Bojayá enseña que hay que cantar para sanar

La historia de la masacre del 2 de mayo de 2002 en Bojayá parece estar bastante documentada. Cautivó a periodistas y académicos que desde entonces se han encargado de hacer eco de las voces de las víctimas de uno de los hechos emblemáticos del conflicto armado colombiano. También Bertha Durango Benítez quiso contar esta historia, pero esta vez a través de la música que les sirvió a los sobrevivientes para narrar lo ocurrido y sanar las heridas.

Por Elizabeth Otálvaro
Fotografía de portada: Bertha Durango Benítez
Producción audiovisual: Elizabeth Otálvaro y Andrés Palacio

En un reportaje radial de 59 minutos, la egresada de la Universidad de Antioquia, en la seccional Urabá, del pregrado regionalizado de Comunicación social – Periodismo, reúne seis voces de sobrevivientes de la masacre de Bojayá. Luz Marina Cañola, Máxima Asprilla, Noel Palacios, Yoiner Palomeque, Domingo Chalá y Rosita son algunos de los portadores de la memoria de Bojayá.

Al son de alabaos, vallenatos y hasta hip-hop, en el trabajo titulado “Bojayá: una tragedia contada y cantada”, los protagonistas logran contar, denunciar y drenar su dolor, en tanto que la autora consigue, mediante las posibilidades de la radio, rescatar aquellos sonidos que aportan a la construcción de la memoria sobre el conflicto en el país.

Bertha recuerda algunos de los momentos claves de su investigación de trabajo de grado. Ella, habitante de Chigorodó, viajó en noviembre de 2016 a Bojayá, y allí conoció a quienes dieron su voz para el reportaje radial. “Con Máxima me pasó que ya no quería hablar, pero para mí era muy importante tener su testimonio, pues me habían dicho que vivió muy de cerca la tragedia y que, además de ser una de las cantadoras de Pogue, se entona muy lindo”, dice Bertha. “Estando en la casa de esta cantadora, pasó un niño, se llama Jean Carlos; él me contó un poco de su historia: tiene 16 años pero desde chiquito sus abuelos le enseñaron a cantar alabaos. No le gusta el reggaetón, le gusta el alabao. Así que él comenzó a cantar y ahí fue cuando Máxima se soltó”. Esta escena, explica Bertha, le ayudó a entender la importancia del tema que había elegido: debía escuchar sus cantos para conocer la historia que ella, como periodista, quería explorar.

Conozca aquí el reportaje radial “Bojayá: Una masacre narrada y contada”.