La marcha del miércoles 11 de marzo de 1998 tuvo un objetivo: honrar la memoria del abogado y presidente del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos en Antioquia, Jesús María Valle Jaramillo, asesinado el 27 de febrero del mismo año. La movilización que salió de la Universidad de Antioquia hacia el parque San Antonio, ubicado en el Centro de la ciudad, convocó a más de treinta organizaciones sociales, estudiantes y profesores, con el objetivo de rendir homenaje a los defensores de los derechos humanos que habían sido asesinados.
Gonzalo Medina Pérez, quien era profesor de Periodismo de la Universidad en ese momento y ahora se encuentra jubilado, recuerda la conmoción que produjo la muerte de Jesús María Valle y el miedo que acompañó la movilización posterior, llevada a cabo por alumnos y docentes: “Los estudiantes citaron a asamblea, salieron a la calle e hicieron sus movilizaciones, pero todo hay que decirlo: el entorno en ese momento también era de mucha amenaza e intimidación a profesores y estudiantes. La situación era muy difícil, de mucho terror, y más a la hora de pensar en esa movilización”.
La marcha no fue multitudinaria. Así lo recuerda Lina Adarve Calle, profesora de la Facultad de Derecho, quien participó de esta. La docente agrega que la actitud de quienes marcharon ese día era de duelo, porque “era nuestro compañero” y era amigo de algunos docentes y miembros del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos en Antioquia, varios de ellos cercanos a la Facultad.
En la marcha que recorrió el Centro de Medellín participaron integrantes de la mayoría de las dependencias de la Universidad y de todos los estamentos universitarios. Los estudiantes, en particular, gritaron arengas contra el gobernador de la época, Álvaro Uribe Vélez, a quien apuntaban con frecuencia las denuncias del abogado Valle Jaramillo, como recuerdan otros participantes consultados.
En el ámbito internacional, más de 60 personas se reunieron en Bruselas (Bélgica) para expresar “su repudio por el asesinato del defensor de derechos humanos Jesús María Valle”, según una nota breve titulada “Pancartas en mano”, publicada en El Tiempo ese 11 de marzo de 1988. La nota agrega que “un grupo de estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid, España”, protestó contra la política de derechos humanos del Gobierno de Ernesto Samper, frente a la embajada de Colombia en ese país.
Desde 1988, Valle había asumido la dirección del Comité, luego del crimen de Luis Fernando Vélez, el 17 de diciembre de 1987, quien fue el presidente hasta entonces. Valle era egresado de la Universidad, y aunque en el momento de su asesinato no tenía otro vínculo con la Alma Máter, debido a su trabajo en defensa de los derechos humanos mantenía estrechas relaciones con los universitarios (ver “Asesinado el profesor Luis Fernando Vélez”).
Su sobrino Juan Guillermo Valle, personero del municipio de Anzá, recuerda que en los años noventa su tío Jesús María fue cercano a personas como Gustavo Marulanda, estudiante de Filosofía que también fue asesinado en aquella ola de violencia, el 7 de agosto de 1999. Juan Guillermo cree que Marulanda también estuvo en aquella marcha, pero lamenta que, como otros universitarios de esos años, no esté vivo para contar su versión de la historia (ver “Asesinado Gustavo Marulanda, estudiante de Filosofía”).
Durante más de veinte años de ejercicio como abogado penalista, Valle representó y defendió a campesinos, estudiantes, líderes y activistas políticos. Por ello, Julio González, profesor jubilado de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, recuerda que la noticia sobre el asesinato fue recibida “con mucha conmoción por parte de la comunidad universitaria y gran parte de la comunidad en general”.
Sus denuncias sobre la relación entre el Ejército Nacional y los paramilitares en el municipio de Ituango, en el norte de Antioquia, antecedieron su asesinato. En un artículo de El Colombiano del 28 de febrero de 1998, titulado “Semblanza de un gran hombre”, quedaron registradas las últimas palabras que Valle le dijo su hermana, antes de que lo mataran: “Tranquilícese, Nelly, que ya estamos en manos de ellos”. Se refería a los dos hombres y a una mujer que entraron a su oficina, ubicada en el edificio Colón, sobre la calle Ayacucho del Centro de Medellín, para cometer el crimen.
“La noticia se recibió con mucha preocupación porque en ese momento él tenía un enfrentamiento con el gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, y con el comandante de la Cuarta Brigada del Ejército, porque Valle había denunciado cierta connivencia y omisiones de la fuerza pública en la protección de las comunidades de Ituango”, recuerda el profesor González.
Luego de su asesinato, varios profesores de la Facultad de Derecho solicitaron al rector del momento, Jaime Restrepo Cuartas, que se realizara la velación del abogado en las instalaciones de la Ciudad Universitaria. Uno de ellos fue el profesor Darío Arcila, quien según cuenta la profesora Adarve, era amigo personal de Jesús María e insistió mucho para que se permitiera la velación. Pero esta solicitud fue negada, como quedó registrado en el acta 075 del 5 de marzo de 1998 del Consejo Superior Universitario (CSU). La razón fue que “no había manera de garantizar la seguridad”. Por esta negativa, “en la marcha se sentía el malestar de los profesores de Derecho con la administración central”, cuenta Adarve.
Restrepo, rector de la institución desde 1995 hasta el 2002, recuerda que la respuesta del CSU estaba ligada a las condiciones de seguridad del momento. “Se prestaba a las posibilidades de que ciertas organizaciones volvieran a retomar sus actividades dentro de la Universidad, nos pareció a mí y a todo el Consejo Superior que era improcedente hacer la velación dentro de la institución”, comenta.
Además de la marcha del 11 de marzo, el asesinato de Valle motivó entre estudiantes y profesores otras reacciones de rechazo de este crimen que, como ocurrió en 1987 con otros integrantes del CPDH, volvía a poner en la mira a los defensores de los derechos humanos. “Lo que estábamos pidiendo era que las organizaciones armadas no tomaran a la Universidad. Decíamos: ‘Una universidad cerrada no le sirve ni siquiera a las organizaciones armadas que tienen presencia al interior de la Universidad’”, afirma Restrepo Cuartas.
Según Julio González, en ese momento se revivía el terror de 1987, año en que fueron asesinados de forma selectiva 16 universitarios. “El ambiente era de mucha zozobra y de mucho temor. Casi que uno se la pasaba pensando que en cualquier momento se podía reiniciar la muerte, una masacre sin control”.
Por el asesinato de Valle, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano en el 2008, mientras que en el 2018 el Tribunal Superior de Medellín condenó a 30 años de cárcel a los ganaderos Francisco Angulo y Jaime Angulo, como determinadores del crimen. Las investigaciones continúan para establecer la posible responsabilidad de figuras políticas y agentes de la fuerza pública.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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