La construcción de paz y la reparación colectiva a víctimas con discapacidad son dos de los principales campos en los que el Movimiento Social de Discapacidad Colombia hace aportes desde una agenda propia, explicó Sandoval.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Fotografía: Proyecto Arte para Reconstruir de la Fundación Prolongar con el apoyo de USAID. Fotógrafos Santiago Vallejo/Federico Mejía

El Movimiento Social de Discapacidad Colombia (Mosodic) nació en el 2015 con el propósito de visibilizar las capacidades de las personas con discapacidad y propender por sus derechos en un ambiente participativo. Una de sus fundadoras es Diva Sandoval Potes, trabajadora social egresada de la Universidad del Valle, quien desde los 15 años se vinculó a procesos sociales con sindicatos, comunidades indígenas y afrodescendientes.

Hoy, a sus 69 años, encamina sus esfuerzos hacia el afianzamiento de los lazos entre las organizaciones de base que conforman el Movimiento, ubicadas en 20 departamentos de Colombia y diez localidades de Bogotá. Según Diva Sandoval, el hecho de que Mosodic haya nacido en pleno proceso de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc, ha sido decisivo en uno de los principales propósitos de la organización: la búsqueda de la paz y el respeto y dignificación de la comunidad con discapacidad.

 

¿Bajo qué circunstancias nació Mosodic?

Mosodic es una plataforma amplia, pluralista y democrática, que nació como respuesta al modelo asistencial con el cual se han desarrollado las políticas públicas de discapacidad en todo el país. En el proceso de creación del Movimiento se dio una situación particular: el proceso de diálogo del gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC para lograr un acuerdo de paz. Mosodic se inscribió en ese acompañamiento que desde la sociedad civil hicieron movimientos y organizaciones defensoras de derechos humanos, considerando la necesidad de que se desarrollara esa estrategia de paz y se avanzara hacia el logro de una justicia social y ambiental en la que las personas con discapacidad tuvieran el lugar que se merecen.

 ¿Cómo logró Mosodic ganar terreno en otros territorios fuera de Bogotá?

Nosotros como Mosodic, al estar relacionándonos con las diferentes plataformas sociales que apoyaban el proceso de paz, como Clamor Social por la Paz, la Mesa Social por la Paz y la Red de Universidades por la Paz, entre otras, comenzamos a visibilizar también la situación de las personas con discapacidad y logramos un acercamiento con diferentes grupos poblacionales. Se nos empezaron también a abrir escenarios y espacios como el del Comité de Impulso al Proceso de Paz y la Comisión de Paz del Congreso de la República. Allí tuvimos la posibilidad de presentar nuestros puntos de vista sobre lo que nosotros considerábamos que era el proceso de paz y cuáles podrían ser sus estrategias para hacer más consciente a la población sobre la importancia de estos diálogos.

Desde estas plataformas empezamos también nosotros a contactar a diferentes sectores, como la población afro, indígena y campesina, esta última representada en la Cumbre Agraria y el Congreso de los Pueblos. Así comenzaron a fluir las relaciones en los departamentos en los que empezamos a tejer y visibilizar tanto el proceso de paz como el proceso de nosotros como Movimiento Social de Discapacidad Colombia. Esto ocurrió en el Valle del Cauca, Tolima, Boyacá, Arauca, Casanare, Chocó, Nariño, Antioquia y otros departamentos de la Costa Caribe y Bogotá.

En este proceso con las plataformas también fuimos construyendo la necesidad de que el Movimiento Social de Discapacidad Colombia tuviera una agenda de paz que nos permitiera estar presentes en la vida social, política, cultural y ambiental del país. Fue así como en el año 2017, con el propósito de construir esa agenda, nos lanzamos a la realización del primer encuentro nacional de Mosodic: “La discapacidad enciende la llama por la Paz”, financiado por le Embajada de Suiza (Cosude). En este proceso participaron 120 personas de 23 territorios.

