En su sede principal en Bogotá, esta universidad tiene varios sitios que recuerdan fechas y víctimas del conflicto armado. El sacerdote Camilo Torres es quien tiene el mayor número de lugares de memoria recordando su legado.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Fotos: Archivos del Búho

Desde sus inicios la Universidad Nacional de Colombia (Unal), sede Bogotá, se convirtió en un escenario de debate y construcción de ideas que trascendieron sus aulas y auditorios. Esto significó que en los tiempos más neurálgicos del conflicto armado, estas disputas se materializaran en repertorios de violencia, que vulneraron gravemente derechos humanos, en los que se vieron envueltos agentes de Estado, sectores del movimiento estudiantil y grupos al margen de la ley. Las constancias de esos sucesos hoy se conservan en placas, monumentos, bustos, plazas, pinturas, murales y grafitis, lugares de memoria a los que el sociólogo Rodrigo Torrejano Jiménez les quiere devolver su valor histórico y patrimonial.

A la fecha, Rodrigo ha identificado un aproximado de 26 lugares de memoria, como parte del proyecto de investigación Geografías de la memoria universitaria: Análisis de los lugares de memoria en el campus de la Universidad Nacional de Colombia -sede Bogotá (1977-2006) que desarrolla como estudiante de la maestría en Geografía en la Universidad Nacional, bajo la dirección del profesor Edmon Castell Ginovart. El resultado final de su trabajo de grado será una cartografía de aquellos lugares asociados a la victimización y a la ocurrencia de hechos violentos contra la comunidad universitaria, entre los años 1976 y 2006.

Rodrigo, también estudiante de la especialización en Memorias Colectivas, Derechos Humanos y Resistencias en Clacso, expresó que la idea de elaborar una cartografía de lugares de memoria nació cuatro años atrás a raíz de su participación en el proyecto Archivos del Búho, el cual tiene como fin hacer visible la importancia del movimiento estudiantil de ‘La Nacho’ a través de documentos que datan desde finales de los años setenta. De este material, que consta de 3 mil 500 archivos, surgió la idea cuyo resultado final Rodrigo quiere dar a conocer a través de una página web. Ver: 16 de mayo de 1984, en la memoria de la Universidad Nacional

“Siempre tuve la curiosidad por saber y tener en el radar aquellos lugares, conocer su estado, clasificarlos y visibilizarlos como espacios de apropiación y reconocimiento, y, por qué no, motivar su restauración en casos en los que se han identificado deterioros”, afirmó Rodrigo Torrejano. Como complemento a esta cartografía, su investigación incluye un análisis sobre estos espacios y su importancia para la memoria, y una observación crítica de estos símbolos como dispositivos patrimoniales.

En su investigación, Rodrigo ha encontrado, entre otras cosas, que la Nacional no tiene un programa para proteger estos sitios; que algunos de ellos cuentan con peregrinaciones familiares, otros están en el completo abandono y varios más han desaparecido, como el busto de Lenin que estaba ubicado en la plaza que llevaba su nombre entre el edifico de Artes y el extinto edificio de Arquitectura; que otros fueron restaurados tras ser atacados por la fuerza pública; que Camilo Torres es el personaje con mayor cantidad de lugares en su honor; y que otros tantos sitios de memoria están en disputa permanente, como la imagen del ‘Che Guevara’ en la plazoleta central de la universidad que ha sido borrada y pintada varias veces.

Rodrigo Torrejano encontró también que estas tensiones, ausencias y disputas, en términos políticos, no han sido trasladadas a escenarios adecuados de debate, lo que ha causado que no se reflexione lo suficiente sobre la importancia simbólica de estos lugares y su carácter pedagógico, a la vez que ha provocado apropiaciones violentas al interior del campus.

Por otra parte, y luego de consultar si existían en Latinoamérica (Chile, Argentina, Perú y México) trabajos de este tipo, en los que se relacionaran los lugares de memoria, los campus universitarios y las cartografías de los mismos, Rodrigo encontró que son otros los ejercicios que se han desplegado para visibilizar estos lugares, pero afirmó que no hay una investigación con las características de una cartografía como la que él propuso, por lo que espera que su trabajo motive indagaciones similares en otras instituciones públicas de educación superior que aporten a la discusión sobre las implicaciones del conflicto armado en las universidades del país.

Finalmente, Rodrigo espera que su trabajo ayude no solo a concientizar a la comunidad universitaria de la necesidad de comprender el pasado de la Nacional, a través de las historias que contienen estos lugares, sino también a llamar la atención de la administración de la Universidad para que emprenda programas encaminados a devolverles su valor histórico.

 

Algunos de los lugares de memoria identificados por Rodrigo son:

1. Placa con el nombre de Patricio Silva Ruales, estudiante de Química y Farmacia, asesinado el 30 de mayo de 1978 por miembros de la fuerza pública en el marco de una protesta estudiantil frente al edificio de Física Estadística y Matemáticas. En la década de los ochenta se ubicó una placa conmemorativa del hecho en la entrada de dicho edifico en Bogotá.

En la actualidad no hay certeza del estado de las placas conmemorativas ubicadas en el jardín frontal y en el costado izquierdo del pasillo de este edificio, debido a que, antes de que la Universidad cerrar sus aulas a causa de la pandemia, en este sector del campus se adelantaba una adecuación locativa. Sobre este lugar, Rodrigo tiene preocupación por el alto estado de deterioro de las placas y por su posible permanencia.

Hugo López Barrera.

2. Placa con el nombre de Hugo López Barrera, estudiante de la facultad de Ingeniería e integrante del Frente Estudiantil Revolucionario – Sin Permiso. El martes 25 de mayo de 1982 en Bogotá, se presentaron incidentes entre estudiantes y policías, en los predios de la Universidad Nacional y sus alrededores. En estos hechos, cayó mortalmente herido en la cabeza el joven estudiante de Ingeniería.

La placa conmemorativa está en el jardín de la antigua residencia universitaria, hoy edificio de Diseño Gráfico. Aunque el lugar es visible en el recorrido peatonal de la entrada de la Calle 26, su deterioro es notable y en medio de la pandemia se ha agudizado su condición.

3. Lugares de memoria sobre el 16 de mayo de 1984: en el marco de una jornada de protesta en rechazo del asesinato del líder estudiantil Jesús Humberto León Patiño, la fuerza pública ingresó por la puerta de la calle 26 y se tomó la Universidad. Aunque se conoce que 83 estudiantes fueron detenidos, las cifras sobre heridos, desaparecidos y asesinados aún no han sido esclarecidas. Tras lo ocurrido, la Universidad fue cerrada durante un año.

En los lugares relacionados con estos hechos hay placas, lugares testimoniales, conmemorativos y reivindicativos, ubicados en la entrada de la 26 y el corredor natural entre el edificio 214 y el 212 (lugares identificados en los relatos recolectados por Archivos del Búho, descritos en el libro Reventando los Silencios que será lanzado la segunda semana de mayo). Además, hay una placa en el costado sur oriental de la Plaza Che que hace referencia a los hechos del 16 de mayo.

4. Placa con el nombre de Jesús Antonio Bejarano, profesor de la facultad de Economía, asesinado el 15 de septiembre de 1999 por las Farc, hecho reconocido por esta organización en una comunicación pública entregada durante el 2020 ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

La placa conmemorativa está en la entrada del edificio de posgrados de Economía. A diferencia de los lugares asociados a estudiantes, este tiene un estado de preservación considerable y con las recientes declaraciones dadas por la extinta guerrilla de las Farc la historia detrás de este lugar ha cobrado una relevancia significativa en la institución.