En el proceso de paz entre el Gobierno colombiano y las Farc, las mujeres participaron en todas las mesas de trabajo. Además de la creación de la Subcomisión de Género, estuvieron presentes en todos los comités asesores y técnicos, en los que siempre fueron mayoría. Solo en los espacios de toma de decisiones fueron menos que los hombres. El informe “Vivencias, aportes y reconocimiento: Las mujeres en el proceso de paz en La Habana”, reconoce y destaca el trabajo de más de 140 mujeres que hicieron posible la paz.
Por Natalia Maya Llano
Fotografía: cortesía ONU Mujeres
¿Quiénes fueron las mujeres que participaron e hicieron posibles desde diversos lugares y roles los procesos de paz de los años noventa en Colombia? Cuando varias investigadoras de la Corporación de Investigación y Acción Social y Económica, Ciase, y de la Corporación Humanas se formularon esta pregunta, se encontraron con que no se sabe en detalle ni de manera completa cuántas fueron esas mujeres ni de quiénes se trata. Justamente esa fue una de las razones que las motivó a construir el informe “Vivencias, aportes y reconocimiento: Las mujeres en el proceso de paz en La Habana”, lanzado en Popayán el 15 de junio.
De acuerdo con July Fajardo, coordinadora de la investigación, uno de los propósitos principales de este informe es evitar que ocurra lo mismo con la participación de las mujeres en el proceso de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc: “No queremos que queden en el olvido sino que se reconozca su papel, por eso nos propusimos construir una memoria documental que da cuenta al menos de qué mujeres se trata y qué roles desempeñaron, para que en veinte o treinta años sí sepamos quiénes fueron las protagonistas de esta historia”.
La creación de una Subcomisión de Género en el marco de este proceso de paz para la discusión de los efectos de la guerra en la vida de las mujeres y las personas LGBTI, ha marcado un hito en la historia de las negociaciones de paz en el mundo. Sin embargo, de acuerdo con el informe, la participación de las mujeres, la creación de esta Subcomisión y la inclusión del enfoque de género no se dieron desde el inicio del proceso, sino que fueron resultado de la incidencia de las organizaciones de mujeres.
Este trabajo de Ciase y de Humanas, apoyado por ONU Mujeres, la Embajada de Suecia y Fokus en Colombia, se enmarca en los planteamientos de la Resolución 1325 sobre Mujeres, Paz y Seguridad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que además de exigir el respeto a los derechos de las mujeres y su participación en las negociaciones, resalta la importancia de adelantar estudios sobre su papel en la consolidación de la paz.
La participación de las mujeres en este proceso de paz se dio de manera gradual, así como su visibilidad y posicionamiento. En este caso, el informe logra identificar y visibilizar a las mujeres que participaron como parte de la delegación del Gobierno nacional (75), la delegación de las Farc (40), y las delegaciones de los países garantes (18) y de la cooperación internacional (3); y profundiza en sus experiencias en torno de dicha participación.
Hacemos Memoria conversó con July Fajardo sobre los principales hallazgos de la investigación y sobre la recepción que está teniendo el informe en el país.
¿Con qué se encontrarán los lectores del informe?
Cada uno de los capítulos es un universo distinto. En primer lugar se detallan los roles y las formas de participación de las mujeres a lo largo de este proceso de paz; nos preguntamos por las actividades que realizaron, por los espacios de participación en los que hicieron presencia, por los obstáculos que tuvieron que sortear y las estrategias que emplearon para ser escuchadas y tomadas en serio, y por sus aportes y sus logros, tanto en el ámbito colectivo como individual. En este punto nos dimos cuenta del gran número de mujeres que estaban haciendo posible el acuerdo, más de las que intuíamos, participando en absolutamente todos los espacios de trabajo y no solo en la Subcomisión de Género como muchos podrían pensar. Y no nos preguntamos solo por las mujeres que tuvieron roles de liderazgo o de toma de decisiones –que siempre fueron minoría con respecto a los hombres–, sino también por aquellas que hicieron el soporte de asesoría, logístico y técnico y que siempre fueron mayoría.
