El 23 de noviembre de 1989 se fundó en Medellín la Corporación Región, una organización no gubernamental que ha apostado por profundizar la democracia, la equidad y la paz en la ciudad y el país.

Por: Juan Camilo Castañeda
Fotos: archivo particular

El año 1989 fue uno de los más violentos en la historia de Medellín, una ciudad que entonces parecía condenada a la oscuridad perpetua. Sus calles eran escenarios de la violencia que se produjo en el marco de la guerra del Estado y los carteles del narcotráfico, los cuales contaban con el servicio de cientos de bandas. Por otro lado, era un momento de plena persecución contra líderes políticos y defensores de derechos humanos por parte de grupos paramilitares y la presencia de milicias urbanas de los grupos insurgentes en distintos sectores de la ciudad.

Medellín era considerada la ciudad más violenta del mundo. Una distinción que sostuvo durante varios años consecutivos. Sin embargo, su realidad profundamente turbulenta tenía matices. En las décadas del ochenta y del noventa surgieron múltiples organizaciones e iniciativas desde la sociedad civil que imaginaron un futuro distinto.

El 23 de noviembre de 1989, por ejemplo, 21 jóvenes fundaron la Corporación Región. Habían pasado tan solo 14 días desde la caída del muro de Berlín, uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea y, aunque parecen hechos desconectados, la creación de Región tiene como punto de partida los debates que planteaba el fin de la bipolaridad y la hostilidad entre regímenes socialistas, comunistas versus regímenes liberales, capitalistas.

Las 21 personas que fundaron Región hacían parte del Instituto Popular de Capacitación (IPC), organización no gubernamental en la que se dio una división debido justamente a esos debates que desencadenaba el fin de la Unión Soviética. Según Rubén Fernández, uno de los pioneros de Región, a un lado de las discusiones se encontraban quienes leían y ponían sobre la mesa los textos de las políticas de la glásnost y de la perestroika, donde Mijaíl Gorbachov plasmó su visión sobre la apertura del régimen soviético, mientras que el otro sector del IPC citaba el documento de Santa Fe II, donde se desarrollaba, desde Estados Unidos, la política de seguridad de nacional para América Latina.

Aunque las diferencias ideológicas eran marcadas, la pregunta sobre las formas de alcanzar objetivos políticos y sociales fue, quizás, la razón que más agudizó la crisis interna en el IPC. Mientras un sector argumentaba que la violencia en algunos casos era legítima, los 21 que fundaron Región defendían la idea de que “la forma cómo se expresaba la violencia en los barrios de Medellín era distante del discurso que defendíamos como método de construcción de nueva sociedad”, comenta Rubén.

Marta Villa, actual directora de Región y quien también fue una de las fundadoras, recuerda aquellos episodios marcados por la efervescencia de lo que ocurría en la ciudad, pero también el contexto internacional. A pesar de las diferencias, el deseo era no dividir el IPC, por ello, “la ruptura fue muy dura, porque habíamos compartido durante años con las personas que estaban allí, era un proyecto colectivo; entonces, no fue sencillo porque no fue un asunto exclusivamente ideológico, sino también afectivo. A mí me dio tristeza no poder sostener una apuesta colectiva”, dice.

Las 21 personas que se separaron del IPC decidieron poner en un fondo común el dinero que les correspondía por la liquidación, con esa “vaca” les alcanzaba para funcionar tres meses. Rápidamente se distanciaron de las lógicas que eran hegemónicas en el mundo de las organizaciones no gubernamentales: era regla ser anti estatales, pero Región quiso establecer una relación con el Estado, como una estrategia para transformarlo e incidir en la democracia. El rol que ocupaban las organizaciones no gubernamentales era de acompañamiento y de vocería de sectores populares, Región se plantó como un actor social y político en sí, teniendo una opción preferencial por los más desprotegidos y decidieron apostar por un trabajo académico y de producción de conocimiento que les permitiera entender las problemáticas de Medellín para proponer acciones de transformación.

Por esas características Juan Sierra, quien llegó a la organización en 1992, define a Región como un pensador-comunicador, una actitud que según él le dio un tipo particular de liderazgo: “Región es un espacio y un actor que hace resistencia en Medellín”, afirma.

Sierra terminó hace unos meses un inventario de las actividades desarrolladas por la organización en los treinta años. Según este trabajo, los esfuerzos han estado puestos en cuatro ejes: una apuesta por transformar la educación y la escuela, enfocado en la realización del derecho a una educación de calidad; el segundo, enfocado en los derechos humanos, los conflictos, las violencias y la paz; otro enfocado en la gestión urbana de la ciudad, especialmente en el derecho a la ciudad; y finalmente una apuesta por la gestión estratégica de las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil.

“Región hizo una cosa que en su momento fue muy audaz, que fue establecer una relación de colaboración y no de confrontación con el Estado, como la que estableció con la consejería para Medellín. Los que estaban ahí olfatearon que con esa entidad se podía conversar y se podían hacer cosas”, explica Juan.

En eso coincide Marta, quien destaca que era una actitud necesaria si la intención era profundizar la democracia y transformar el Estado: “Nosotros incidimos en el sistema de planeación municipal, los planes de desarrollo locales, la política de juventud, de víctimas, de desplazamiento forzado, esa era la vía que teníamos: lograr que esa agenda local y política que teníamos llegara al Estado. Queríamos que la visión de derechos humanos no fuera solo de las organizaciones no gubernamentales sino también del Estado”, anota Marta.

