Cuestionamientos a Medellín Abraza su Historia, la estrategia de memoria que financian en conjunto la Alcaldía de Medellín y los grandes grupos empresariales de la ciudad.
Por: Karen Parrado & Danilo Arias*
Periodistas de De la Urbe
Con la implosión del edificio Mónaco, en febrero de 2019, se inauguró el proyecto Medellín Abraza su Historia, la estrategia de memoria que financian en conjunto la Alcaldía de Medellín y los grandes grupos empresariales de la ciudad. El relato que propone sobre las víctimas del narcotráfico, la ausencia de una convocatoria plural y la naturaleza de sus recursos han generado cuestionamientos alrededor de una iniciativa que se debate entre una apuesta de memoria y una campaña publicitaria.
Dicen que la noche de la masacre del bar Oporto en Envigado, el 23 de junio de 1990, cuando fueron asesinados 26 hombres jóvenes, en una de las paredes del lugar se leía: “Los ricos también lloran”. Dicen, porque es uno de los tantos relatos sin consenso que hay sobre la violencia del narcotráfico en esta ciudad. 19, 23, 26. El número de muertos ha estado en discusión desde esa noche. Y es que cuando a los oídos de la gente llegan relatos como este hace eco la palabra ‘también’ porque, curiosamente, en ella se sienten incluidos unos y excluidos otros.
Que los ricos de una sociedad vivan en carne propia las desgracias que parecen ensañarse solo con los grupos sociales más desprotegidos genera una extraña empatía, sobre todo en una ciudad acostumbrada a narrarse desde la desgracia de los pobres cuando de la violencia se trata. Si un rico llora se exalta un tipo de justicia colectiva cobijada por la idea de que la violencia no respeta estratos, pero si las lágrimas de unos empiezan a ser más dignificadas que las de otros es posible que se empiece a quebrar cualquier esfuerzo de memoria.
Justamente, 29 años después de Oporto, la élite política, económica y altos oficiales de la Fuerza Pública se reunían en el Club Campestre de Medellín para inaugurar un nuevo relato sobre la violencia del narcotráfico. Al mediodía del 22 de febrero de 2019, al terminar su discurso, el alcalde Federico Gutiérrez dio la orden para activar la carga explosiva que demolió los ocho pisos del edificio Mónaco.
Desde entonces, la Alcaldía de Medellín puso en marcha un proyecto de memoria denominado Medellín Abraza su Historia, enfocado en recordar a las víctimas del narcotráfico y en reemplazar por medio de este ejercicio “la cultura de la ilegalidad por una de la legalidad”.
La implosión de la que fue la residencia de Pablo Escobar y su familia durante los ochentas, fue el inicio también de un discurso que ha buscado posicionar un tipo de relato y un perfil de las víctimas de aquella época en la que un ‘nuevo rico’ como Escobar —poco bienvenido entre los ricos de siempre— atentó contra la ciudad y contra escenarios muy populares de su vida urbana con carros bomba, secuestros y asesinatos a sueldo de políticos, militares y policías.
Los inversionistas de la memoria
Con la implosión del Mónaco, la Alcaldía de Medellín puso los primeros 2.650 millones de pesos de una inversión que, de acuerdo con las explicaciones oficiales, tiene “una intención ambiciosa y de largo plazo[…] pues estaríamos hablando, atendiendo a sus objetivos, de cuánto dinero o presupuesto se requiere para lograr o alcanzar la transformación de esta ciudad”, como afirmó en julio de 2019 el secretario privado de la Alcaldía, Manuel Villa Mejía, en respuesta a un derecho de petición de De la Urbe.
La misma administración ha dicho que esa inversión será asumida por medio de una alianza público-privada. “El presupuesto originalmente estimado [para la estrategia] se calculó aproximadamente de 30 a 35 mil millones de pesos, el cual se le propuso al sector privado que, por un peso invertido por ellos en la estrategia, la Alcaldía gestionaría un peso”, indicó el funcionario en la misma respuesta.
En un segundo derecho de petición, De la Urbe solicitó información más detallada sobre la financiación y los aportes de la empresa privada a Medellín Abraza su Historia. En la respuesta del 15 de octubre de 2019, firmada por la asesora de la Secretaría Privada, María Paulina Patiño, la Alcaldía señaló que había 14 empresas (ver recuadro) vinculadas a la estrategia y afirmó que “los aportes realizados [por estas] a la fecha suman $2.483.200.000. Aunque existen también aportes en especie o asesorías por parte de la academia en el proceso”. De esta manera, al aplicar el postulado de la Alcaldía, el costo de lo ejecutado hasta el momento en el marco de la estrategia es cercano a los cinco mil millones de pesos.