En el libro recuperamos los testimonios de muchas de estas mujeres, 16 en total de las tres delegaciones, testimonios que narran cómo definitivamente no es lo mismo participar siendo mujer que siendo hombre en un proceso político en este país. Por eso dedicamos un capítulo al reconocimiento de la participación de estas mujeres, tanto desde sus valoraciones personales como las de los demás miembros de las delegaciones, las de sus familias y sus círculos cercanos.
En medio de nuestra indagación surgió un capítulo inesperado para nosotras y también para las mujeres del proceso de paz con quienes pudimos hablar: el tema del cuidado. Al cuestionarnos por todos los roles desempañados por ellas, tuvimos la idea de preguntar por los trabajos de soporte y servicios logísticos, de alimentación, habitacionales, de transporte, entre otros; roles invisibles sin los cuales el trabajo visible no podría haberse hecho. Y aquí nos encontramos con dos aspectos, en primer lugar con el hecho de que, pese a que todas las mujeres entrevistadas reconocían la importancia de ese tipo de trabajos del cuidado, no todas ellas podían recordar los nombres de las mujeres que les ayudaron en su permanencia en La Habana. En segundo lugar nos encontramos también con que finalmente los roles de género terminan siendo tan fuertes que incluso en este tipo de espacios políticos sigue habiendo una división implícita o casi invisible de ese tipo de tareas: además de sus roles de participación e incidencia, eran las mujeres quienes se preocupaban por el bienestar y la atención de sus compañeros, por las horas de la alimentación, por los que estaban enfermos, por recibir los invitados, por todo lo que estaba debajo del funcionamiento del proceso de paz, incluso cuando no era su responsabilidad o rol designado. Decidimos entonces que era necesario este capítulo para dar cuenta de esta situación, pues cuando se habla de los procesos de paz nunca se habla de este tipo de trabajos y actividades.
Y ya, finalmente, está el capítulo del proceso desde las expectativas, vivencias y sentidos de las mujeres. Aquí quedaron puestas todas sus subjetividades, los momentos más emotivos, los de más angustia, los aprendizajes y lo que significó para cada una haber puesto su granito de arena en este proceso de paz. Este aspecto es muy importante porque dentro de los estudios internacionales sobre la participación de las mujeres en las negociaciones de paz, existe un vacío muy grande en torno a lo que realmente significó dicha participación para ellas mismas, por eso nosotras decidimos preguntarnos por esa experiencia.
Según estas mujeres, ¿cómo se transformaron sus vidas después de participar en el proceso de paz?
Por supuesto que a las mujeres de las delegaciones del Gobierno y de las Farc participar en este proceso de paz les cambió sus vidas. A muchas les alteró concretamente su cotidianidad. Para las mujeres del Gobierno fue pasar de vivir en Bogotá con sus familias y trabajar en sus oficinas, a prácticamente vivir en La Habana con sus colegas. Y para las mujeres de las Farc la transformación fue tremenda, para ellas fue un proceso mucho más brusco en lo vivencial.
La mayoría de ellas llevaba muchos años sin ir por ejemplo a una ciudad y sin tener contacto con sus familias, pero, principalmente, llevaban mucho tiempo siendo mujeres «anónimas», mujeres que no eran conocidas para el país, como sí ocurría con los comandantes, que, dentro de la guerrilla, dejaron atrás sus verdaderos nombres. Ese cambio, por ejemplo cosas como dormir en camas, ser ayudadas por otras mujeres en las labores del aseo, atender a medios de comunicación, manejar redes sociales, volverse mujeres «públicas» fue determinante para ellas.
Nos encontramos con mucha autorreflexión de su parte, incluso hoy están construyendo un “feminismo fariano, un feminismo insurgente”, un poco a partir de las posibilidades que encontraron participando en la Subcomisión de Género y en los intercambios que tuvieron con expertas nacionales e internacionales, que les sirvieron para darse cuenta de que había cosas que no funcionaban tan bien en asuntos de igualdad dentro de las Farc y que quisieran modificar, desde un entendimiento no solo como guerrilleras, sino como mujeres guerrilleras. Hoy tienen claro el papel que quieren desempeñar en el partido político de las Farc como mujeres de paz, buscando que los cargos de dirección no sean solo de los hombres.
¿Cómo fueron narradas las mujeres del proceso de paz por los medios de comunicación?, ¿cómo lo percibieron ellas?