¿En qué consiste esa Agenda de paz?

En ese andar por los territorios, conjuntamente con movimientos sociales y de derechos humanos, fuimos construyendo un ambiente no solo para fortalecer lo que se estaba negociando en La Habana, sino también para identificar a los compañeros que estaban en disposición de apoyar la apuesta de Mosodic. De ese modo fuimos identificando las necesidades que tenían los territorios a través de lo que nos expresaban los compañeros y compañeras sobre la política pública de discapacidad que se estaba dando en sus comunidades.

Fuimos identificando a estos compañeros e hicimos un encuentro nacional en el que nos acompañaron personas afectadas por minas antipersonal, quienes entendieron la importancia de apoyar el proceso de paz. Con esa masa crítica construimos nuestra Agenda de Paz, que no es homogénea, justamente porque participamos todos. Nos unió el hecho de que queríamos que el proceso de paz se diera, pero con justicia ambiental y social, sin que fuéramos excluidos. En este primer encuentro realizamos tres paneles de discusión: discapacidad, justicia transicional y garantías de no repetición; diferentes miradas  sobre la participación social y popular; y desarrollo integral del ser humano y la comunidad para avanzar hacia una sociedad en paz. También, conformamos cinco mesas de trabajo: hacia la construcción de una nueva arquitectura institucional de la discapacidad en el tránsito hacia la paz; participación social y política como alternativa en el fortalecimiento de la democracia; movimientos sociales y comunicación; personas con discapacidad como sujetos colectivos de reparación; incidencia política y movilización social del Movimiento Social de Discapacidad Colombia en la apuesta del fortalecimiento de la democracia colombiana.

A partir de los paneles de discusión, nos dimos cuenta de que era fundamental iniciar un proceso de alfabetización política para que la gente pudiera participar con conocimiento de lo que pasaba en el país y en los diferentes espacios que le estaban apostaban a una paz estable y duradera. Por eso, nuestro primer punto de la agenda se llamó ‘Alfabetizar para participar’. Fue así como creamos un taller pedagógico que se da todos los sábados y lo hacemos de forma virtual. Comenzamos a identificar esos imaginarios y obstáculos que provocan que la comunidad con discapacidad siga sumergida en la no comprensión de todo lo que está pasando con sus derechos.

Otro tema de la agenda fue el de la comunicación, es decir, el del relacionamiento, porque sabemos que la comunicación es entender al otro desde la diferencia. Y esto es bien interesante ya que las personas con discapacidad visual, por ejemplo, tenemos más desarrollada la memoria, sabemos identificar a las personas por el tono de su voz o incluso por su olor. Así que los sentidos son muy importantes para nosotros en este proceso de relacionamiento con el otro. Cosas similares ocurren con personas con otras discapacidades que han desarrollado habilidades extraordinarias. Por ello la comunicación, para nosotros, atraviesa todos los temas coyunturales. Eso implicó también una construcción colectiva desde la coordinación colegiada del Movimiento y sus diferentes espacios de trabajo, con los grupos de comunicaciones, de víctimas, de paz y el grupo que está trabajando en la arquitectura institucional para la diversidad humana. Esto nos da a entender que debemos plantear nuestras apuestas según el escenario en que estemos, según la coyuntura actual y según la estrategia que nos tracemos.

Otro tema fundamental es el de victimas con discapacidad como sujetos de reparación colectiva. Nosotros seguimos siendo invisibles. Tenemos, según la Unidad para las Víctimas, casi 500 mil víctimas con discapacidad, y eso que no estamos todas. Esta parte de la agenda es importante porque no hay comprensión de lo que es la discapacidad y no nos ven como potencia sino como los seres más indefensos del país, a los que hay que hacerles todo. En el peor de los casos somos considerados una carga para la familia, para la sociedad y para el Estado. Esto es lo que necesitamos superar, las barreras que nos impone la mayoría de la sociedad.