Un ejemplo de esa relación que puede ilustrar los frutos del trabajo con el Estado, fueron los Seminarios Alternativas de Futuro para Medellín que organizó Región con la Consejería Presidencial. Fue un proceso que consistió en realizar foros y mesas locales con líderes y ciudadanos en cada una de las comunas, quienes posteriormente llevaban sus reflexiones y propuestas a los Seminarios. “Esto terminó siendo muy valioso, más allá de convocar a un evento, para la mayoría de las zonas era la primera vez que a esas alturas del siglo XX se hacía un evento en las comunas populares con una figura de primer nivel del estado colombiano presente”, recuerda Rubén.

En esos primeros años Región se volvió un actor protagónico en la ciudad, se publicaron libros e investigaciones de sus integrantes como No nacimos pa’ semilla, de Alonso Salazar; y, Medellín en zonas, de Gloria Naranjo Giraldo, y Las subculturas del narcotráfico, de Alonso Salazar y Ana María Jaramillo, que se volvieron referentes para entender la ciudad. Al tiempo que adquirió visibilidad por sus estrategias comunicativas como los programas Muchachos a lo bien, Arriba mi barrio o la campaña Tenemos nuevos vecinos, esta última con la que visibilizaron la llegada de miles de desplazados a la ciudad, a mediados de la década del noventa.

Aunque en la ciudad persistían las violencias, según Marta, en Región no sintieron una amenaza hacia las actividades que desarrollaban. “En ese momento nosotros teníamos mucha esperanza, estábamos realmente incidiendo. Era un momento en el que se podía trabajar”, recuerda.

Sin embargo, a finales de los noventa, el conflicto armado político tuvo otro momento de expresión en la ciudad, por un lado, la presencia de grupos insurgentes en algunas comunas, la entrada de grupos paramilitares que llegaron a disputar esos territorios y el accionar de las fuerzas del Estado.

Región criticó el accionar de los grupos armados a través de plataformas ciudadanas como la Asamblea por la Paz de Antioquia, donde exigía además la humanización del conflicto armado y la búsqueda de salidas políticas.

En 1999, cuando asesinaron a Hernán Henao, director del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia y quien además era socio de la Corporación, sintieron de cerca la presión de los violentos. “Hubo como una especial de alarma, porque en general se veía una persecución contra personas que no eran de extremos, que tejían puentes y Región tenía como ese perfil, entonces, ahí sentimos que podíamos estar en la mira e iniciamos estrategias de cuidado y autocuidado”, recuerda Marta.

Equipo de Región en la celebración de sus veinte años. Foto: archivo particular.

Esa apuesta por la paz, según Juan Villa, ha tenido sus matices en la historia de Región. En los primeros años marcando un claro distanciamiento de la lucha armada; después comprendiendo que los conflictos hacen parte toda sociedad y que en su transformación es posible a través de la comunicación, el diálogo, el encuentro con el otro; y “finalmente es que la fuente de muchos conflictos es la inequidad, la desigualdad, la discriminación y si vos no enfrentás las causas profundas de los conflictos, tampoco contribuís a resolverlos. No se trata simplemente de que la gente se reconcilie sin transformar las condiciones que han dado origen a los conflictos”, explica Juan.

Marta considera que en esa década de los noventa la consigna que motivó la actuación de Región y movilizó a la ciudadanía era la defensa de la vida. “Pero hoy no sabemos cuál es ese gran eslogan, toda esa consigna que logra mover a toda la ciudadanía. Creo que ahí hay necesidad de volver a hacer una pregunta de reflexión sobre esos temas”, comenta.

Esto los ha llevado a preguntarse por los retos de la Corporación en los años que vienen. Por un lado, está la preocupación respecto a la gestión y a la financiación para la que, según Marta, es necesario adecuarse a las nuevas realidades que tienen las organizaciones no gubernamentales.

Por otro lado, y sin desconocer los avances que ha tenido la sociedad en estos años, Marta considera importante recordar los principios misionales de la Corporación: profundizar la democracia, la equidad y la paz siguen siendo pertinentes para la sociedad colombiana. “Tenemos que reinventarnos en términos de gestión social, que nos permita conseguir los recursos que necesitamos para funcionar porque de lo contrario estas organizaciones son inviables, pues no hay una política de Estado que ayude al fortalecimiento de estas instituciones. Yo creo que hay retroceso y decaída de organizaciones bastante importantes y hay un desestimulo a estas organizaciones”, explica.

En la conmemoración de sus treinta años, Región donó a la Universidad Nacional parte del archivo que ha construido, con lo cual esperan que sean de utilidad para investigadores sociales que se pregunten por los hechos ocurrido en Medellín en las últimas tres décadas, especialmente en lo referido a temas de educación, democracia y paz.

Con parte de este archivo se construyó la exposición Ciudad-Región, voces, visiones y relatos en la biblioteca de la Universidad Nacional que estará expuesta hasta el 15 de diciembre, y en la que se pueden observar algunas imágenes significativas de la experiencia de la Corporación.

Equipo de Región al llegar a sus treinta años. Foto: archivo particular.