Este jueves 14 de septiembre a las 6:00 p.m. en el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, se realizará el lanzamiento del informe «Medellín ¡Basta ya!: Memorias de una guerra urbana». Este informe que contó con la participación de diversas entidades y la coordinación del Centro Nacional de Memoria, la Corporación Región y la Universidad de Antioquia, es un relato colectivo a partir de la memoria de las víctimas y de la población de Medellín sobre el conflicto armado en la ciudad entre 1982 y 2014.
En entrevista para De la Urbe, Marta Inés Villa Martínez, directora de la Corporación Región, explicó algunos aspectos del informe, del proceso investigativo y de su realización.
Por Danilo Arias*
Fotografía: Corporación Región – Medellín ¿Basta ya!
¿Cuáles fueron las razones que motivaron la realización de un informe como este?
Este informe nace de la necesidad de encontrar ese relato colectivo de la guerra. En el 2014, en el marco de las discusiones que se venían dando en el Comité de Justicia Transicional sobre si Medellín podía o no ser sujeto de reparación colectiva en la implementación de la Ley de Víctimas, se plantea una pregunta muy interesante: qué era lo que debía ser reparado y qué fue lo dañado por el conflicto armado en la ciudad. En esa discusión surgieron diversas hipótesis sobre lo que era más importante en el conflicto; sin embargo, y debido a esas diferentes posturas, definimos que para reparar se hace necesario primero ponernos de acuerdo en cuál es el relato y qué fue lo que nos pasó. De ahí surge este trabajo.
¿Con qué nos vamos a encontrar en el Medellín ¡Basta ya!?
Lo que hay en el informe es un relato que pretende ser comprensivo de lo que nos ha pasado a partir de muchas voces. Metodológicamente está estructurado en torno a varias preguntas, frente a las cuales la gente pudo expresar su opinión: qué nos pasó como personas, precisamente para poder hablar de conflicto armado; por qué pasó lo que pasó, para comprender cuáles son esos contextos explicativos o cuáles son esas causas que confluyen en las dinámicas del conflicto; quién hizo qué, para responder a qué actores estuvieron involucrados, qué dinámicas tuvieron y qué hicieron a la población, para, a su vez, describir el repertorio o las formas de violencia impuestas en la ciudad; qué pasó en la ciudad, para conocer esos impactos del conflicto armado, y finalmente cómo respondimos, que nos brinda un panorama de la manera en que los habitantes, la misma ciudad y la institucionalidad respondieron a estos hechos.
¿Quiénes participaron en el informe?
La Alcaldía de Medellín en el 2015, durante la administración de Aníbal Gaviria, a través del que entonces se denominaba Comité Posconflicto, y junto a la Unidad de Víctimas y el Museo Casa de la Memoria, propusieron al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) hacer un ejercicio similar al que se había hecho a nivel nacional con el informe ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Estas entidades le pidieron al CNMH que acompañara a la ciudad en ese ejercicio, y es ahí cuando entra la Corporación Región, que tenía experiencia en el tema para coordinar el proyecto. Se inicia en ese momento el proceso de gestión con otras entidades como el Ministerio del Interior, y a conformar el equipo investigativo con la Universidad de Antioquia y EAFIT.
¿Considera que por haber recibido en una etapa inicial financiación y apoyo gubernamental la investigación puede tener sesgos en la información que presenta?
Hay alguna gente que piensa que por la investigación tener recursos institucionales eso la hace una memoria oficial. Nosotros no creemos eso por varias razones: una de ellas es por la garantía de independencia en términos éticos, políticos, académicos, que tenemos las personas que participamos en todo el proceso; otra es que en ningún momento hubo una injerencia por parte de las instituciones oficiales en los contenidos, en las hipótesis o en los temas que se plantearon, porque en eso el CNMH es riguroso y siempre ha manifestado que el deber de ellos es generar condiciones para que se produzcan memorias, pero no producirlas necesariamente desde el Estado o desde una visión oficial; y otro argumento es que el gran número de voces que se recogen no son oficiales o institucionales, sino que son de personas y grupos que tienen un trabajo en la sociedad civil.
¿Cuáles fueron las metodologías de investigación implementadas para la realización del informe?
El trabajo fue liderado por un grupo de investigadores que tenían un conocimiento o un acercamiento a los temas del conflicto armado y de las víctimas, ya fuera desde la memoria o desde la investigación histórica. Y la prioridad o el enfoque siempre fueron las víctimas. Nos basamos en su pluralidad para poder captar todas las posibles maneras de victimización y los espectros que hay o los matices que hay en la evaluación de la violencia en la ciudad, mediante la recolección de entrevistas y la realización de grupos focales. También hubo un gran trabajo documental, porque sabemos que desde la memoria como tal no se explica lo que ha pasado, y que es necesario reunir otros elementos comprensivos que también son piezas de este rompecabezas.
Así mismo, desarrollamos una estrategia de comunicación muy importante, que incluyó una actividad en la Fiesta del Libro del 2015, donde les escribimos una carta a las personas, en la que les pedíamos que nos contaran su experiencia frente al conflicto armado y a las violencias en la ciudad; luego eso mismo lo pusimos en redes sociales y llegamos a recibir un poco más de quinientas cartas con historias que nutrieron significativamente el trabajo.
¿Hubo espacio para los victimarios dentro del trabajo?
El énfasis fueron las víctimas, pero sí hubo un acercamiento a dos grupos que son considerados victimarios. Por un lado, abarcamos el testimonio de personas reinsertadas de los grupos paramilitares que hacen parte de los programas de la Agencia Colombiana para la Reintegración; y por otro lado, tuvimos en cuenta a miembros de la Fuerza Pública, pertenecientes a la Policía y el Ejército. Del mismo modo, nos remitimos a sentencias judiciales y a declaraciones que hacen allí guerrilleros, paramilitares y delincuentes comunes.
¿Cuál es la función social que tiene que cumplir un informe como el Medellín ¡Basta ya!?
Al final del informe hay un capítulo de recomendaciones que van encaminadas a las garantías de no repetición. La idea es que estos ejercicios documentales sirvan para que el conflicto no se repita, pero eso supone no solamente conocer la historia, sino implementar una serie de acciones institucionales y de la sociedad que creemos importantes. Lo otro que decimos es que ojalá este informe abra de nuevo la posibilidad de debate en la ciudad, porque nosotros creemos que hay un cerramiento de los espacios de debate y de la actitud de la ciudadanía para conversar sobre lo que pasó. Este informe quiere abrir el debate bien sea por que la gente comparta lo que se diga aquí, o por que lo confronte o se oponga a él, pero en todo caso que las discusiones se den.
* Estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia.