Directivas decretaron duelo por los asesinatos de Hugo Ángel Jaramillo y Gustavo Marulanda

La portería de la Universidad de Antioquia que da a la calle Barranquilla amaneció con las puertas cerradas el lunes 9 de agosto de 1999. Apoyados en las barras de la portería había dos letreros que anunciaban el velorio de Hugo Ángel Jaramillo, propietario de la cafetería de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas; y el de Gustavo Marulanda García, estudiante de Filosofía y líder del movimiento estudiantil. Ambos habían sido asesinados con un día de diferencia ese fin de semana.

Ese mismo año, el 4 de mayo, tres sicarios asesinaron dentro de la Universidad a Hernán Henao, director del Instituto de Estudios Regionales (INER). Días atrás, el primero de mayo, había circulado por la Universidad un panfleto de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en el que el grupo paramilitar criticaba a los integrantes de la Coordinadora Estudiantil Universidad de Antioquia (CEUA), entre ellos, a Gustavo Marulanda. Luego, en junio, circuló otro panfleto amenazante, con una lista de nombres en la que de nuevo aparecía Marulanda. Esta vez, la comunicación era firmada por un grupo que se denominó Autodefensas Universidad de Antioquia (Audea) y que acusaba a los líderes estudiantiles de pertenecer a la guerrilla: “O se uniforman o se mueren de civil”, se leía en el documento. 

Si bien había preocupación por las amenazas a los líderes estudiantiles, la primera muerte de ese fin de semana de agosto de 1999 sorprendió a la comunidad universitaria: el asesinato dentro de la Universidad del propietario de la cafetería de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Hugo Ángel Jaramillo. Beatriz Borja, quien en 1999 era estudiante de Licenciatura en Educación Primaria y en la actualidad termina sus estudios de doctorado en la Universidad, recuerda esa mañana del viernes 6 de agosto. Ella fue la primera persona que ayudó a levantar a don Hugo, como se le conocía, del piso de la cafetería donde había caído después de que un encapuchado le disparara tres veces en la cabeza. 

Con ayuda del trabajador de la cafetería, Borja logró sacar el cuerpo, y en el pasillo varias personas lo cargaron y lo llevaron hasta el carro de un estudiante. Cuando llegaron al Hospital San Vicente de Paúl don Hugo ya había muerto. Por donde pasaron con el cuerpo quedó un rastro de sangre que en las horas posteriores los estudiantes cubrieron con flores.

Al día siguiente, cuando varios universitarios asistían al velorio de don Hugo, quien era un personaje querido y reconocido en la institución, llegó la noticia del asesinato de Gustavo Marulanda, a quien Borja conocía como integrante del movimiento estudiantil. A las dos de la tarde, cuando salía de la Universidad por la avenida Ferrocarril, dos sujetos le dispararon al líder universitario desde una moto. 

Los estudiantes quisieron hacer la velación del cuerpo de Marulanda en el teatro universitario, pero el rector, en ese momento Jaime Restrepo Cuartas, se opuso por los altercados que esto podía ocasionar, y en cambio ordenó el cierre de la Universidad por tres días, orden que terminó extendiéndose a 10 días. En una reunión del Consejo Académico, integrado por todos los directores de las diferentes dependencias de la Universidad, el lunes 9 de agosto, el rector Restrepo refirió la existencia de “un rumor persistente de que los administradores de cafeterías y otros negocios están sometidos a la extorsión por parte de grupos no identificados, y de que el señor Ángel se había negado a pagar la mencionada extorsión”, se lee en el acta 0146 de ese organismo.

Sin embargo, Guillermo Ángel, sobrino de don Hugo y en la actualidad estudiante de Derecho de la Universidad, afirma que su familia nunca supo de esas supuestas extorsiones ni que esa haya sido la causa de su asesinato. Ni siquiera la esposa de don Hugo, quien trabajaba a su lado en la cafetería, supo de esas supuestas extorsiones. “Lo cierto es que no hay verdad judicial sobre el tema de mi tío”, dice Guillermo.

En la misma reunión del Consejo Académico, el rector informó que, días después de las amenazas en el panfleto de las Audea, se reunió con Gustavo Marulanda y Carmiña Zapata (estudiante de Derecho también amenazada), para manifestarles la necesidad de que se ausentaran de la Universidad por el riesgo que corrían. Restrepo dijo que él se encargaría de buscarles otra universidad en el país, porque la institución no contaba con los recursos para enviarlos al exterior. Finalmente afirmó: “Les pedí que me dieran otra posibilidad de ayudarles, y me respondieron que les diera armas, lo cual sería la negación del espíritu que impulsa a esta administración”, dice el acta.

Estas declaraciones del rector le parecen absurdas a Carlos Villa, que en ese entonces era estudiante de Sociología en la Universidad y participaba en el movimiento estudiantil. “Es muy complejo por parte del rector Restrepo decir que Marulanda le pidió armas, eso era ponerlo a él en la palestra”, opina Villa, quien en la actualidad está por sustentar su tesis de maestría: el documental Marulo, que narra la historia de Gustavo Marulanda y las circunstancias de su muerte. 

En varias ocasiones, el mismo Marulanda había hecho declaraciones públicas en contra del rector y su administración. Una de ellas ocurrió el 8 de julio de 1999 en una rueda de prensa en la que el líder estudiantil dijo: “Ante estas amenazas la administración de la Universidad negligentemente, hasta este momento, no ha hecho el primer pronunciamiento y parece que está esperando que los estudiantes pongamos el primer muerto, para ver si cierra o no cierra la Universidad”. 

Después del asesinato de Gustavo, en un panfleto, las AUC se atribuyeron el crimen del líder estudiantil y lo acusaron de pertenecer al ELN y de tener responsabilidad en el asesinato de Hugo Ángel Jaramillo. Esa versión fue reiterada por Carlos Castaño en una conversación que sostuvo con el rector Restrepo, 12 días después del asesinato, en el marco de una serie de acercamientos del rector con los grupos armados, con el propósito de pacificar la Universidad, según le informó al Consejo Académico el 8 de septiembre. 

Por su parte, Carlos Villa y Beatriz Borja opinan que hubo una estrategia para desprestigiar a Marulanda y las causas de los estudiantes, entre las que estaban el rechazo a las fuerzas paramilitares y al Plan de Desarrollo del entonces presidente Andrés Pastrana. “Él es finalmente un mártir y por eso es muy reconocido, pero al lado de él había un montón de gente que se la jugó y que le tocó enfrentar el paramilitarismo”, reflexiona Carlos.

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