Según el informe “Medellín: memorias de una guerra urbana”, 132.529 personas fueron reconocidas como víctimas directas del conflicto armado en la ciudad entre 1980 y 2014, una cifra que permite dimensionar la confrontación entre guerrillas, milicias urbanas, paramilitares y fuerzas estatales en la capital antioqueña.

Episodios como las operaciones militares Otoño, Antorcha, Contrafuego, Mariscal, Potestad y la emblemática Orión, en la Comuna 13 de Medellín, donde se hizo evidente para el país la confrontación entre el Ejército, grupos paramilitares, milicias y guerrillas de las Farc y Eln, le han permitido afirmar a distintos grupos de académicos que, sobre todo en la parte final de la década de 1990 y los primeros años de la del 2000, uno de los capítulos más álgidos de la guerra colombiana se vivió en Medellín.

El último informe de memoria publicado por el Centro Nacional de Memoria Histórica y la Corporación Región se ocupa precisamente de esa “urbanización de la guerra” y, por lo tanto, hace referencia a las violencias políticas desplegadas por las guerrillas, los paramilitares y las Fuerzas Armadas en la ciudad.

Los investigadores de la Corporación Región, de la Universidad de Antioquia y de la Universidad Eafit –encargados de desarrollar el informe–, aclaran, sin embargo, que dicha “urbanización de la guerra” no se trató de una ocupación de actores armados externos, sino que se dio una compleja relación entre los actores del conflicto armado nacional y los actores locales asociados al crimen organizado, como las bandas y combos, los cuales prestaron sus servicios, se asociaron o se articularon con paramilitares y guerrillas, como el caso de la banda de La Terraza con el Bloque Metro.
Informe Basta Ya MedellínEl informe fue presentado en el Centro Cultural de Moravia el pasado 14 de septiembre. La periodista Marta Ruiz conversó con Jorge Giraldo, Ana María Jaramillo, Gerard Martin y Manuel Alberto Alonso.

El foco en la violencia política, sin embargo, no excluye al fenómeno del narcotráfico del estudio. De hecho, el informe plantea que uno de los factores determinantes para entender por qué el conflicto armado alcanzó tal magnitud y permanencia en Medellín, tiene que ver con la presencia de “narcotraficantes antioqueños que crearon grandes aparatos armados propios y los dispusieron contra las guerrillas, las instituciones estatales y, frecuentemente, contra la población inerme. Pero al mismo tiempo una parte de su estrategia fue permear estas mismas estructuras”.

El informe señala, además, otros tres aspectos determinantes para la “urbanización de la guerra” en Medellín: primero, la respuesta estatal que a nivel local careció de visión y medios suficientes para enfrentar la aparición y actuación de diversos actores armados y el caos que generaron, pues los entes nacionales “sólo actuaron con decisión y relativa eficacia cuando se percibió que estaba amenazada la seguridad pública”; segundo, las dos crisis económicas que vivió el país entre 1982 y 1985, y entre 1998 y 2001, que empujó a muchos jóvenes a engrosar las filas de los actores armados a causa del desempleo y la desescolarización; y, finalmente, las prácticas sociales e institucionales de ilegalidad afianzadas históricamente en la ciudad.

Medellín: memorias de una guerra urbana plantea que los impactos emocionales, sociales, culturales y económicos del conflicto armado y las violencias asociadas, los daños, las pérdidas y las trasformaciones ocasionadas, se vivieron de forma diferenciada en sectores de la ciudad, de acuerdo a sus características socioeconómicas. Por ejemplo, sobre los barrios populares afirma que fueron “directamente afectados por la presencia de los distintos grupos armados legales e ilegales que ejercieron un control directo sobre la vida, los usos del espacio, las relaciones y la economía local de estos sectores”; mientras que los sectores de ingresos medios y altos estuvieron más expuestos a hechos victimizantes como los secuestros, asesinatos, exilios y extorsiones.

La investigación también asegura que los impactos profundos en las emociones individuales y colectivas de la ciudad continúan presentes y dan cuenta de la magnitud de las afectaciones generadas: le exclusión, la desconfianza, el miedo y la estigmatización de sujetos y territorios.

Finalmente, los investigadores reconocen la necesidad de abordar en nuevos ejercicios investigativos temas que se quedaron por fuera del informe, como el papel de las élites económicas y empresariales, el papel de los organismos del Estado y la fuerza pública, el papel de la justicia, la relación con los medios de comunicación y el significado de las artes en las memorias de los habitantes de la ciudad, entre otros.

Hacemos Memoria recoge algunas de las cifras más significativas que presenta el informe Medellín: memorias de una guerra urbana que, además de poner su foco en las afectaciones de esa violencia política en la ciudad, también es contundente con su descripción de las respuestas de diversos sectores de la sociedad, que, a pesar del miedo y el caos, resistieron y se sobrepusieron a la violencia a la que han sido sometidos: “Esto le ha permitido ganar otra distinción: la de ser una ciudad que ha logrado resistir, se ha sobrepuesto y transformado a pesar de las violencias o, tal vez, debido a ellas”, dice el informe.

Conozca el informe completo aquí.

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