Durante diez años, desde 1998 hasta 2008, la Corporación Medios para la Paz se dedicó a capacitar a cientos de periodistas del país en el cubrimiento del conflicto armado y la construcción de paz. Con el actual proceso de negociación entre el Gobierno y las Farc, algunas organizaciones y agremiaciones de periodistas han intentado continuar ese legado.

Por Natalia Maya Llano
Fotografías tomadas del libro La palabra desarmada. Futuro del periodismo en Colombia

“Estábamos en plena zona de distensión, en El Caguán, yo no sé el año exacto pero fue el primer taller que dictamos y quizás uno de los que más recordamos. Nos alojamos en un sitio de la iglesia para ser imparciales. Había prensa nacional, internacional y guerrilleros de las Farc, a ellos les pedimos que dejaran las armas para poder asistir al taller pero no quisieron, sin embargo, les permitimos participar”. Así es como Gloria Moreno de Castro recuerda los inicios de Medios para la Paz, la corporación de periodistas de la que fue directora durante los casi diez años que funcionó.

Estando en una reunión con unos amigos españoles, Gloria se sorprendió del proceso de transición a la democracia que se había vivido en ese país, del activismo de la ciudadanía y del papel desempeñado por la prensa. “Pensé entonces en Colombia, les hablé de la crudeza de su guerra pero también de las múltiples iniciativas de paz que se estaban gestando, y de lo mucho que me inquietaba el rol que jugábamos los periodistas. Deberíamos hacer algo, les dije”.

Los amigos que la estaban escuchando y Germán Castro Caicedo, su esposo, le pidieron que concretara su idea. “Enfocarnos en la capacitación –cuenta Gloria-. El objetivo era que los periodistas elevaran su nivel profesional, sobre todo en las regiones del país más apartadas, donde estaban mucho más expuestos a la guerra de la desinformación y a ser utilizados por los actores armados”.

Con este propósito claro, Gloria comenzó a convocar a sus colegas y amigos y uno a uno se fueron sumando hasta llegar a ser más de cincuenta. Arturo Guerrero, un filósofo que nunca ejerció su profesión por dedicarse al periodismo, no dudó en integrar el equipo de Medios para la Paz:

“Iniciamos a mediados de 1998 –precisa Arturo-, con unos talleres dirigidos principalmente por Javier Darío Restrepo, bajo las premisas de que el conflicto estaba siendo cubierto de una manera inconveniente por los medios y que no había nadie preparado para cubrir la guerra en un país en guerra. Durante nuestro primer año estuvimos en talleres preparatorios para nosotros mismos, en los que nos pusimos al día sobre la historia del conflicto, aspectos del DIH, mecanismos de protección de la Cruz Roja Internacional, entre otros temas. Lo que queríamos era replicar estos conocimientos y proponer una especie de autocrítica de los colegas en relación al trabajo que estaban haciendo”.

arturo-guerrero

En ese largo año de preparación, a la par con las jornadas de capacitación, los miembros de Medios para la Paz adelantaban las labores propias de una corporación que recién se estaba creando: darle personería jurídica, establecer los estatutos y órganos de gobierno, y buscar una sede.

“Aquí viene una historia curiosa –anticipa Gloria–. Nuestra primera oficina fue en la mansión que había sido de Rodríguez Gacha, en ese momento estaba a cargo de una fundación que atendía a niños con cáncer de bajos recursos y la directora nos ofreció un espacio gratuito: el gran gimnasio de Gacha, que estaba lleno de espejos”.

En una jornada de dos días taparon los espejos y adecuaron el lugar. Unos llevaron escritorios, otros sillas, los Jesuitas les regalaron un computador y un contacto en Suramericana con Nicanor Restrepo les ayudó a conseguir lo que les hacía falta, así como la financiación de los dos primeros proyectos de la Corporación, proyectos que desde entonces no pararon de desarrollar, hasta que en 2008 un cambio en las políticas financieras de cooperación internacional y un mayor control gubernamental sobre estos recursos los obligó a cerrar.

“La guerra también se instaló en las salas de redacción”: Gloria Moreno
En aquel primer taller en El Caguán que tanto recuerdan Gloria Moreno y Arturo Guerrero, los guerrilleros del equipo de comunicaciones expresaron sus opiniones e inquietudes como cualquiera de los periodistas que hacía presencia en la zona para cubrir los diálogos de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las Farc.

Gloria no olvida el reclamo insistente de algunos de los guerrilleros porque los medios no publicaban nada relacionado con el trabajo que ellos hacían por las comunidades, como la construcción de carreteras y obras de infraestructura. Pero lo que más los marcó a ella y a su equipo de Medios para la Paz fue darse cuenta de cómo el lenguaje que utilizaban los periodistas en Colombia también era un factor de violencia, guerra y enfrentamientos.

“Reproducían el lenguaje de los comunicados de prensa de las fuerzas militares sobre la guerra –señala Arturo–, un lenguaje que era totalmente sesgado desde la perspectiva de los problemas de seguridad, que no admitía un contexto ni un sentido proporcionado por otras fuentes. Se hablaba únicamente de los ‘narcoterroristas’, se empleaba una cantidad de términos que fuimos detectando y que nos motivó a inventarnos el diccionario Para desarmar la palabra”.

Este diccionario de términos del conflicto y de la paz era un instrumento de periodistas para periodistas, que incluía mil palabras relacionadas con la historia y naturaleza de los actores armados, el armamento, la negociación de conflictos, la legislación nacional e internacional sobre derechos humanos, el DIH y el vocablo popular sobre la guerra.

