El sábado 15 de octubre, de manera oficial y en un evento que contó con la participación del presidente Juan Manuel Santos, Nariño, Guatapé y la Unión fueron declarados municipios libres de sospechas de minas antipersonal y municiones sin explotar. Con la intervención que actualmente hace The HALO Trust en el municipio de Sonsón, se espera que pronto se una a la lista de municipios descontaminados.
Por Elizabeth Otálvaro
Fotografías: Elizabeth Otálvaro, Juan Camilo Castañeda y John Dairo García
Con las ansias y el temor del primíparo llegó cargado con su detector Minelab F3, su visor, su chaleco antifragmentación y su kit de herramientas para remover la tierra de El Destierro, la primera área en la que trabajó como desminador de la organización no gubernamental The HALO Trust; una zona ubicada en la vereda Sirgua Arriba del municipio de Sonsón, muy cerca del páramo, donde la temperatura no tiene piedad.
“Con el mero nombre me preguntaba: ¿qué será eso? ¡Claro!, se siente mucho miedo la primera vez que a uno le dicen que en esa área hay sospecha de minas”. Dos meses después, luego de muchas alertas por balas y casquillos encontrados, Didier Franco halló la mina número 106 de las 266 que a la fecha han sido desactivadas en Antioquia por la ONG para la que trabaja desde el 2014.
Junto a sus 14 compañeros, muchos de ellos sonsoneños como él, Didier se encargó de adecuar con duchas, carpas y pozos inorgánicos el sitio donde vivirían hasta que pudieran declararlo “libre de sospecha de minas”. Allí, como en cada área, “uno se organiza, se baña, toma tragos, hace la formación con el supervisor; recuerdan normas de seguridad, cositas así que no se vayan quedando en el olvido. Uno se dirige al área, entonces el supervisor da un pitazo con el que uno ya sabe que se tiene que ir organizando. El pito suena otra vez para indicar que debemos comenzar. Pasan 50 minutos antes de que el supervisor vuelva a tocar el pito, entonces uno sabe que debe dejar el carril y esperar el segundo pito para poder descansar. Uno descansa 10 minutos y así se va todo el día hasta la hora del almuerzo”, cuenta el desminador y ahora encargado de la logística para Antioquia; es decir, el responsable de que no falten las provisiones en los campamentos.
Esta rutina la repitió en la vereda San José de las Cruces donde nació y vivió su niñez y la que luego abandonó por la zozobra que dejaron las amenazas de los grupos armados. Didier regresó a su vereda para participar del desminado del Morro Terminal, un lugar que tiene muy presente en su recuerdo, pues a pocos metros de él llegaban las escaleras del casco urbano con los alimentos que abastecían a su familia.
Los lugares donde ha estado son tan solo dos de las 29 áreas hasta ahora terminadas en Sonsón, que lo acercan a convertirse en el sexto municipio del Oriente antioqueño en declararse libre de sospecha de contaminación por Minas Antipersonal (MAP), Municiones sin Explosionar (MUSE) o Artefactos Explosivos Improvisados (AEI), después de San Carlos, San Francisco, Nariño, la Unión y Guatapé.
Para tal objetivo, actualmente la organización tiene en operación un área en la vereda el Alto de Guayaquil, entre la Unión y Sonsón, dejando así pendiente tan solo los corregimientos del Magdalena Medio para que sea posible hacer la entrega del municipio, porque como lo explica Diego Forero, gerente de locación Antioquia de HALO Trust, “nosotros no podemos entregar hasta que no falte el último centímetro, el último metro de esa vereda, porque no entregamos por vereda sino que entregamos el municipio completo”.
El páramo: territorio en disputa
Sonsón hace parte, junto a Abejorral, Argelia y Nariño, de los municipios de la zona páramo del Oriente antioqueño, también conocida como el “Oriente lejano”, que a su vez permite la comunicación con el Magdalena y el Cauca medio, característica que la ha convertido históricamente en un corredor estratégico para el accionar de los diferentes grupos armados.
Desde la década de 1990, esta frontera con el municipio de Caldas se convirtió en trinchera de los frentes 9 y 47 de la guerrilla de las Farc, este último estuvo a la cabeza de alias Karina, una de las presencias más temibles para los habitantes de Sonsón; por supuesto, generaba pavor pensar en una réplica de la incursión que había destruido a Nariño, su municipio vecino, en agosto de 1999.
Como si el asedio de las Farc representara poca cosa, el Eln también hizo presencia en la zona. Algunos de sus habitantes recuerdan los constantes retenes justo en el Alto de Guayaquil, donde hoy The HALO Trust hace trabajos de desminado. Pero todo se agravó cuando las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio entraron a generar una disputa territorial y a unirse a la lucha antisubversiva del Ejército, engrosando la lista de hechos victimizantes con la cuota del Suroriente antioqueño: secuestros, masacres, desplazamiento y siembra de minas fueron algunas de las consecuencias que dejó la guerra en este territorio.
Sonsón es priorizado para el desminado humanitario
Justo en el corazón del páramo está la triple frontera de Argelia, Nariño y Sonsón, donde se ubica la vereda La Quiebra, sitio estratégico de la subregión que en el 2002 sufrió un desplazamiento masivo, al menos así lo recuerda Gustavo Villegas, quien fue para entonces el presidente de su Junta de Acción Comunal.
