Mamut es un festival de memoria audiovisual que tendrá lugar en Medellín del 19 al 22 de octubre de 2016. Esta iniciativa pretende reconstruir la historia de un país que parece no querer recordar. En la muestra se presentarán dos cortometrajes sobre la memoria política del M-19.
Por Elizabeth Otálvaro
El primer magnicidio del siglo XX colombiano nos lo contó el cine: el asesinato de Rafael Uribe Uribe fue la historia inaugural de los largometrajes en Colombia. En 35 milímetros los espectadores privilegiados –antes de la censura de la obra– conocieron la manera en la que el general de la Guerra de los Mil Días fue asesinado sobre las escalinatas del Capitolio Nacional. Con el título “El drama del 15 de octubre”, los hermanos Francesco y Vicenzo Di Doménico, realizadores de la cinta, abrieron muchos debates en la historia cinematográfica del país, entre ellos la de la validez de la versión de los victimarios expuesta al público, pues los italianos no tuvieron recelo en recrear con los asesinos del general los hechos que ellos mismos protagonizaron.
Trayendo al presente esta reflexión por la imagen de los victimarios que ha quedado en los archivos, Tomás Campuzano, realizador audiovisual, se pregunta: “¿Quién tendrá los archivos de las Farc?”, “alguien se debe haber dedicado a recogerlos”, se responde inmediatamente. De esta manera llama la atención sobre el escenario que plantea, en el campo de la memoria audiovisual, la posibilidad de firmar el cese de la confrontación armada, y es que si desde el primer momento el cine nos narró la violencia es porque la pantalla grande no puede abstraerse de las huellas que han quedado tras las formas en las que los colombianos hemos decidido resolver los conflictos.
El festival de la memoria audiovisual
A manos de Tomás Campuzano y Karol Muñoz llegó un archivo de 20 años de viajes a la Sierra Nevada de Santa Marta. Fue ahí donde nació la preocupación por la importancia de la memoria audiovisual que guardan los tacos llenos de polvo, aquellos que muchos se rehúsan a botar pero cuya utilidad es igual a la de cualquier traste inútil arrumado en un cuarto de viejos recuerdos si las historias que contienen no pueden ser visualizadas.
Luego, en compañía de la historiadora Adriana González, crearon la Corporación Memoria Audiovisual y con ella apareció también la posibilidad de repensar el valor de los acervos de imágenes que narran el pasado en Medellín, surgió así la idea de crear un festival de memoria audiovisual que antes de competir con el Encuentro Nacional de Archivos Audiovisuales que realiza anualmente en Bogotá el Ministerio de Cultura de la mano de la Fundación Patrimonio Fílmico, se convirtiera en un aliado de dichas entidades para descentralizar las preguntas sobre el depósito legal de archivos, su preservación y su necesaria visualización.
El trabajo de recuperar, almacenar y custodiar los registros audiovisuales bien lo ha hecho desde 1986 la Fundación Patrimonio Fílmico en su cometido de convertirse en un gran repositorio de imágenes en Colombia. Sin embargo, en la opinión de Tomás y Karol, aún Medellín no ha sido fiel testigo de lo que se ha construido alrededor de la cultura audiovisual que traen consigo los archivos, por eso, dice Tomás Campuzano, Mamut –nombre que llevará el festival- “busca hacerle un poco justicia al discurso que hay detrás de los archivos y es que para que el archivo funcione, después de estar preservado, una de las facetas es ponerlo en valor. Es justo que vuelvan a pasar por las salas, que vuelvan a estar en unos escenarios importantes para la ciudad”.
Mamut es la memoria extinta de los elefantes, los cuales se conocen por su buena capacidad de recordación, así explica Karol Muñóz porqué el Festival lleva este nombre. Mamut pretende ser el espacio para la memoria extinta de Medellín, por ello entre el 19 y el 22 de octubre serán convocados dos públicos a participar del encuentro: aquel que está interesado en adelantar proyectos de recuperación de archivos audiovisuales y el que quiere conocer a través de las imágenes el pasado que su memoria no alcanza a recordar.
Este espacio cuenta, por ahora, con el apoyo del Centro Colombo Americano, la Universidad de Antioquia y el Instituto Tecnológico Metropolitano y estará dividido en varios momentos: primero, la exhibición de películas en 35 milímetros restauradas por la Fundación Patrimonio Fílmico; segundo, la exhibición de productos audiovisuales derivados de la beca del Ministerio de Cultura que entre 2013 y 2015 premió documentales cuyo 60% estuviera conformado por imágenes de archivo; tercero, un componente académico que sirva de guía para aquellos que tienen en sus manos un archivo y desean conservarlo; cuarto, un espacio para visualizaciones comentadas de archivos que están en gestión, como es el caso del de Víctor Gaviria, trabajado por la historiadora Adriana González quien ha sido apoyo fundamental en la concepción de Mamut; finalmente, un espacio de exposición para material conexo, como documentos o fotografías.
Ya en el Festival de Cine de Jardín, el pasado mes de julio, Mamut entregó una muestra de lo que pretende ser su primera versión. Se visualizaron dos cortometrajes sobre la memoria política del M-19 con el fin de lograr a uno de los grandes objetivos de estos jóvenes realizadores: acercar la historia a una generación que desconoce las causas de los conflictos que aún no terminan y cuyas verdades, dichas y a veces no escuchadas, han sido señaladas de muchas maneras, entre ellas a través del cine, de la fotografía y de los archivos sonoros, justamente es por ello que en la transición de la guerra a la paz es preciso volver la mirada atrás.