Al diccionario le fueron sumando el Boletín Antivirus, que distribuían en las redacciones y que según Gloria pretendía ser “una vacuna contra todas las trampas que la guerra le tiende al periodismo”; la página web de la Corporación que ofrecía una sección de asesorías; la gran red de aproximadamente 300 periodistas nacionales y extranjeros que conformaron; el programa de radio Rompecabezas, y Reporteros de Colombia, una agencia de prensa especializada en el conflicto armado.

taller

“Detectábamos una problemática o una necesidad –dice Gloria– e inmediatamente buscábamos qué hacer al respecto, qué taller proponer. Éramos muy activos pero porque el panorama era bastante complejo y nos lo exigía. Un buen ejemplo de lo terrible que estaba ocurriendo es que los medios le habían asignado a los periodistas determinado actor armado: usted cubre paras, usted cubre Farc, usted cubre Ejército, y la guerra terminó instalándose en las salas de redacción, “oye para”, “oye facho”, “oye guerrillo”, ya el periodista tenía una etiqueta y eso provocaba enfrentamientos”.

Ante esta y las demás perplejidades y debates que fueron encontrando sobre el ejercicio del periodismo en tiempos de guerra, Medios para la Paz ofreció varias versiones del Diplomado en Periodismo Responsable en el Conflicto Armado, en asocio con el Programa por la Paz del CINEP y la Universidad Javeriana; y publicaron investigaciones como La guerra, una amenaza para la prensa, y los libros Cubrimiento periodístico responsable del desplazamiento forzado interno, Cómo informar acerca de niños y jóvenes desvinculados del conflicto, y Prensa, conflicto armado y región.

“Era mucho el trabajo”, coinciden Gloria y Arturo. Pero desde 2006 comenzaron a ser menos los recursos y por tanto los proyectos. “Fuimos una organización muy juiciosa en la formalización de proyectos –precisa Gloria–, por eso pudimos acceder durante varios años a recursos de cooperación internacional. Sin embargo, con la crisis económica europea la cooperación se vino a pique y, aquí en Colombia, pese a tocar todas las puertas, no encontramos quién nos financiara”.

“Todas nuestras actividades eran gratuitas –cuenta Arturo–, no cobrábamos por los talleres ni por los libros. Pero la Corporación tenía que mantenerse de algún modo, pagar el arriendo de la oficina, el trabajo de los talleristas…El caso es que en el gobierno de Álvaro Uribe centralizaron todos los recursos de la cooperación internacional en una misma entidad, para tener un mayor control, y ya comenzaron a condicionar la plata. Cuando vimos que teníamos que realizar talleres que no iban con nuestra misión, preferimos parar”.

¿Qué estaría haciendo hoy Medios para la Paz?
Ante esta pregunta hipotética Gloria suspira, se ríe y afirma que sería muchísimo más el trabajo, porque cree que las falencias continúan siendo enormes. Pero también confiesa que desde hace varios años decidió alejarse de lo que por tanto tiempo ocupó sus pensamientos y energía, y dedicarse a asuntos más personales. “No estoy muy enterada de cómo se están haciendo las cosas hoy”, asegura.

Por su parte, Arturo recuerda que al iniciarse el actual Proceso de Paz entre el gobierno y las Farc, muchos conocidos le preguntaron por qué se había acabado Medios para la Paz “justo en el momento en el que más se necesitaba”. A él le hubiera gustado continuar.

Por lo pronto se imagina todo lo que tendrían que cambiar del trabajo que usualmente hacían para adaptarse al contexto actual de Colombia y a las exigencias del periodismo de hoy. Menciona lo obvio: la importancia de internet y las redes sociales, destacando lo “desastroso” que resulta que los medios se dediquen a repetir mentiras o verdades a medias enunciadas en un tuit o en el video de un youtuber; e insiste en la necesidad de que los periodistas sean creativos y logren transmitirle a la sociedad contenidos valiosos y trascendentales para el rumbo del país, como los ensayos de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas o el nuevo Acuerdo Final al que lleguen el gobierno y las Farc.

“No se me olvida una crítica que nos hizo el periodista español Miguel Ángel Bastenier –recuerda Arturo–. El periodismo es para informar, nos dijo, no para militar en la paz ni en nada. Frente a su comentario pensamos que no estábamos capacitando a periodistas para que se volvieran predicadores de la paz sino para que cumplieran con los principios fundamentales del oficio: buena investigación, contextualización, consulta de todas las fuentes. Y entendimos que, propender por un ejercicio periodístico ético y responsable, tenía de rebote una influencia decisiva en la manera como las sociedades resuelven sus conflictos”.

Justamente en 2008, en el texto La palabra desarmada, futuro del periodismo en Colombia, que fue la última publicación de Medios para la Paz en conmemoración a sus diez años de existencia, Arturo escribió: “Es cierto que los periodistas no operan de manera directa sobre los campos jurídicos, educativos, políticos ni negociadores del conflicto, pero tanto la guerra como la paz se prepara en la conciencia de las personas y de la sociedad, terreno en el que sí actúan los periodistas. Estos no liberarán a la sociedad de la guerra, pero sin ellos será imposible la paz”. Y hoy está más convencido que nunca de ello.



Consejo de Redacción (CdR), respaldado por la Universidad Javeriana, es quizás el proyecto periodístico actual que más ha retomado el legado de Medios para la Paz, o por lo menos así lo cree Gloria Moreno. CdR es una organización cuya misión es promover el periodismo de investigación, a través de cinco áreas de trabajo: capacitación, investigación, red, reflexión y emprendimiento.