Según Pastor Alape, delegado del partido Farc al Consejo Nacional de Reincorporación, el pedido de perdón a las víctimas del secuestro, realizado a través de un comunicado público la semana pasada, hace parte de “un largo proceso de esclarecimiento, reconocimiento de responsabilidad y reconciliación”.
Por Camilo Castañeda Arboleda
Mediante una declaración pública difundida a través de Twitter, ocho integrantes del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc) reconocieron el pasado 14 de septiembre su responsabilidad por los secuestros y solicitaron perdón a las víctimas y a sus familias. “Queremos decirles que el secuestro fue un gravísimo error del que no podemos sino arrepentirnos”, expresaron en el comunicado. Este pedido de perdón ocurrió horas después de que Ingrid Betancourt, excandidata presidencial secuestrada por la otrora guerrilla de las Farc entre 2002 y 2008, aportara a la Comisión de la Verdad un testimonio sobre la experiencia de su cautiverio y las consecuencias que dejó en su vida. Ver: “El secuestro no tiene fecha de vencimiento, se vuelve una realidad genética”: Ingrid Betancourt
Para Pastor Alape, delegado del partido Farc al Consejo Nacional de Reincorporación (CNR), el reconocimiento de la responsabilidad por estos delitos fue motivado por el compromiso que asumieron con las víctimas cuando firmaron el Acuerdo Final de Paz. Según él, ese compromiso se evidencia en el cumplimiento de las obligaciones que los excombatientes tienen con el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, acudiendo a las audiencias citadas por la Justicia Especial para la Paz (JEP), ofreciendo testimonios a la Comisión de la Verdad sobre su participación de la guerra y entregando información a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas para encontrar a quienes fueron desaparecidos durante el conflicto armado.
Acerca de estos aportes, un informe del partido Farc, conocido por Hacemos Memoria, indica que, entre el 30 de septiembre de 2016 y el 11 de agosto del 2020, los excombatientes han realizado 172 actos de reconocimiento y esclarecimiento de la verdad sobre hechos ocurridos en el marco del conflicto armado en los que han participado excombatientes que adelantan su reincorporación. Sobre cómo avanzan estos procesos y las reflexiones internas que generan, conversamos con Pastor Alape, quien hizo parte del Secretariado de las Farc y hoy es uno de los líderes políticos del partido.
Hace unos días los miembros del partido Farc reconocieron y pidieron perdón por el secuestro, ¿qué motivó tal hecho?
Desde la negociación en La Habana dijimos claramente que las víctimas estaban en el centro del Acuerdo de Paz. Una guerra se termina para que no hayan más víctimas y para poder reconocerlas, en esa dirección nos hemos movido. Empezamos con unas acciones tempranas como las del desminado que hicimos Briceño, Antioquia. También fuimos a Bojayá en diciembre de 2015 cuando todavía no se había firmado el Acuerdo, allá asumimos nuestra responsabilidad y solicitamos el perdón a las víctimas. Después, entramos a desarrollar las demás actividades de solicitud de perdón y de acciones de reconciliación en los territorios, como responder a la Jurisdicción Especial de Paz y ante la Comisión de la Verdad, pero también establecer equipos de trabajo para la búsqueda de personas dadas por desaparecidas. Llegó el momento de hacer un reconocimiento de responsabilidad y un pedido de perdón de manera pública, específicamente frente a un caso concreto que es el del secuestro, por eso llegamos a ese punto. Iremos asumiendo responsabilidades en ese proceso de lo que nos corresponde como firmantes del Acuerdo de Paz, y por el compromiso ético de dejar esclarecido todo lo que tiene que ver con las responsabilidades que tuvimos.
¿Qué sienten ustedes cuando escuchan testimonios como el de Ingrid Betancourt u otras personas que fueron víctimas de secuestro?
Ahora diríamos que, en unas condiciones de ciudadanos bajo la normatividad constitucional y en el compromiso de construir paz, a pesar de todas las situaciones que nos ha tocado vivir, con los 227 firmantes que han sido asesinados, lo que uno siente es una situación de responsabilidad, de dolor y, por supuesto, como lo hemos manifestado, de arrepentirnos de que la guerra nos hubiera llevado a esos límites. Por eso, de ahí sale el compromiso de desarrollar todas las acciones posibles para la no repetición y la lucha para que sea el diálogo el instrumento fundamental de resolver la conflictividad territorial.
