Con la puesta en funcionamiento de una unidad especial, el centro de educación superior busca articular las iniciativas que desarrollan dependencias académicas e instancias universitarias en varias zonas del departamento y optimizar, de esta manera, su contribución para el posconflicto.
Por: Carlos Olimpo Restrepo S.
Foto: cortesía Facultad de Educación
El conflicto armado colombiano ha tocado en múltiples ocasiones la universidad pública y desde ella se han desarrollado investigaciones, iniciativas y procesos que tratan de comprender y analizar las razones de este.
La Universidad de Antioquia no es ajena a la confrontación, como lo demuestra el hecho de que profesores, estudiantes y trabajadores han sido asesinados, torturados y desparecidos en el marco del conflicto interno del país. Sin embargo, dentro de este centro de educación superior, el más importante de Antioquia, algunos de sus miembros son indiferentes ante la situación.
Por esta razón, uno de los ejes fundamentales de la nueva Unidad Especial de Paz de la U. de A. es poner en la agenda pública universitaria la discusión, la reflexión y los aportes en torno a la paz, que se trabajan desde diferentes instancias de la Alma Mater. Así lo explica Hugo Buitrago, un veterano profesor de la Facultad de Educación, quien por su experiencia en asuntos de conflicto, fue designado para guiar este proyecto, que hace parte de las siete líneas de acción que se trazó la actual rectoría.
“Aquí mismo vivimos procesos en los que se ve que hay apatía, indiferencia, desconocimiento y también puede haber voces contrarias al desarrollo e implementación de estas iniciativas. Por eso, uno de los ejes estratégicos de nuestro trabajo será instalar en la agenda pública de la Universidad de Antioquia todo este tema de la discusión, la reflexión y los aportes en torno a la paz”.
Buitrago sabe que este es apenas uno de los retos que tendrá al frente de la Unidad, que será presentada a comienzos de diciembre, en algún espacio abierto del campus.
Otro desafío será el de la coordinación y articulación de los proyectos adelantados por diferentes unidades académicas (facultades, institutos, escuelas) e instancias (sindicatos, asociaciones, etc.), con el fin de evitar duplicar esfuerzos y optimizar recursos.
“La Unidad responde a una necesidad que se había planteado desde años anteriores en la Mesa Universitaria por la Paz, escenario en el cual confluían distintas unidades académicas y en donde, al ponerse de presente las diferentes iniciativas que se venían adelantando, se evidenciaba que había una desarticulación, que no se respondía a un ordenamiento, a una sistematicidad y a una coordinación desde la universidad misma, sino que eran iniciativas que se desarrollaban en programas de extensión, mediante investigaciones o en trabajos de docencia que cada dependencia de acuerdo a su naturaleza desarrollaba”, asegura Buitrago. Por eso, añade, una de las claves será “contribuir a la organización, a la coordinación y a la articulación de esos esfuerzos”, que es otro de los ejes del organismo.
Uno de los antecedentes más recientes y que da optimismo al profesor Buitrago es el que adelantaron nueve dependencias de la U. de A. en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación para integrantes de la FARC en la vereda La Plancha, del municipio de Anorí. En Dabeiba e Ituango también se desarrollan procesos similares desde el año pasado, con un trabajo articulado por solicitud de la Mesa.
“El tercer eje tiene que ver con promover, ayudar y facilitar el desarrollo de programas académicos tendientes a la construcción de paz, como cursos de extensión, diplomados, pregrados y posgrados”, asegura el profesor. Las facultades de Derecho, Educación, Ciencias Sociales y de Comunicaciones, entre otras, ya ofrecen algunos de estos o están en el diseño de los programas.
Muy de la mano con este eje, está el de “la generación de conocimiento conceptual, teórico y metodológico en relación con el tema. Esto es de la naturaleza de la universidad, no es que no lo tenga, es que se debe trabajar mucho y transmitirle a la sociedad el conocimiento que construyamos”.
Con la Unidad, este centro de educación superior también aspira a tener influencia en la formulación y desarrollo de políticas públicas territoriales sobre la paz. “Nosotros, como universidad, hacemos presencia en algunas instancias gubernamentales del territorio en salud, en educación, entonces, vale la pena que además de los temas que ponemos en discusión en estos escenarios, podamos también vincular la reflexión en torno a la paz territorial y que eso pueda devenir en la formulación de políticas públicas favorables y tendientes a la construcción de la paz”.
Recursos y relaciones
Hugo Buitrago ya empezó a construir una red de contactos para cumplir con estos objetivos. “Tenemos que reactivar una instancia fundamental, la Mesa Universitaria por la Paz. La Unidad va a incentivar los debates y las discusiones, pero sobre todo la participación de las distintas unidades académicas. Estos procesos tenemos que darlos en un escenario donde participe el mayor número posible de unidades e instancias universitarias”, asegura el docente.
Pone como ejemplo que el acercamiento que han tenido con los trabajadores de la universidad para explicarles los propósitos de la Unidad Especial de Paz les permitió saber que el sindicato está elaborando su propia memoria y, por eso, ya están pensando en cómo acompañar ese proceso.
También ha habido acercamientos con la Asociación de Profesores, pero por el actual debate nacional sobre los recursos para las universidades públicas, no se ha avanzado mucho. Y, de igual manera, se va a buscar trabajar con los estudiantes, el grupo más grande de la comunidad universitaria y uno de los más afectados por el conflicto.
Con quienes sí ha habido un acercamiento más concreto es con el decano de la Facultad Nacional de Salud Pública y su grupo de docentes, quienes manifestaron su intención de “ponerse a disposición de la Unidad” con el trabajo acumulado en torno al tema de conflicto y paz desarrollado en años anteriores.
De igual manera, Buitrago destaca que profesores de las facultades de Educación y Comunicaciones “han planteado vincularse a este proyecto, poniendo en su plan de trabajo las horas destinadas a extensión, específicamente al trabajo en la Unidad de Paz”.
También se han hecho contactos con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, surgida de los acuerdos entre el Gobierno Nacional y las FARC, con la cual se firmó un memorando de entendimiento, que incluye, entre otros aspectos, “avanzar en la construcción de nuestros propios relatos, de nuestra memoria histórica: qué, por qué y cómo nos pasó. Y contribuir desde allí a la construcción de la memoria que la Comisión tiene que hacer en relación con el conflicto en la universidad pública. Nosotros podemos aportar todo ese material desde el cual la Comisión puede ir construyendo esos perfiles, esos enfoques, esos asuntos centrales que van cimentando un relato de lo que pasó”, sostiene Buitrago, quien agrega que “a la Comisión de la Verdad le interesa que le podamos contribuir con el acervo de investigaciones, de proyectos y de conocimientos que hemos construido como universidad en relación con el conflicto y la paz”.
Pero para estas y otras iniciativas, el docente tiene otro reto importante: “Va a implicar el relacionamiento con la institucionalidad nacional, regional y local. Tenemos que tener un relacionamiento con las agencias de cooperación internacional, con embajadas proclives al tema de la paz y tenemos que hacer la gestión para la consecución de recursos, porque muchos de estos proyectos van a implicar una destinación importante de dineros, que la universidad no tiene”.