Jorge Tiscornia es un ex-preso político de la dictadura militar uruguaya (1973-1985). Durante sus 4.646 días de encierro en el Penal de Libertad, se dedicó a construir un almanaque que recoge la memoria de aquellos años y que hoy es reconocido como Patrimonio Documental de América Latina y el Caribe por el Programa Memoria del Mundo (MoWLAC). Desde el 25 de mayo y hasta finales de julio El Almanaque de Jorge Tiscornia estará exhibido en el Museo Casa de la Memoria de Medellín.
Por Natalia Maya Llano
Cuando Jorge Tiscornia recobró su libertad en 1985, lo primero en lo que pensó fue en dejarse crecer el pelo para que no lo reconocieran en la calle, casarse, tener hijos, dejar atrás su militancia política y volver a trabajar. Durante 12 años fue uno de los cerca de tres mil presos políticos uruguayos recluidos en el Penal de Libertad, en medio de la dictadura militar.
En su largo encierro, registró día por día sus vivencias en la cárcel, sin todavía encontrar hoy una explicación genuina de qué fue lo que lo motivó a emprender esa tarea. En hojas de papel tabaco construyó un almanaque con palabras, marcas, códigos, signos y algunas frases cortas que daban cuenta de todo aquello que consideraba importante: la fecha de la primera visita que recibió, la llegada de cada carta, la aplicación de sus vacunas, las enfermedades que lo afligieron, la tortura o la muerte de algún compañero, el regreso a la democracia, entre muchos otros acontecimientos que fueron llenando de contenido aquellos 4.646 días que estuvo preso.
“Empezaron siendo un registro personal y privado –cuenta Tiscornia– y terminaron recogiendo tanto mis vivencias como los acontecimientos relevantes que ocurrían en la cárcel. Nunca los hice para mostrarlos, respondieron a una necesidad de alguien desmemoriado, olvidadizo y guardador”.
Su almanaque fue un diario escrito y ocultado. Motivado por el miedo a perder sus registros tras el endurecimiento de las medidas represivas en el penal, se ingenió cómo preservarlos. “Los oculté en un par de zuecos de madera que yo mismo construí y que siempre llevé puestos, hasta el último día que estuve preso –recuerda–. Desde entonces, los zuecos permanecieron 15 años sin que nadie los tocara”.
Fue en medio de una conversación entre amigos a principios de la década de los noventa, que Tiscornia se atrevió a abrir sus viejos zuecos por primera vez y a mostrar su almanaque. Esa misma noche él y Walter Phillips-Treby emprendieron la tarea de escribir un libro sobre la vida en el penal, que se llamó “Vivir en Libertad”.
El libro documenta los años de represión política durante la dictadura en Uruguay (1973-1985) a partir de la historia del penal. En él los almanaques son mínimamente referenciados. Sin embargo, esa vaga mención le bastó a José Pedro Charlo, documentalista uruguayo, para interesarse por la historia y los registros de Tiscornia.
José Pedro Charlo también fue preso político durante la dictadura militar y, aunque no conoció a Tiscornia en el penal, sí recordaba el sonido particular de unos zuecos durante sus días de encierro. Este hallazgo vinculado a su historia personal lo llevó a construir el documental Almanaque, basado en los registros y en los recuerdos de Tiscornia, en el que muestra el poder y a su vez la fragilidad de la memoria.
“Para mí fue muy interesante profundizar –afirma José Pedro Charlo– las formas que adquiere la memoria y que tienen que ver con la obstinación y con la tozudez humana, y eso está más que claro en los registros de Jorge, en los que hay sobre todo una necesidad básica del hombre por dejar huella de su existencia”.
A partir de la publicación del libro y del lanzamiento del documental, El Almanaque de Jorge Tiscornia adquirió un valor de memoria fundamental para la sociedad uruguaya, en su proceso de reconstrucción colectiva de lo ocurrido durante la época de la dictadura militar y del terrorismo de Estado.
Desde el 25 de mayo hasta finales de julio El Almanaque de Jorge Tiscornia estará exhibido en el Centro de Recursos para la Activación de la Memoria (CRAM) –del Museo Casa de la Memoria de Medellín–, en el marco de la exposición El curso de la huella, representaciones de lo cotidiano en los archivos de derechos humanos.
Durante la inauguración de la exposición en Medellín, Tiscornia aseguró que “la memoria borra más acontecimientos de los que uno se imagina” y que “si todavía tuviera la mochila de la cárcel sobre la espalda, hoy por hoy no podría estar llevando mi almanaque y mi experiencia de construcción de memoria a otras partes del mundo”.