Estas son las empresas que según la respuesta entregada a De la Urbe por la Alcaldía de Medellín participan en la financiación de Medellín Abraza su Historia. Pese a que fue solicitado, el documento no discrimina los aportes de cada una: |
Sura
Mineros S.A. Tigo Compañía de Empaques Cueros Vélez Grupo Bancolombia TCC Cadena Grupo Nutresa Corbeta Corona Fundación Éxito Metro de Medellín Colegio Mayor de Antioquia |
De acuerdo con esa misma respuesta, hasta octubre 15 la Alcaldía había desarrollado tres iniciativas vinculadas a Medellín Abraza su Historia en las que había invertido poco más de 291 millones de pesos. La primera de ellas fue un “evento de sensibilización” realizado por la Secretaría Privada previo a la implosión del Mónaco por un valor de 39 millones, “representados en operación logística para unos pendones, silletas, grafitis alusivos a la estrategia ‘Medellín Abraza su Historia’”.
La segunda es la estrategia educativa ‘En mi Colegio, Medellín Abraza su Historia’, cuyo público objetivo son los directivos, maestros, líderes y estudiantes “que, juntos, inciden en la transformación ética y cultural de nuestra ciudad”. Hasta el momento de esa respuesta, esta estrategia había impactado, según la administración, a “50.000 miembros de la comunidad educativa” y se habían invertido 250 millones de pesos.
La tercera intervención fue un taller de co-creación de turismo de memoria con diferentes empresarios y actores del sector con el fin de “construir una guía de lugares de memoria asociados al narcoterrorismo entre 1983 y 1994”. En esta, la administración invirtió dos millones de pesos con el objetivo de visibilizar a Medellín como una ciudad “de memoria y transformación”.
El vínculo entre la Alcaldía y la empresa privada como financiadores de esta estrategia ha sido uno de los puntos controvertidos por sectores críticos a la administración de Federico Gutiérrez. No solo porque este respalda dicha inversión con el argumento de que es “la memoria del lado correcto de la Historia”, sino porque simplifica las relaciones entre las víctimas y los victimarios de una época sobre la que aún están pendientes muchas versiones por contar.
“Los peligros de la memoria oficial es que luego llegará otro que hará otra memoria oficial. Lo de Medellín Abraza su Historia tiene la impronta de esta administración: una cosa llena de anuncios pero hueca de contenido y de argumentos”, destaca Marta Villa, directora de la Corporación Región y una de las voces críticas del proyecto de memoria de la Alcaldía.
En relación a la construcción de memoria sobre el período del narcotráfico, una fuente que trabaja para la Alcaldía de Medellín en temas relacionados con memoria y conflicto plantea que “si somos objetivos y hablamos de narcotráfico tendríamos que hablar de un fenómeno que permeó todas las capas sociales de la ciudad en los ochentas y noventas. Nunca se entendió el fenómeno del narcotráfico como un avance de la guerra rural hacia las ciudades que es lo que estamos viendo hoy”. La misma fuente asegura que los funcionarios de la administración municipal expertos en temas de memoria y víctimas nunca fueron consultados para el diseño o la implementación de esa iniciativa.
Por su parte, Laura Gallego, directora del Centro de Análisis Político de la Universidad Eafit, cree conveniente la inversión del sector privado en Medellín Abraza su Historia aunque afirma que lo indicado sería plantear un ejercicio de memoria sostenible en el tiempo. “Si se queda en la administración pública como un proyecto del alcalde se pierde la posibilidad de que el asunto sea un detonante para la conversación en la ciudad”, asegura.
La alianza entre la Alcaldía y el sector privado tiene una proyección de tiempo indefinida como lo ha expresado en varias oportunidades la administración municipal y, aunque este aspecto es uno de los más controversiales entre los críticos de la estrategia, Gallego señala que el sector empresarial “hace bien invirtiendo en este tipo de iniciativas porque es la única manera de garantizar la sostenibilidad en el largo plazo”.
Inflexión
La inversión más publicitada por la Alcaldía dentro de Medellín Abraza su Historia ha sido la construcción del Parque Memorial Inflexión en el lote donde estaba el Mónaco. Un espacio actualmente en construcción que fue anexado al programa Parques para Vos (que en principio solo contaba con recursos para la adecuación y el mejoramiento de parques ya existentes) y que constituye una línea contemplada en el Plan de Desarrollo 2016-2019, formulado cuando no se especulaba siquiera con la demolición del edificio de Escobar.
La construcción del parque Inflexión tiene como plazo límite de entrega el 31 de diciembre de este año y su costo está presupuestado en 11.700 millones de pesos asignados a la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU) en dos contratos: uno por 4.700 millones para “la generación de un nuevo espacio público”, y otro de 7.000 millones para “la gerencia, gestión, construcción e interventoría del Parque Memorial Inflexión”.
En junio de este año, la Veeduría del Plan de Desarrollo de Medellín señaló que para finales de 2018 Parques para Vos había ejecutado 128.704 millones de pesos, cuando su presupuesto asignado para el cuatrenio había sido estipulado en 24.650 millones. Esto representa una sobre ejecución de más del 500 por ciento.
