El Ejército presentó un informe de afectaciones por minas antipersonal

Luces para la Verdad es un documento desarrollado por académicos de la Universidad de Medellín y militares de la Séptima División del Ejército cuyo terreno de estudio fue el Nudo de Paramillo. El informe fue entregado a la Comisión de la Verdad.

Por: Pompilio Peña Montoya

El Nudo de Paramillo es una extensa franja de montañas que une a los departamentos de Antioquia y Córdoba, y por su ubicación, por décadas fue el escenario de disputas entre narcotraficantes, bandas criminales y las Farc, con sus frentes 5 y 58. Allí se han cultivado cientos de hectáreas de coca y también han sembrado cientos de minas antipersonal, enemigas silenciosas que no discriminan sus víctimas y que pueden estar activas por más 50 años. En esa zona, en el municipio de Tierralta, el 2 de diciembre del 2012 a eso de las 3:00 de la tarde, Diego Gómez Carvajal, guía canino antiexplosivos, cayó en un campo minado cuando se disponía a descansar.

Hoy su testimonio hace parte de Luces para la Verdad, un documento que explica las afectaciones que padecieron 18 militares al ser afectados por minas antipersonal en el Nudo de Paramillo y sus alrededores, entre los años 2004 y 2012. Este informe fue entregado a la Casa de la Verdad de Antioquia y el Eje Cafetero en una ceremonia desarrollada en la Universidad de Medellín el pasado 21 de octubre.

“Cuando activé la mina quedé tendido en el suelo”, recordó Gómez Carvajal. “Por fortuna mis compañeros me auxiliaron pronto y una hora después me trasladaron a Medellín. En el Hospital Pablo Tobón Uribe estuve dos meses postrado. El explosivo me voló el pie derecho, arriba del tobillo, pero durante días los médicos tuvieron que ir cortándolo por una infección que ocasionó la materia fecal con que estaba contaminada la mina”.

A principios de febrero del 2013, Diego Gómez regresó a su casa. Allí su madre lo atendió con cariño. Sin embargo, confiesa que se sintió deprimido. Pensó que la vida se le había acabado. Tenía 27 años y su sueño era ascender en rango hasta llegar a comandante. “Mi madre me bañaba y limpiaba. No soporté eso. Al mes de estar en mi casa decidí ir la Campaña de Sanidad, en donde otros soldados, como yo, podían ir a compartir experiencias”, contó Gómez. En ese lugar conoció el deporte que lo rescató de su desasosiego: el voleibol sentado. Hoy Diego hace parte del equipo antioqueño de esta disciplina.

El informe

Janeth Restrepo, magister en Historia y quien trabajó en la elaboración del informe, resaltó la rigurosidad del documento: “Hicimos un análisis de los patrones de 18 testimonios, que es uno de los aspectos en los que enfatiza el formato sugerido por la Comisión de la Verdad”. Esto dentro de un marco histórico para el cual se consultaron gran variedad de fuentes, tanto estatales como históricas, así como informes entregados por las Farc, guerrilla que por años mantuvo el dominio de la zona y a la que se le atribuye la siembra de la mayoría de minas en el Nudo de Paramillo.

“Las minas se utilizaron —y se utilizan— para proteger activos estratégicos como cultivos ilícitos y corredores de movilidad. Otro patrón que encontramos es que cuando los militares pisaron una mina no estaban en situación de combate, sino de descanso o movimiento de registro. También resaltamos en el informe, con rigurosidad científica, las afectaciones psicológicas que sufrieron los militares y sus familias”, explicó Janeth Restrepo, quien añadió que una de las conclusiones del trabajo recae en un llamado a fortalecer las políticas de atención integral a nivel psicológico y psiquiátrico de esta clase de víctimas con conflicto.

Por su parte, Carlos Jaramillo Gutiérrez, magíster en ciencias forenses y quien estuvo al frete del capítulo dedicado a las minas antipersonal, hizo énfasis en la letalidad de estos artefactos: “Lastimosamente minar un territorio no solo es fácil, sino que sale muy barato. Una mina se fabrica en media hora y se instala en un minuto y puede llegar a costar menos de un dólar. En nuestra investigación notamos, entre otras cosas, que lastimosamente las Farc nunca llevaron a cabo mapeos o georreferenciación. Esto quiere decir que desminar solo el Nudo de Paramillo puede llevar décadas y no años como nos lo han querido pintar”.

Jaramillo Gutiérrez afirmó que la estrategia de guerra que impone las minas “raya con lo malvado”, porque estas son casi indetectables y además de metralla, muchas veces contiene materia fecal, lo que agrava la situación de las víctimas. “Hay que ser claros: una mina no es un arma, es un artefacto del terror que no tiene foco de objetivo militar, puesto que no distingue entre un soldado, un guerrillero, un campesino, un niño o un animal, ellas simplemente se accionan”.

Frente al informe entregado a la Comisión de la Verdad, el brigadier general, Carlos Ramírez Trujillo, comandante de la Séptima División del Ejército, resaltó el esfuerzo conjunto entre investigadores militares y académicos para construir una radiografía que de luces de las afectaciones que sufren los militares en el conflicto: “Y con ello queremos resaltar también el valor de nuestros militares, verdaderos héroes que pese a la adversidad no se dejan doblegar y quieren seguir adelante, sirviendo a la patria y a los demás”, afirmó al momento de entregar el informe a Rubén Darío Jaramillo, coordinador de la Casa de la Verdad de Antioquia y el Eje Cafetero.

Al evento también asistió el comisionado Carlos Guillermo Ospina, mayor retirado del Ejército, quien destacó que Luces para la Verdad aportará de manera significativa a la reconstrucción y esclarecimiento de la verdad en el marco de lo ocurrido en el conflicto armado. “Me llama mucho la atención la rigurosidad del estudio que llevaron a cabo sobre el impacto psicológico de los 18 soldados que sufrieron ese daño. Ello nos ayudará a conocer el golpe en la salud mental de este grupo de víctimas. Como se sabe, la Comisión de la Verdad está recibiendo múltiples narrativas de toda clase de organizaciones para ir construyendo las verdades. Pero este estudio, en particular, contribuirá a constatar otras verdades”, afirmó Ospina.

El informe señaló que entre 2002 y 2016, 1.297 miembros de las Fuerzas Armadas cayeron en un campo minado en Antioquia, Córdoba y Chocó. Los años con mayor número de víctimas fueron 2004, con 31 casos; 2008 con 51 casos; 2009 con 30 casos; 2010 con 41 casos y 2011 con 55 casos registrados.