Un nuevo espacio en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá estará dedicado a una exposición permanente sobre la historia rural de Bogotá y sus encuentros —o desencuentros— con el conflicto armado.
Por: Adrián Atehortúa
Es un dato diciente y poco difundido: el 75 por ciento de Bogotá es rural. Más allá de la ciudad asentada en la sabana, con sus edificios, sus plazas, sus innumerables iglesias, gentíos y trancones, se encuentra una enorme riqueza natural entre los cerros, las cordilleras, los páramos y los humedales. Cualquiera puede tomar el mapa y si suma todas las partes que son campo en cada localidad de la capital obtendrá esa importante cifra que deja descolocado a más de uno: Bogotá es mucho más campo que ciudad. Y esa enorme parte del distrito es, al mismo tiempo, la menos poblada.
Por ejemplo, solo Sumapaz ocupa el 45 por ciento del total del territorio del distrito capital, siendo así la localidad más grande y al mismo tiempo la menos poblada, pues solo la habitan 7.457 personas. Su carácter es netamente rural y así ha quedado consignado estrictamente desde su constitución en 1986, en gran parte para conservar y proteger el páramo que le da nombre, el más grande del mundo, y la mayor reserva de agua del centro del país. A esta le sigue Usme, que ocupa el 26 por ciento del territorio del distrito y es, sin duda, la localidad en la que se vive con mayor intensidad el contraste de la densidad de la ciudad y la parsimonia del campo.
Ambas localidades se ubican en el extremo sur del distrito y fueron algunos de los últimos territorios en adherirse oficialmente al yugo de la capital en su enorme onda expansiva. Eso, en gran parte, explica por qué a pesar de estar tan cerca del centralismo de mayor poder gubernamental del país, han pasado una larga historia de abandono estatal que, como en cualquier caso de las antípodas colombianas, ha propiciado que todo tipo de violencias y luchas se hayan presentado ahí a lo largo de su historia.
A diferencia de muchos de los largos procesos de violencia que han azotado la geografía colombiana, el caso de Usme, Sumapaz y las demás ruralidades bogotanas ha sido poco contado, en gran parte porque han sido las dinámicas del caos de la ciudad las que han predominado en el distrito. Estar tan cerca de la ciudad ha implicado también ser opacado por ella. Esa deuda ocupó al Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá (CMPR), que tras una ardua investigación presentó la exposición permanente Bogotá 75%.
Construida en cuatro módulos que presentan los resultados de los laboratorios de paz que el CMPR realizó en Sumapaz y Usme, la exposición explica al asistente de manera didáctica esa historia casi vedada de esa enorme parte que también es Bogotá y que ha puesto una cuota de dolor significativa en el conflicto armado del país. Con voces, manifiestos, testimonios, arte, costumbres, dibujos y objetos de sus pobladores se reivindican también las historias de sus líderes, sus causas, luchas y heridas.
Entre las herramientas que se exponen se destaca una minuciosa línea de tiempo que detalla cada uno de los eventos violentos que se han presentado en esos territorios desde los tiempos de la colonia hasta el reciente dominio de la guerrilla de las FARC y sus enfrentamientos con el Batallón de Alta Montaña del Ejército Nacional en la primera década del siglo XXI. Hay también un enorme mapa del distrito en forma de rompecabezas que permite dimensionar las proporciones de la superioridad territorial de la Bogotá rural. Y, por último, una serie de cuentos escritos e ilustrados por niños de las zonas, producto de los talleres de escritura de los laboratorios de paz, que permiten conocer las visiones de la infancia en el campo y el futuro de las nuevas generaciones de campesinos.
Bogotá 75% se exhibe de lunes a sábados en el CMPR de 8:00 am a 5:00 pm. Su contenido es uno de los ejercicios más completos en el conocimiento de ese contratante mundo del campesino de la capital. Hasta el visitante más desprevenido puede sentir que asiste a una historia de Bogotá que se le cuenta por primera vez.
Sin comentarios