Hubo un reconocimiento colectivo del tema del secuestro, pero hay un tema que ha sido más complejo y es el del reclutamiento de menores. Se señala que fue un política de las Farc, pero ustedes no lo reconocen así: ¿cómo entender esa postura?
Lo primero es que aquí nos mantenemos en una línea de no dejarnos meter en el debate mediático y sus intereses. Nos mantenemos en una línea de construcción de una cultura de paz, en esto entendemos que cada quien tiene que asumir su responsabilidad. Nosotros en las comparecencias ante la JEP hemos aceptado que hubo menores en filas, que hubo reclutamiento de menores, a pesar de que en sus lineamientos las Farc no lo permitían. Esos menores, que según el Derecho Internacional Humanitario son hasta los 15 años, en ningún momento los hemos negado, asumimos esa responsabilidad.
Ahora, que la política de Farc fuera reclutar menores, eso no era así porque entonces de los 13.400 mil hombres y mujeres que firmamos el Acuerdo, el 70% como mínimo debieron ser menores y cuando firmamos el acuerdo 406 era menores de 18 años. Entonces, en lo mediático estamos frente a una matriz que estableció el Estado colombiano para desconocer al actor político, decían que éramos una guerrilla de niños soldados y ese discurso se les cae cuando se hace el cotejo con la Registraduría para la cedulación de las personas y se encuentra la cifra es de 406 menores. Quienes mantienen esa campaña de manera irresponsable preguntan qué los hicieron, dónde los dejaron. No, nosotros empezamos con la salida de 126 menores desde antes de la firma del Acuerdo porque empezamos todo este proceso de ajustes, pero hemos asumido esa responsabilidad.
Cuando yo terminé mi comparecencia ante la JEP y salió Blu Radio a decir que yo no había aceptado esa responsabilidad, me tocó sacar un comunicado diciéndole al país que sí la había asumido. Entonces, por eso tratamos de mantenernos al margen de ese debate mediático, que es muy difícil porque eso lo que hace es generar polarización, sobre todo en la campaña de quienes quieren decir que el Acuerdo de Paz es un fracaso.
En relación con los aportes a la Comisión de la Verdad, ¿qué información han entregado?
A la Comisión de la Verdad le hemos entregado testimonios sobre todo lo que tiene que ver con el conflicto armado: sus orígenes, su desarrollo, los dramas que constituyó la guerra en los territorios, los procesos de financiación, la participación de las comunidades.
Por otro lado, hay un equipo de Farc que trabaja en coordinación con la Unidad de búsqueda de personas dadas por desaparecidas y con el Comité Internacional de la Cruz Roja para las acciones que tienen que ver con la ubicación de restos de personas y la entrega de esas informaciones a Medicina Legal para hacer los correspondientes procedimientos.
¿Qué temas han abordado con la Comisión?
Hemos hablado de financiación, del tema de los menores, los hechos que se dieron de afectación a la población, abordamos los temas de violencia sexual, hablamos de toda la participación de otros actores en el conflicto. Han sido unas versiones amplias de asumir la responsabilidad. Hemos hablado del origen de las Farc, todo lo que tuvo que ver las decisiones que se tomaron en cuanto financiación, retenciones, hechos complejos como Bojayá, El Nogal y otros hechos dramáticos que ocurrieron en el marco del conflicto armado.
¿Qué importancia tiene la voz de ustedes para la construcción del relato que debe elaborar la Comisión?
La importancia de nuestro relato es el de la visión de uno de los actores del conflicto armado. Es decir, cómo llegamos al conflicto, cómo se desarrolló el conflicto y todas sus consecuencias. Partimos de que aquí necesitamos organizar ese rompecabezas de qué nos llevó al conflicto, cómo llegamos a su agudización. Entonces, así como se requiere la verdad de los paramilitares, del Estado, se requiere también nuestra versión para que la Comisión pueda coger absolutamente todas las piezas del rompecabezas, de nuestro drama que nos ha afectado históricamente. La importancia es porque es la parte que va a dar un actor, una verdad sin justificación política, una verdad dirigida a entregar una versión que es libre, que tiene un compromiso político y ético con el fortalecimiento del camino para la construcción de paz.
