasiones, junto a 500 personas más, la mayoría de ellas víctimas del conflicto a lo largo y ancho de una zona conocida como la Puerta del Urabá, cuyas trochas unen a los departamentos de Córdoba, Antioquia y Chocó por medio de un corredor montañoso llamado el Cañón de la Llorona.

 

En busca de ayudas

Los primeros en establecerse en Dabeiba fueron las Farc, hace más de 30 años, aprovechando el abandono estatal y generando extorsiones, desplazamientos, asesinatos y desapariciones en medio del conflicto. A mediados de los años noventa, hizo presencia en la región el Bloque Elmer Cárdenas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), bajo el mando de Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’. Fue entonces cuando se intensificó la confrontación entre las Farc, las AUC y las fuerzas del Estado.

Este conflicto, generó todo tipo de victimizaciones y hechos de violencia. Augusto González Velásquez, de 66 años y con estudios en Derecho y Ciencias Políticas, ha recopilado información de muchos de estos actos de horror, hoy consignados en la biblioteca del Museo y en sus archivos personales. Estos datos le han permitido investigar y escribir sobre hechos particulares, como el asesinato de su hermano Elkin González Velázquez, ocurrido, según el mismo Augusto, en la mansión Montecasino, propiedad de los hermanos Fidel, Carlos y Vicente Castaño, comandantes de las AUC, ubicada en el barrio El Poblado de Medellín.

Augusto González lleva la Biblioteca Rodante del Museo Casa de la Memoria de Dabeiba a diferentes sectores urbanos y rurales de esa población del Occidente de Antioquia. Foto: Facebook del Museo.

Lastimosamente, por cuenta de la pandemia, las puertas del Museo, ubicado en la carrera Murillo Toro N° 9 – 34 de Dabeiba, se encuentran cerradas, lo que dificulta continuar nutriendo sus contenidos y desarrollando sus labores sociales. Esto afecta el proceso de memoria de este lugar que, según Augusto González, “debe seguir vivo para que las nuevas generaciones puedan conocer los pormenores de la guerra en la que vivieron sus padres y sus abuelos por cuenta guerrillas y paramilitares”.

Ante las dificultades que ha traído el contexto actual, Augusto González no solo pide apoyo a las instituciones del Estado y organismos de cooperación, sino también a las víctimas, la academia y las organizaciones sociales que pueden aportarle a este Museo materiales museográficos y documentos para mejorar las exposiciones y el archivo de este espacio.

Por ahora, Augusto González está en la tarea de adquirir la Personería Jurídica del Museo ante la Cámara de Comercio de Urabá y de fortalecer los programas que le permitirán dar a conocer este lugar y buscar alternativas para su sostenimiento.

“Quiero seguir carnetizando a las víctimas que se han ido vinculando poco a poco con el Museo; quiero también seguir con las ‘andanzas barriales’, la biblioteca rodante, las proyecciones de películas y abogar por las víctimas de este municipio hasta mis últimos días”, expresó Augusto González.