En torno a este asunto surgieron reflexiones muy importantes de parte de todas las delegaciones, incluidas las mujeres de los países garantes. Las mujeres de las Farc, por ejemplo, planteaban cómo los periodistas no hacían el mismo tipo de entrevistas a las guerrilleras que a los guerrilleros. Cuando buscaban a una mujer guerrillera le preguntaban por sus “amoríos”, si habían tenido o no hijos, si habían abortado, asuntos personales que nunca les preguntaron a los hombres, desconociendo que también ellas podían hablar de otros temas y, lo más preocupante, invalidándoles la posibilidad de mostrar que eran tan políticas y conocedoras del proceso de paz como sus compañeros hombres. Y eso cuando las abordaban, porque muchas veces, sobretodo los primeros años, podían estar en el mismo espacio que los negociadores, acabar de leer un comunicado, y siempre terminaban buscando a los hombres para entrevistarlos.
Por su parte, las mujeres de la delegación del Gobierno insistieron mucho en que también se sintieron muy invisibles, incluso aquellas que lograron cargos de plenipotenciarias, en relación a sus compañeros hombres. Y, sin embargo, todas narran que, de alguna forma, la creación de la Subcomisión de Género cambió un poco esta situación, pues al tener públicamente un respaldo tan fuerte de las organizaciones de mujeres, sobre todo desde el nivel internacional, empezaron a ser narradas en los medios de comunicación.
¿Tuvieron alguna dificultad desarrollando la investigación?
Nosotras hicimos un plan de entrevistas muy amplio que no pudimos concretar completamente porque, entre otras cosas, el trabajo de campo coincidió justamente con el plebiscito y esto hizo que las mujeres del proceso de paz tuvieran que reorganizar sus agendas de trabajo. Sin embargo, estuvimos en La Habana entrevistando a las mujeres de las Farc, en Bogotá hablamos personalmente con las mujeres del Gobierno y por Skype realizamos las entrevistas que nos hicieron falta. Pero una de las tareas más difíciles de toda la investigación fue lograr consolidar el listado que se encuentra al final del informe, en el que pretendimos incluir todos los nombres y roles de las mujeres participantes de las delegaciones en el proceso de paz.
Fue una tarea que emprendimos desde el comienzo de nuestras indagaciones y que concluimos una semana antes de cerrar la investigación. Acudimos a todos los medios disponibles para lograr la identificación total de las mujeres que participaron y sabemos que el listado no está completo, no existe una base de datos consolidada en el país con la totalidad de las personas, específicamente de mujeres, que aportaron al proceso de paz en La Habana. La información que obtuvimos proviene de muchas y muy diversas fuentes, inicialmente queríamos ubicar el nombre y el rol que desempeñó cada mujer en cada delegación, pero no logramos conseguir en todos los casos la información sobre el rol, por eso decidimos dejar solo los nombres, para que todas tuvieran un reconocimiento del mismo nivel. Finalmente, el listado es la manera que pudimos encontrar para que incluso a las que no entrevistamos les fuera reconocida su participación como mujeres de paz en un proceso tan trascendental para el país.
¿Cómo está siendo la participación de las mujeres en la implementación del Acuerdo de Paz y qué tan presente está el enfoque de género pactado?
Lastimosamente está costando mucho que el Acuerdo de Paz se implemente con el enfoque de género que fue pactado. La implementación en general no ha sido fácil en ninguno de los puntos y eso ha implicado que algunos asuntos no se tramiten de la forma como quedó en el espíritu del acuerdo y, dentro de esos cambios, el enfoque de género ha salido relegado, así como la participación de las mujeres en las instancias decisorias. La implementación legislativa es casi un asunto de hombres, las mujeres del gobierno que fueron claves en la concepción del Acuerdo no están en esta fase. Por su parte, las mujeres de las Farc continúan trabajando en el fortalecimiento de la Subcomisión de Género, espacio que se ha reducido al menos en términos colectivos. Sin embargo, la insistencia de las mujeres por incidir y porque el enfoque de género se mantenga se fortalece con el acompañamiento de las diversas organizaciones de la sociedad civil que hacemos monitoreo, para alertar si las mujeres estamos quedando por fuera del Acuerdo y para exigir protagonismo en la implementación.