El argentino Rubén Chababo, uno de los cinco miembros del Comité Asesor Internacional del Centro Nacional de Memoria Histórica, habla en esta entrevista de los desafíos y las implicaciones que tiene el trabajo de hacer memoria en un país como Colombia.

Por Natalia Maya Llano
Producción audiovisual: Leonardo Gaitán

Rubén Chababo llegó a Colombia gracias a su experiencia como director del Museo de la Memoria de Rosario, Argentina. En marzo de 2015, en compañía del suizo Mô Bleeker, de la chilena Elizabeth Lira Komfeld, del español Ramon Alberch y del francés Daniel Pecaut, instaló la primera sesión oficial del recién creado Comité Asesor Internacional (CAI) del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Este Comité tiene desde entonces la misión de asesorar estratégica y técnicamente la labor del CNMH en temas esenciales como la paz, la reconciliación, los archivos de derechos humanos, la historia, los museos y lugares de memoria, las comisiones de la verdad y las investigaciones para el esclarecimiento histórico, entre otros. La mirada y experiencia de Chababo como protagonista y estudioso de la dictadura argentina, constituye un gran aporte para el trabajo de reconstrucción de memoria histórica en el país, especialmente en el campo museológico.

Con respecto al Museo Nacional de Memoria Histórica de Colombia –cuya construcción es un mandato de la Ley de Víctimas que está vigente desde 2011–, Chababo cree que abrirá sus puertas en muchos años, quizás en el 2021. Sin embargo, está seguro de que “será un museo poderoso, construido con mucha sensibilidad y con un guión muy bien pensando, discutido y reflexionado. Si los esquemas y bocetos logran plasmarse tal y como están, los colombianos van a tener un museo del cual se van a sentir sumamente orgullosos”.

Este Museo, como lo afirmó desde el anuncio de su creación Marta Nubia Bello, incluirá entre todas las versiones la voz de los victimarios, decisión que ha sido blanco de muchas controversias. En este punto, Chababo dice ser uno “de los convencidos absolutos de que a quienes han generado dolor y han sido agentes del mal, en la medida de lo posible, hay que escucharlos; ahí también hay una pedagogía: escucharlos no para comprenderlos, no para tomar ejemplo de las atrocidades que hicieron, sino para entender los mecanismos que han hecho posible que la violencia se despliegue de tal modo desde sus cabezas y desde sus manos”.

Además de la importancia de escuchar a las víctimas y a los victimarios, Chababo aborda en esta entrevista las implicaciones que tiene el trabajo de hacer memoria, especialmente en un país como Colombia, y la función y desafíos de los museos y los lugares de memoria.