Jair de Jesús Giraldo fue desaparecido el 11 de septiembre del 2006, presuntamente por miembros de la guerrilla de las Farc. Su hija Yesica le escribe cartas en una pequeña bitácora que conservan en el Salón del Nunca Más.

En el fondo de una montaña.
Hola padre ¿Cómo estás?, espero que bien. Hace mucho tiempo no te escribo, pero hoy y muchos de los demás días te recuerdo y pues quise escribirte y saludarte y contarte cosas que han pasado.

Así empieza la última carta que Yesica Giraldo Giraldo, una granadina de 17 años, le escribe a Jair de Jesús Giraldo, su padre. Para ella, las cartas han sido desde hace diez años la forma en que le cuenta los hechos cotidianos y sucesos importantes que ocurren en su vida.

“Uno escribiendo se desahoga, llora mucho y con el llanto uno bota todo lo malo”, confiesa Yesica. Las primeras cartas que le escribió a su padre fueron para decirle lo mucho que los extraña y que lo quería; para felicitarlo por su cumpleaños o por el día del padre, para ponerle quejas por los compartimientos de su hermano, para compartirle situaciones que la hacían sentir triste o que le daban felicidad.

En la última carta lo puso al tanto de la visita de una delegación de exmiembros de las Farc que, por los compromisos asumidos en el Acuerdo de Paz, firmado en 2016, fueron a Granada a encontrarse con las víctimas del conflicto armado y realizar una jornada de reconciliación.

Hace unos meses vino ese man llamado Timochenko[1], ese man malo, que solo ha sacado puras lágrimas y tristezas, vino, pidió perdón y se fue. Me acerqué a él con demasiado miedo, pero en mi corazón había una seguridad, confiaba en que era capaz de hablarle, aunque cuando lo miraba de lejos me imaginaba a él llamando a uno de sus guerrilleros y diciendo que te matara.

[1] Yesica menciona en el texto que Timochenko, ex comandante de las Farc y hoy líder político del partido, fue quien asistió al evento de reconciliación en Granada. Sin embargo, quien representó a la organización en el evento fue Pastor Alape.

Las peras del domingo
La última vez que Yesica vio a su papá estaba por cumplir los 5 años. No son muchos los episodios que recuerda a su lado, pero guarda la imagen de un hombre afectuoso con sus dos hijos.

Cuando le preguntan por Jair, su memoria se remite a las tardes en las que él llegaba de trabajar y jugaban a la “chucha cogida”, con Elkin, su hermano mayor; o las noches cuando ella se metía en la cama de sus padres y se dormía en medio de los dos; o a las tardes de domingo cuando la familia entera se iba de vueltón por el pueblo.

Los domingos era el día especial. Los cuatro hacían el mercado juntos y terminaban la jornada en una panadería donde compraban peras de harina, cubiertas de ralladura de coco, uno de los postres favoritos de Jair y un gusto que heredaron Yesica y su hermano Elkin.

Jair de Jesús Giraldo, víctima de desaparición forzada del municipio de Granada. Foto: archivo familiar.

En casa lo siguen esperando
El lunes 11 de septiembre de 2006, Luz Dary Giraldo despertó antes del amanecer. Preparó el desayuno para su esposo Jair, que salía a trabajar a las 6 de la mañana y su hijo Elkin, que iniciaba clases en la escuela a las 7.

Luz Dary y Yesica recuerdan que se despidieron de Jair desde el balcón de la casa. Ese día iba para la vereda Cruces por una chatarra que vendería en el pueblo. A su regreso irían juntos a mercar. Ese día iba vestido con un pantalón negro, una camisa verde y unos tenis de color gris. Recuerdan que lo vieron subir a una chiva y que le arrojó mil pesos a Elkin para que comprara un lapicero. Pero en la tarde no llegó a la cita para hacer el mercado y trajo las peras que le prometió a sus dos hijos antes de salir.

Al ver que Jair no volvía, Luz Dary buscó al conductor de la chiva que lo llevó hasta la vereda. “Él me dijo que unos hombres encapuchados lo había bajado a él y a otro muchacho del carro”. Muy preocupada llamó a unos conocidos en el corregimiento de Santa Ana y en la vereda Cruces, pero nadie supo darle razón sobre la suerte de su esposo.

Ella, incluso, quiso ir hasta la vereda Cruces, recorrer los caminos por los que creyó que podía ubicar a su esposo, pero no se lo permitieron. Autoridades del municipio, la fuerza pública y sus familiares le impidieron hacerlo, pues en aquella zona había presencia del guerrilla de las Farc. “El Ejército buscó a Jair por Galilea y por Santa Ana, pero no lo encontraron”, explica.