Es precisamente La Quiebra el primer lugar al que llegó The HALO Trust en Sonsón. Nelson Gómez, actual personero de este municipio, dice que con el fin de evitar que la desactivación de las minas la hicieran los campesinos por sus propios medios o a costa de su ganado, contactaron a la Vicepresidencia de la República para dar inicio a la Acción Integral Contra Minas Antipersonal (AICMA) en este sitio, pues la población quería retornar a las actividades productivas a las que se dedicaba antes de que la violencia la obligara a abandonar su tierra. Hoy, esta función está en manos de la Presidencia de la República a través de la Dirección contra Minas Antipersonal (DAICMA) y genera otros retos inconclusos de articulación institucional desde las posibilidades del retorno.
Y es que son alrededor de 120 eventos los registrados con artefactos explosivos en el municipio de Sonsón, según el Sistema de Gestión de Información sobre Actividades relativas a Minas Antipersonal (IMSMA, por sus siglas en inglés), que es el sistema de información recomendado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esta fue una de las principales razones de priorización, tal como lo señala Forero, quien agrega que “la ONG no solo decide intervenir una zona por razones humanitarias, que es nuestra punta de lanza, sino por razones operacionales, en el caso de Sonsón se tuvo en cuenta que también se estaba interviniendo Nariño”.
Fue, entonces, en el año 2014 que The HALO Trust llegó a Sonsón, pero antes de la fase de despeje se realizaron estudios no técnicos del total de veredas del municipio, los cuales determinaron cuáles serían las áreas a intervenir. Es preciso recordar que todo el trabajo se hace de manera conjunta con la comunidad, pues además de que es la gente que habita estas zonas quien alerta sobre la sospecha de minas, la ONG se ocupa de hacer con ella un proceso de educación en el riesgo para explicarle, entre otras cosas, cuál es la ruta a seguir en el caso de encontrarse un elemento sospechoso en el camino.
Así, las tres fases del desminado humanitario –Estudio no Técnico, Estudio Técnico y Despeje– se han aplicado hasta ahora en 29 áreas de 15 veredas en Sonsón, estas son: Alto de Guayaquil, Chaverras, El Cedro, El Coco, El Popal, El Salado, La Paloma, La Quiebra de San Pablo, La Torre, Las Cruces, Los Medios, Los Plancitos, Roblalito, San José de las Cruces y Sirgua Arriba, dejando un total de 86 MAP destruidas en menos de dos años.
¿Qué sigue en la tarea de desminar el territorio nacional?
Desde que Colombia decidió firmar el Tratado de Ottawa, también conocido como la «Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción», se comprometió a erradicar la presencia de minas antipersonal en un periodo máximo de 10 años.
Esa primera década se cumplió en el año 2011, fecha para la cual persistía la presencia de minas en casi la totalidad del territorio nacional, porque hasta ese momento el Batallón de Ingenieros Nº 60 de Desminado Humanitario (BIDES) era un esfuerzo insuficiente para cumplir tal cometido. Fue por ello que a través de la Ley 1421 de 2010 y el Decreto 3750 de 2011 se pide una prórroga hasta el 2021 y se contempla la participación de civiles, dando vía libre al trabajo de organizaciones no gubernamentales dedicadas a las labores del desminado, como es el caso de The HALO Trust.
Ahora, con la posibilidad de firmar un acuerdo con las Farc, el gobierno y esta guerrilla se comprometían a poner en marcha un proceso de descontaminación de MAP, MUSE y AIE, en razón de lo cual se adelantaron operaciones en Antioquia y Meta desde el 15 de marzo del 2015, fecha en la que tal iniciativa se pactó en La Habana.
Con el “no” que dejó como respuesta la refrendación de los acuerdos el pasado 2 de octubre, queda en el limbo este proceso que contaba con la voluntad de las Farc para ayudar a ubicar zonas donde se hallan sembradas las minas. Ante esto Forero es enfático en decir que su organización no responde a tintes políticos y que su trabajo continuará pese al resultado, pero sí reconoce que un desarme o cese al fuego da garantías de seguridad para el trabajo de su equipo y que, además, sería bueno poder llegar a zonas donde hay sospecha de minas y en las cuales aun permanecen los armados ilegalmente.
Sin embargo, consciente de que la posibilidad del fin de la guerra ya no parece tan real, Didier Franco sigue haciendo su trabajo con la convicción de desminar su municipio y departamento. Él, en el momento en el que encontró la única mina que ha avistado en su camino, vivió un choque de sensaciones: “se siente susto al ver una cosa tan pequeña y saber que eso hace daño, que eso mata gente, que eso deja gente mutilada, pero también es agradable pensar que ayudé algo al país”, dice; y es que, a pesar de los riesgos de esta labor, desea seguir contribuyendo a que estos lugares vuelvan a ser productivos y reciban de nuevo a todos aquellos que los abandonaron a causa de la violencia y de las minas, de esos “guerreros silenciosos” que mutilaron y dejaron, según cifras del DAICMA, un total de 11.245 víctimas en el territorio colombiano, 2.524 en el antioqueño y 86 en el de Sonsón.