Acerca de esos aportes tan diversos a la Comisión, ¿qué riesgos puede tener el hecho de que otros actores del conflicto no participen o no aporten como es debido en este ejercicio?
De quedarse el relato de otros actores sin presentarse a la Comisión de la Verdad no va a ser posible establecer una mirada amplia y completa de los procesos que se dieron desde la confrontación y esclarecer lo que nos ha ocurrido históricamente. Ese ya es un compromiso que tienen que asumir ellos, nosotros estamos asumiendo el compromiso como lo firmamos en el Acuerdo.
Una preocupación que emerge por este tema es que los testimonios que aportan los excombatientes terminen justificando lo que hicieron y lo que sucedió, ¿cómo evitar que eso suceda?
Lo que no podemos es hablar de hechos del conflicto sin que se mire el contexto, si no se hace en el contexto efectivamente se va a revictimizar porque no se va a encontrar la causa de por qué se dieron estas situaciones. Aquí todos los aspectos de la verdad, de las versiones que entreguemos es para permitirle al país conocer cuál fue la realidad y entrar a desarrollar una política pública que posibilite que nadie más regrese a la violencia o a resolver los conflictos y las contradicciones a partir de la violencia.
Hace tres años usted estuvo en Granada, Antioquia, en un evento de reconocimiento de responsabilidad. Allí se comprometieron, entre otras cosas, con la búsqueda de personas desaparecidas en ese municipio del Oriente antioqueño, ¿cómo van con esa labor? ¿qué ha pasado con esa búsqueda?
Nosotros no hemos cesado en hacer actividades dirigidas a poder concretar ese proceso, hago énfasis en que no es un acto, es un proceso. Yo abrí el proceso en una región donde nunca había estado, yo no operé ahí, pero como líder de Farc fui a asumir esa responsabilidad y sobre todo a abrir el escenario para poder iniciar, entendiendo que la búsqueda de los desaparecidos es un proceso muy largo por todas las complejidades que implica.
Hasta ahora nos hemos conseguido unos recursos que el Reino de Noruega nos aportó para fortalecer un equipo de trabajo, que está muy débil, es decir, no tiene la capacidad todavía desempeñarse en sus funciones, lo importante es que estamos haciendo. Ya a nivel nacional se han encontrado y regresado restos de personas tanto bajo la responsabilidad de Farc como por responsabilidad de otros actores cuyos hechos conocíamos. De igual manera tratamos de articular el procedimiento para iniciar ya lo que tiene que ver con las acciones concretas de la búsqueda de las personas en el territorio del Oriente antioqueño; tenemos un proceso desde hace más de un año con el Centro de Fe y Culturas, con Pastoral Social, con otras organizaciones del territorio, en el que estamos sensibilizando y haciendo encuentros. Ese es un proceso que debemos estructurarlo desde las catarsis que acompañan un tema sensible y, de igual manera, desde todas las acciones del reencuentro, de la reconciliación, lo que implicaría el perdón, como punto final.
Pastor, hay aportes a la verdad, hay reconocimiento de responsabilidad que ayudan de alguna manera a reparar a la víctimas, ¿de qué otra manera se va a reparar a las víctimas?
El Acuerdo dejó con mucha claridad la línea de reparación, por eso todo lo que teníamos como lo que llamamos el patrimonio de guerra, todo eso fue dispuesto en un inventario para que el Gobierno recogiera. ¿En qué invertíamos la plata de la guerra? en armas, en municiones, que se entregaron a la ONU; en logística, que el Fiscal hace un chiste y minimiza diciendo que habíamos entregado traperos y escobas, ahí entregamos predios y dinero en efectivo y metales preciosos para que eso se pueda entrar en ese proceso de monetización, que se pasó a la fiducia que se definió para que manejara el fondo de reparación a las víctimas. La reparación no es individual, se hace de manera colectiva con los recursos que habían, en cuanto a la reparación material, pero también al Estado le corresponde esa reparación porque al final de cuentas es el Estado el responsable del conflicto, porque no fue capaz de asegurarnos la vida a ninguno de los colombianos, ni a los que nos tocó irnos al conflicto por esa situación, ni los ciudadanos que fueron afectados.