Desde el 15 de junio del 2013, los profesores del Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales se declararon en paro indefinido debido a los daños que causaron personas con capuchas en los laboratorios de esa dependencia, durante una parada militar del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia – FARC, realizada el 13 de junio.
Yolima Bedoya, que en el 2013 era estudiante de Sociología y en la actualidad trabaja como investigadora social, recuerda que algunas de estas personas portaban armas y que “se anunciaron con voladores [pólvora] con los que convocaron al estudiantado, para luego proceder a hacer su presentación en formación militar. A quienes estábamos allí nos sorprendió que se presentaran como Movimiento Bolivariano, porque nosotros y nosotras teníamos entendido en algún momento de la historia que se debía respetar el escenario universitario y no presentarse como organizaciones clandestinas, como insurgencia. La gente estaba muy expectante. Todo el mundo se paró en Barrientos a ver al Esmad [Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía] y ver que nada pasaba. Entonces había gente muy enojada e indignada con las FARC, había otra gente muerta de la risa, diciendo que a ellos [las FARC] no les hacían nada, pero donde fueran estudiantes ya hubiesen entrado”.
Mientras ocurría esta parada militar, la oficina 7-233 del Instituto de Biología fue tomada por la fuerza y resultó afectada en su planta física. “Como parte de la estrategia militar hubo incursión a algunos espacios de Biología para preparar las papas bombas y hubo desalojos de algunas personas de manera violenta. En el Instituto de Física lo que ocurrió fue que cuando la Universidad ya quedó sola, por la evacuación, encapuchados accedieron al bloque 6 a robar unas cámaras del laboratorio. La gente cree que fue un robo de cámaras de seguridad, pero no, eran cámaras de uso de los laboratorios”, cuenta Nora Eugenia Restrepo, quien en el 2013 era la decana de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, y ahora es profesora del Instituto de Química.
Como respuesta a esas acciones, los docentes del Instituto de Biología realizaron actos simbólicos para rechazar la invasión a sus espacios de trabajo. Según Restrepo, “eso derivó en un acto de rebeldía de los profesores absolutamente justificado. Ellos entraron en una especie de paro porque no había garantías para trabajar. Nosotros los acompañamos desde la administración a través de unas marchas sencillas, simbólicas, con las batas de laboratorio”.
La marcha de las batas blancas, así denominaron los docentes aquella manifestación simbólica que realizaron el 16 de junio del 2013, en la que caminaron por todo el Instituto y por otras zonas de la Universidad hasta llegar a la Avenida del Ferrocarril, donde bloquearon el tráfico vehicular con el propósito de visibilizar los daños que dejaban los actos violentos dentro del campus. “Básicamente acordamos que era una forma de visibilizar y de llevar ese conflicto, que estaba ocurriendo acá, a todo el escenario de la Universidad”, recuerda Juan Felipe Blanco, director del Centro de Investigación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (CIEN), quien en el 2013 era el coordinador de posgrados del Instituto de Biología.
Blanco fue uno de los afectados por esa toma, pues era profesor del laboratorio del Grupo de Investigación de Ríos y Zonas Costeras, que quedaba contiguo a la oficina 7-233, y fue uno de los que lideró gran parte de las manifestaciones que desarrollaron los docentes. Para él, esta toma representó una violación a su intimidad y a su labor investigativa, pues, según dice, por cuestiones de azar no fue su laboratorio el que sufrió graves daños, ni fueron sus estudiantes los desalojados. “Entonces la reflexión horas después fue que pude haber sido yo, pero además era una vulneración de un área de trabajo que se designa para los profesores. Para mí fue bastante triste y desmotivante pensar ¿qué le queda a uno? Que le quiten la vida. No hay ningún límite, se pierde todo el espacio íntimo”, dice Blanco.
A raíz de esta reflexión, Blanco decidió salir desnudo por todo el campus universitario, con una cinta negra en su boca y un cartel en el que denunciaba los daños en el Instituto de Biología. Salió a la plazoleta Barrientos en calzoncillos y camiseta. Allí se quitó ambas prendas, con ellas cubrió sus partes íntimas y “sin tener muy claro qué recorrido iba a hacer atravesé el bloque administrativo, volví a Barrientos y luego seguí caminando por la Facultad. Me encontré con varias personas que se quedaban sorprendidas y con unos profesores del claustro. Es ahí cuando empieza esta bola de nieve de manifestarnos”, recuerda.
La reflexión que hoy tiene Blanco sobre este episodio de su vida es que “si yo no lo hubiera sentido tan íntimo y con tanta potencia, yo no lo hubiera hecho, además porque estaba en un cargo administrativo. Yo creo que no cambia lo que sentí en ese momento y cómo yo vivo todo ese asunto de orden público en la Universidad. Creo que también fue un detonante para las acciones posteriores”.
Luego de la acción de protesta de Blanco, los profesores y estudiantes realizaron asambleas, comunicados y otras expresiones simbólicas como forma de protesta. Una de ellas fue llamada la papa expresiva, un evento en el que cocinaron papas, las envolvieron en papel de aluminio y añadieron un mensaje en forma de mecha con el propósito de resignificar la papa como alimento y no como un artefacto explosivo.
Casi un mes duraron estas iniciativas, que incluyeron además conversaciones con el Consejo Superior Universitario (CSU) y el Consejo Académico, en el que los profesores pedían garantías para continuar con sus labores académicas y de investigación. De acuerdo con el acta del CSU del 30 de julio, el Instituto de Biología retomó para esa fecha sus actividades, para no afectar los procesos académicos.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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