Los eventos del recuerdo
“Aquí se le ha hecho la guerra a personajes y no al fenómeno. Pablo Escobar es solo un personaje, él no empezó el negocio del narcotráfico ni lo terminó ni su muerte acabó con él”, afirma el escritor Gilmer Mesa. Para él, Medellín Abraza su Historia es un ejercicio más mediático que reflexivo sobre la violencia y, en especial, sobre quiénes fueron víctimas.
Esta es una crítica que ha encontrado eco en personas y organizaciones que trabajan en procesos de memoria en la ciudad. “Hay que conocer primero la historia y reconocer lo que está sucediendo hoy porque partimos de la base de que eso fue historia y de querer voltear la página y mostrar una ciudad diferente, pero no podemos desconocer que hay algo que continúa ahí y muy vigente”, dice el mismo funcionario de la administración que prefiere mantener su identidad en reserva.
De hecho, en una ciudad donde son difusos los límites entre legalidad e ilegalidad, y en la que las herencias del narcotráfico persisten, proclamar una lista única de 46.612 víctimas (entre 1983 y 1994) como lo hace Medellín Abraza su Historia es una de las contradicciones más fuertes. Esa cifra ha sido reiterada durante 2019 y los diseños del Parque Memorial Inflexión contemplan en sus paredes la ubicación de igual número de orificios para homenajear a las que, según el relato de la administración, son cada una de las víctimas del narcotráfico.
Sin embargo, ese número es la suma de la totalidad de las personas asesinadas en la ciudad en ese periodo de tiempo con base en los registros oficiales. Eso significa que allí estarán en efecto víctimas del narcotráfico, pero también personas asesinadas en disputas de convivencia e incluso habrá un orificio que represente al propio Pablo Escobar.
“Me parece cínico, paradójico, absurdo que vayamos a hacer un memorial en el único sitio donde el victimario fue víctima”, agrega Gilmer Mesa, recordando también el carro bomba que ‘Los Pepes’ detonaron en el Mónaco el primero de enero de 1988, y que marcó la guerra entre los carteles de Medellín y Cali. Incluso, ese atentado está registrado como una entrada en la pestaña de ‘Historia’ del portal web de Medellín Abraza su Historia.
Por otra parte, la transformación del relato de ciudad sobre la época del narcotráfico tampoco debería suponer la verticalidad con la que, según algunos de sus críticos, se ha implementado la iniciativa. En el marco de ese proyecto la Alcaldía ha realizado varios eventos e intervenciones en la ciudad desde su lanzamiento en febrero de este año y algunos de ellos han contado con la participación de entidades reconocidas por su trayectoria en trabajos de memoria en la ciudad.
Sin embargo, la misma fuente de la administración apunta que dicha relación ha estado atropellada por decisiones unilaterales de la Alcaldía que ubican la acción de estas entidades como ejecutores logísticos más que como interlocutores sensibles con los procesos urbanos de memoria. “Eso es engorroso porque supone un proceso, supone meses y años de estar con la gente”, destaca.
Además, señala que la construcción de memoria no puede partir de una directriz jerarquizada por un mandatario o una única organización, pues descompone la esencia del diálogo sobre lo que pasó en una ciudad llena de fronteras tanto territoriales como socioeconómicas.
Actualmente está en curso un proyecto de acuerdo municipal que busca establecer a la estrategia Medellín Abraza su Historia como “medio para la recuperación colectiva de memoria” en la ciudad. Entre varias disposiciones, el documento se refiere al Museo Casa de la Memoria como “la entidad natural llamada a liderar esta iniciativa” y propone que la financiación de la misma “no generará gastos adicionales al Municipio de Medellín”.
De acuerdo con ese proyecto, el Museo Casa de la Memoria dispondrá de los recursos físicos, humanos, presupuestales y financieros para sostener la iniciativa. También propone que el 22 de febrero sea institucionalizado como el día de la estrategia “para conmemorar la memoria y honrar el dolor y la valentía de quienes padecieron y enfrentaron el terror del narcotráfico, la ilegalidad y la mafia”, como expresa el borrador presentado al Concejo Municipal.
Para la directora de la Corporación Región, “el deber del Estado más que hacer memoria es generar condiciones adecuadas para que eso pase diversamente”. Aunque la memoria siempre será un relato en construcción en el que es deseable que participen el mayor número de actores posibles, “el artificio conceptual entre buenos y malos lleva a que finalmente la sociedad no asuma su responsabilidad sobre eso y no se interrogue porque allá hay unos malos que produjeron todo esto. Basta con señalar”, subraya Villa.
Así han proliferado relatos desde la ficción, en los que la figura del victimario seduce la necesidad de la ciudad por encontrar representación. Las novelas, series y mitos urbanos han elaborado una memoria accesible en la que la ciudad, de alguna manera, ha sobrevivido al recuerdo y al ritmo violento del que aún no logra desligarse completamente.
*Este artículo fue publicado originalmente en la edición 97 del periódico De la Urbe, en diciembre de 2019.