Nosotros estamos en una apuesta importante. Queremos primero que se reconozcan todas las víctimas con discapacidad en el conflicto, que se tengan en cuenta sus demandas y peticiones. Y algo muy importante es que dejen de utilizarnos como falsos positivos y que dejen de discriminar la protesta social. Sabemos que muchas personas que participaron en las últimas protestas en el país quedaron con alguna discapacidad por cuenta de la forma como la fuerza pública atacó.

Otro aspecto muy importante en nuestra Agenda de Paz es la arquitectura institucional que contempla la diversidad humana. Nosotros consideramos que hay un déficit de capacidad en las instituciones del gobierno y que muchas de las personas que ocupan cargos relacionados con discapacidad no saben ni lo que deben hacer. Además, por el sistema de contratación y relacionamiento político en que vivimos, entran y salen funcionarios sin llevar procesos. Y como no se creen en las capacidades de las personas con discapacidad, ponen personas que ni entienden para qué los colocaron ahí. Esta es una talanquera que tenemos en todo el territorio nacional. Por ejemplo, aquí nos cambian contratistas cada tres meses.

Lo que queremos es que nos transformen las instancias creadas para la atención de la discapacidad, desde la Ley 1145 de 2007, la Ley del Sistema Nacional de Discapacidad; la Ley 1346 de 2009, la cual acoge la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad; la Ley 1618 de 2013, que es la ley para el goce efectivo de los derechos de la población con discapacidad, de la cual, por cierto, estamos muy distantes porque nos regresó al modelo asistencial. Tenemos auxilios para el transporte, por ejemplo, pero no avanzamos en políticas efectivas direccionadas a apoyar a aquellas personas que no tienen empleo, esto a pesar de que contamos con miembros incluso con maestrías y doctorados que comprenden muy bien estas dinámicas y que podrían contribuir con mayor eficacia a que estas leyes sean realmente efectivas.

¿En este gobierno se están cumpliendo las políticas públicas de discapacidad?

Nosotros con el gobierno actual hemos tenido pocos acercamientos, aunque nos contactaron en un principio para que les ayudáramos a elaborar unos perfiles técnicos para contratar al equipo de la consejería presidencial que trata el tema de las personas con discapacidad. Hicimos la propuesta sobre a qué personas debían convocar y qué funciones deberían de tener para conformar la Alta Consejería para la Participación de la Población con Discapacidad. Luego hicimos algunas visitas a la presidencia y a la oficina del Alto Consejero, con el fin de manifestarle nuestros puntos de vista, por ejemplo, con relación al censo que se adelantó en el 2018, ya que fuimos excluidos, por lo que, en esa época, hicimos un plantón frente al DANE, porque consideramos que nuestra exclusión significaba la desaparición política de la discapacidad. Por ese plantón y con ayuda de Naciones Unidas logramos que se consiguieran los 20 mil millones de pesos que faltaban para que estuviéramos en el censo, en principio, a través de una prueba piloto digital.

Pero luego no pasó nada porque el gobierno tiene completamente cerrada la comunicación con la gente del común con discapacidad, y solo habla con aquellas personas que hacen parte de su partido. De hecho, hace poco el gobierno nacional sostuvo una reunión virtual sobre el tema con la Gobernación del Putumayo y las más de cien personas que participaron en la reunión eran contratistas, no había una sola persona con discapacidad presente, nadie en estas condiciones fue invitado con el fin de discutir procesos. Entonces ¿A qué jugamos? ¿Dónde está el constituyente primario?

Por otra parte, en las instancias de asesoría y de orientación a las que acude la comunidad con discapacidad para orientarse en la implementación de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y del Plan Nacional de Desarrollo, tampoco escuchan a la gente, lo que demuestra que el gobierno tiene una incapacidad técnica muy grande, y eso que existen funcionarios que te pueden citar de memoria la Convención, pero no la comprenden.