Luz Dary no ha dejado de pensar en los días previos a la desaparición de su esposo para tratar de entender qué le ocurrió. Para ella, no es lógico que en el 2006 hubiesen desaparecido a una persona en Granada, pues en ese momento ya había disminuido la confrontación entre paramilitares, las guerrillas de las Farc y del ELN y la fuerza pública.

Días antes de su desaparición, Jair le contó a Luz Dary que había recibido amenazas mientras recolectada chatarra para vender en Granada. “Me contó que un hombre de civil lo abordó y le dijo que no cogiera esa chatarra, que eso era de ellos y que no volviera por ella. Pero como era tan terco, mi marido volvió. Ese día me dijo que lo acompañara, pero yo no quise ir”.

Desde entonces, a los oídos de Luz Dary han llegado muchos rumores sobre la suerte de su esposo. Unos meses después de la desaparición, un funcionario de la Alcaldía le dijo que a Jair lo habían asesinado y que lo sabía por la información que dio alias ‘Caliche’, un combatiente de las Farc que desertó unos meses después de la desaparición. “Yo en esos días, todavía con la tristeza, hablé de frente con Caliche. Sentí miedo, pero me atreví a cuestionarlo y me dijo que no sabía nada de él. Pero lo confronté, le pregunté por qué había ido al pueblo a decir que sí lo habían matado. Y me lo negó todo”, narra Luz Dary.

Cara a cara con Alape

Ay papá, que dolor siente mi alma no haber podido hacer algo para no dejarte matar. Pero ellos son malos y no se dan cuenta del dolor que causan en cada familia, en cada niño, en cada uno de esos corazones. Pero ellos algún día podrán cambiar, no sé cómo, pero hay que tener las esperanzas.

Así continúa la carta que Yesica le escribió a Jair sobre el encuentro que tuvo con Pastor Alape. Luz Dary recuerda que esa tarde, el sábado 23 de septiembre de 2017, la inundaron sentimientos de tristeza y rabia que no le permitieron acercarse a Pastor Alape en el templo católico en el que tuvo lugar el acto. Yesica fue quien se dirigió a él.

“Yo le pregunté que si él sabía algo de mi papá. Le dije que ya eran 11 años sin estar con él, que yo lo extrañaba mucho, que me diera alguna información o que cuadráramos una cita aparte para hablar más tranquilos. Pero me dijo que no me podía dar una cita, que iba a bregar a cuadrar la situación, que iba a hablar con los guerrilleros, que iba a pedir el listado de personas de las Farc que estaban por esta zona para obtener alguna información. Eso fue hace un año y hasta el momento no ha pasado nada”, cuenta Yesica.

Sobre el acto de perdón que se vivió ese día, madre e hija dicen que puede ser posible reconciliarse con las personas que hicieron parte de los grupos armados, mientras no hayan tenido nada que ver con la desaparición de Jair. Sin embargo, las dos coinciden en que el perdonar es una acción que por ahora no se plantean: “¿A quién le damos ese perdón si no sabemos la verdad?”, pregunta Luz Dary.

Entre la esperanza y la resignación
Luz Dary sueña muchas noches con que Jair está vivo, a su lado. Es lo que más desea, pero dice que ya no tiene esperanzas, que con la información que ha recibido y por el tiempo que ha pasado, lo más seguro es que esté muerto. Sin embargo, espera poder conocer la verdad de lo que sucedió con su esposo.

Yesica, por su parte, guarda la esperanza de que algún día vuelva a la casa. Entre las posibilidades que ha contemplado, y por eso titula la última carta que le escribió a su papá como En el fondo de una montaña, es que él haya ingresado a las filas de la guerrilla. “Mi papá era muy avispado, por ejemplo, si le hubieran dicho que se muere o se queda con los guerrilleros, yo creo que él no se hubiera hecho matar, que se quedaba con ellos”, dice.

El 24 de noviembre de 2018, cuando Yesica reciba su diploma de bachiller, probablemente le escribirá una nueva carta a Jair en la que le cuenta sobre esa nueva meta cumplida. Su siguiente objetivo: “estudiar derecho en la universidad para meter a la cárcel a la gente mala”, comenta. Mientras que no haya pruebas que indiquen que Jair está muerto, Yesica mantendrá viva la esperanza de que algún día leerá sus cartas y conocerá por medio de ellas lo que ha sido de su vida en los años en los que estuvo ausente.