Universitarios se manifestaron en defensa de los acuerdos de paz

El miércoles 5 de octubre del 2016 cientos de universitarios, varias organizaciones sociales, personalidades políticas y otros miles de ciudadanos se unieron en una gran marcha nacional por la paz que exigía la implementación del acuerdo final logrado entre el Gobierno nacional y las FARC. En Medellín, la marcha inició en el Parque de los Deseos y terminó en un plantón en el Parque de las Luces. 

Para el 2 de octubre el Gobierno había convocado a un plebiscito en el que buscaba que los colombianos refrendaran el “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, como se llamaba el documento final de la negociación con la guerrilla de las FARC, que había finalizado después de cuatro años de diálogos en La Habana (Cuba). Sin embargo, el 50.21% de los votantes votó por el no y de esa forma se frustró la refrendación. 

Esos resultados llevaron a una movilización nacional en favor de los acuerdos, convocada por organizaciones sociales y 26 universidades del país a través de las redes sociales. “Esa sacudida que significa el no, es lo que después genera que haya una marcha multitudinaria de la Universidad por el sí. Era una forma de intentar recomponer lo que no habíamos hecho en las mesas de votación”, expresa Hugo Buitrago, director de la Unidad Especial de Paz de la Universidad de Antioquia, que empezó a operar en diciembre del año 2018. Eso que la Universidad no había hecho durante la negociación ni antes del plebiscito era promover una discusión amplia que lograra que sectores distintos de la sociedad valoraran la importancia del acuerdo. Fue justamente lo que se contradijo con la participación masiva de los universitarios en la marcha del 5 de octubre. 

Juan Camilo Domínguez es sociólogo y coordinador de Posgrados y Formación del Instituto de Estudios Regionales (INER). Según expresa, “como Universidad ni siquiera el movimiento estudiantil se propuso sacar una marcha a favor del sí”. Con esa posición coincide Buitrago. Según él, salvo por unas pocas iniciativas de profesores y unidades académicas, la participación antes del plebiscito fue reducida. “Un alto sector del estudiantado inició campañas por el sí, pero ese sector no era muy mayoritario. Parecía una obviedad que el sí ganaría”.

Una de esas iniciativas se materializó en el 2015, cuando un grupo de profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas creó la Mesa Universitaria por la Paz, lo que propició una serie de espacios de discusión frente a lo que se estaba decidiendo en La Habana. Juan Carlos Vélez, historiador y profesor del Instituto de Estudios Políticos explica que, además, antes de los diálogos de paz, la Universidad ya venía realizando actividades que contribuían a la construcción de paz en el marco de sus ejes misionales, es decir, con los procesos de investigación, docencia y extensión que abordaban estas temáticas. 

Sin embargo, algunos sectores criticaron públicamente la pasividad de la Universidad frente a la coyuntura. Juan Camilo Domínguez, por ejemplo, cuenta que “en la Universidad, cuando hubo el cese al fuego bilateral y definitivo, no pasó nada. Nadie tiró un volador, nadie aplaudió, nadie se abrazó. En una universidad hiperviolentada por el conflicto armado, cesa el fuego con las FARC y no pasa nada”. 

Esa aparente pasividad tuvo un giro con la marcha del 5 de octubre y en los últimos meses del 2016. El 24 de noviembre de ese año el Gobierno y las FARC firmaron una nueva versión de los acuerdos, que incluía algunas de las modificaciones que los promotores del no sugirieron frente a lo pactado. Esa nueva firma ocurrió en el contexto de la presión ciudadana para que lo pactado se implementara, y llevó a que la guerrilla comenzara a concentrarse en las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN), en las que adelantarían el proceso de desarme y de transición a la vida civil. 

Durante ese proceso, el entonces decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Hernando Muñoz, convocó al Comité de Área de esa facultad para que hiciera una visita a la ZVTN Llanogrande, en Dabeiba. Domínguez, que participó en esa salida, explica que de esa forma la Universidad pasó de los foros sobre la paz a “actuar en territorio donde no había actuado porque había una guerra”.

Aunque esa visita fue cuestionada por algunos profesores que consideraron que instauró en la comunidad de la zona veredal esperanzas que la Universidad no podía satisfacer, otros, como Domínguez, la describen como un ejercicio que permitió preguntarse cómo debía ser la incidencia de la Universidad en el posconflicto. A raíz de esa experiencia y de las discusiones que ya se habían adelantado en la Mesa Universitaria por la Paz, a la que se habían sumado otras unidades académicas, se propuso la creación de un organismo institucional independiente que abordara los temas de paz y posconflicto. 

Así, el Plan de Acción 2019-2021 incluyó como tema estratégico el compromiso de la Universidad con la construcción de paz y, como proyecto para lograrlo, la aprobación de una Unidad Especial de Paz. Su director, Hugo Buitrago, explica que esta, si bien continúa en una etapa de diseño, “ya tiene componentes de desarrollo de dos proyectos en el ETCR [Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación] de Llanogrande en Dabeiba, donde hay presencia de 11 unidades académicas; y en Ituango. Allí se está pensando en la reincorporación de excombatientes y en la construcción de comunidad como un proyecto articulado”. 

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