Para Donaldo Zuluaga, los reporteros gráficos deben ser pieza clave en el periodismo colombiano por el papel de testigos que adquieren.

Por: Karen Parrado Beltrán & Laura García Giraldo*
Ilustración: Karen Parrado Beltrán

Viernes, 30 de julio de 1999. Era mediodía y los jefes de Donaldo Zuluaga en El Colombiano le informaron que debía salir lo más pronto posible a cubrir una toma armada de los frentes 9 y 47 de las FARC en Nariño, Antioquia. La misión estaba conformada, además, por el periodista Juan Diego Restrepo y por un conductor del periódico.

Partieron desde Medellín y pasaron la noche en Sonsón. A la madrugada siguiente intentaron entrar a Nariño, pero un retén de la guerrilla impedía su paso. “Miren yo soy médico, déjenme entrar, hay demasiados heridos”, dijo un hombre que se encontraba esperando el paso en el retén, en ese momento, a Donaldo y a quienes viajaban con él se les ocurrió apoyarlo y pedirle a la guerrilla que les permitiera seguir su camino y llevar al médico hasta el pueblo.

Se dirigieron al hospital donde estaba ubicado el puesto de control de la guerrilla y donde abundaban los heridos. Allí les dijeron que si querían ver de cerca los enfrentamientos del parque principal debían hacerlo bajo su responsabilidad. Ellos aceptaron y se acercaron mostrando una camisa blanca y diciendo: “Prensa, no disparen. Somos periodistas”, pero al poco tiempo comenzó el fuego cruzado.

Donaldo, Juan Diego y la gente del pueblo que estaban alrededor del parque se tiraron al suelo, cada uno por su lado. Mientras las balas silbaban ellos gateaban. Dos horas después los periodistas se reencontraron y regresaron al hospital. Los bombardeos continuaron el resto de la noche y a eso de las cinco de la mañana la guerrilla tomó el carro del periódico y en él se llevaron secuestrados a varios policías.

“Nosotros salimos a las seis al parque a ver lo que quedaba. Era una cosa dantesca. Caía una brisita que lo hacía ver todo todavía más dramático. Entre la Fuerza Aérea y la guerrilla de las FARC acabaron con ese pueblo”, recuerda Donaldo. En 36 horas de toma guerrillera 16 personas murieron, otras 16 quedaron heridas y ocho policías fueron secuestrados.

Del cronista soñado al fotógrafo realizado
Donaldo cursaba cuarto semestre de Comunicación Social-Periodismo en la Universidad de Antioquia cuando uno de sus profesores lo recomendó para ser el practicante de fotografía del periódico El Mundo. Era 1988 y Donaldo aceptó, aunque su verdadero sueño era ser cronista. “Me fui enamorando tanto de la imagen que vi en ella la posibilidad de ser sintético a la hora de mostrar algo, y entonces las palabras se me fueron diluyendo. Todo ese sueño que tenía de ser cronista se me fue desvaneciendo ante la posibilidad de impactar con una fotografía. Yo puedo informar con una foto tanto como lo está haciendo mi compañero escribiendo”, cuenta.

Con el tiempo fue creando un nombre y en 1993 llegó al periódico El Colombiano donde trabajó hasta 2017, año en que se jubiló. Gran parte de su material fotográfico de esos años está relacionado con el conflicto armado y la violencia urbana. En 2009, obtuvo el primer puesto al mejor trabajo de fotoperiodismo entregado por el Círculo de Periodistas y Comunicadores Sociales de Antioquia con la fotografía Machuca, la llama sigue viva. En esa imagen aparece una mujer con las manos quemadas sosteniendo unas flores durante la conmemoración de los 10 años de la voladura de un oleoducto por parte del ELN en Machuca, corregimiento de Segovia, que causó la muerte de más de ochenta personas el 18 de octubre de 1998.

Para Donaldo, los reporteros gráficos deben ser pieza clave en el periodismo colombiano por el papel de testigos que adquieren. Entre otras cosas, tiene claro que se avecina una generación de fotoperiodistas formada en diferentes condiciones: “Yo creo que será una generación más virtual, serán ciberfotógrafos y tendrán otro lenguaje. Se van a expresar muy distinto, van a tener otras herramientas. Pero siguen siendo necesarios porque detrás de una cámara, así haya sido disparada hace unos años o en el contexto moderno, tendrá que haber alguien que le imprima talento a la fotografía”.

*Este artículo fue publicado originalmente en la edición 96 del periódico De la Urbe.