Las ocho crónicas del libro «La pelota de trapo» dan cuenta de cómo el fútbol se ha convertido en un dispositivo para el diálogo, el encuentro y la reconciliación en pueblos afectados por el conflicto en Colombia.

Por: Juan Camilo Castañeda

Ante un momento de transición como el que vive el país y a propósito del Mundial de Fútbol realizado en Rusia, a Andrés Wiesner, presidente de la Fundación Tiempo de Juego, se le ocurrió la idea de publicar un libro en el que se narraran historias sobre “cómo con un balón es posible transformar un territorio y aportar a la reconciliación y convivencia».

Los relatos de La pelota de trapo muestran los matices que arrastra el posacuerdo en Colombia. Está, por ejemplo, la historia de Germán Izquierdo sobre Jasmín Gómez, una muchacha de 21 años oriunda de Timbiquí, Cauca, para quien el fútbol se convirtió en una oportunidad de un mejor futuro, lejos de los cultivos de coca y las minas ilegales de oro en las que alguna vez trabajó.

El escritor Héctor Abad Faciolince, quien también participó en la publicación, confesó en la presentación del libro, en Medellín, que estuvo a punto de abandonar el proyecto porque mientras recorría las veredas de Ituango, Norte antioqueño, buscando una historia de reconciliación y fútbol, se cruzó con los cadáveres de dos muchachos asesinados, quienes paradójicamente eran futbolistas. Sin embargo, Abad Faciolince se convenció de escribir la crónica al conocer a Bibiana Tapias y Evely Holguín, dos adolescentes marcadas por el conflicto armado, que encontraron en la pelota una oportunidad para olvidarse por momentos de la difícil realidad que se vive en esa zona del departamento de Antioquia.

En La pelota de trapo también se pueden leer las crónicas de los periodistas Pedro Noli, Patricia Nieto, Fernando Quiroz, Estefanía Carvajal, José Navia y del mismo Andrés Wiesner. Para él, el mensaje final que se quiere transmitir es que con algo tan sencillo como una pelota de trapo, es posible transformar realidades en lugares afectados por la violencia.

Nosotros lo hacemos con el fútbol, pero cualquiera lo puede hacer desde sus intereses. Todos tenemos en las manos herramientas para aportar a la construcción de un mejor país y ayudar a que el posconflicto sea menos doloroso.

Andrés Wiesner

Presentación de «La pelota de trapo» en Medellín. Además de algunos de los autores, también asistieron el extécnico Francisco Maturana y el exfutbolista Iván Ramiro Córdoba.

La historia detrás del libro

En el 2006 el periodista Andrés Wiesner hacía reportería en el barrio Altos de Cazucá del municipio de Soacha, Cundinamarca. Al observar las problemáticas sociales y la amenaza latente de la violencia en el sector, se le ocurrió la idea de crear una escuela de fútbol para que los niños, adolescentes y jóvenes ocuparan su tiempo libre en una actividad deportiva.

El primero en sumarse fue un grupo que jugaba al fútbol de manera poco ortodoxa: antes y después de cada cotejo los futbolistas dialogaban para pactar las reglas del juego; los equipos estaban compuestos por hombres y mujeres y los técnicos eran los muchachos del barrio, que se destacaban por su liderazgo. Esa metodología, que hoy se conoce como Street Football Word, había nacido en 1994 en Medellín y Wiesner la acogió porque vio en ella la posibilidad de inculcar valores y transformar la vida de aquellas personas que se acercaron a jugar a la pelota. Así nació la Fundación Tiempo de Juego.

El trabajo de la Fundación ha sido reconocido por las instituciones del Estado, empresas privadas y otras organizaciones no gubernamentales que han ofrecido apoyo financiero. Hoy, además de la escuela en Altos de Cazucá, la Fundación adelanta procesos similares en Cartagena y en Timbiquí, Cauca.