El 21 de octubre de 1988 la policía militar allanó las casas de los profesores del Liceo Antioqueño de la Universidad de Antioquia Rubiela Arboleda Gómez, jefa del Departamento de Educación Física, y Óscar Londoño, jefe del Departamento de Ciencias Naturales y Exactas.
La policía militar llegó a la casa de Londoño, en el municipio de Bello, cerca de las seis de la tarde. Los agentes tocaron la puerta y al entrar les ordenaron a la esposa y a los hijos del docente que se quedaran quietos en la sala, narra Londoño, quien al llegar a la casa, después de cumplir su jornada laboral en el Liceo, se quedó mirando desde afuera. Luego se enteró de que los uniformados “esculcaban libros y preguntaban dónde estaban los panfletos comunistas, los libros de Mao Tse Tung y todo ese tipo de cosas”.
El otro operativo fue en la casa donde vivía la profesora Rubiela Arboleda, ubicada en el barrio Los Ángeles de la ciudad de Medellín. La docente tampoco se encontraba en el lugar cuando ingresó la fuerza pública, por lo que al llegar a la residencia fue un compañero con quien compartía la vivienda el que le contó que los uniformados habían realizado un allanamiento y que al abandonar la residencia se llevaron una fotografía de ella.
Ambos allanamientos se dieron en el marco de una serie de disturbios y confrontaciones entre estudiantes del Liceo Antioqueño y el Pascual Bravo, durante octubre de 1988, a causa de tensiones entre los alumnos de ambas instituciones; de la implementación, ese mismo año, de un nuevo modelo pedagógico para el Liceo, orientado a reforzar las humanidades, basado en la mirada de Paulo Freire; y de la discusión acerca de si la Universidad de Antioquia debía o no mantener el Liceo Antioqueño como una de sus dependencias.
Según Rubiela Arboleda, ahora profesora jubilada de la Universidad de Antioquia, había un empecinamiento por parte de la administración de Luis Javier Arroyave, entonces rector de la Universidad de Antioquia, en cerrar el Liceo, al que veía como un gasto y no como una inversión cultural, social y política para la ciudad. Esta visión chocaba con la postura de un grupo de profesores que habían llegado a la institución meses atrás y que buscaban vincular las áreas del conocimiento a través del nuevo modelo pedagógico, oponiéndose rotundamente al cierre del Liceo, entre ellos Rubiela Arboleda y Óscar Londoño.
“Nosotros nos oponíamos al cierre del Liceo con argumentos, proyectos y cada uno de los coordinadores de área pensábamos: pase lo que pase, el Liceo debe estar abierto”, cuenta Rubiela, quien sostiene que por esa defensa fueron señalados de ser de izquierda, y considera que esa fue la razón por la que los allanaron. Al respecto, Óscar Londoño agrega: “Los allanamientos se hacen porque era todo un montaje, con la prensa y los grupos interesados, que concluía con voces pidiendo a gritos el cierre de la institución porque, según ellos, académicamente no funcionaba y generaba muchos problemas de orden público”.
Rubiela y Óscar afirman, además, que en ese periodo de tensiones otros dos profesores de la institución fueron allanados en días diferentes, pero cercanos al 21 de octubre de 1988. Días atrás, el 14 de octubre, el Consejo Superior de la Universidad de Antioquia se había reunido para determinar las acciones que tomaría sobre las confrontaciones entre estudiantes de esa institución y el Pascual Bravo, donde el día anterior un estudiante del Liceo resultó herido. Ese mismo 14 de octubre y cuatro días después también hubo disturbios, y otros dos estudiantes terminaron lesionados.
Esas confrontaciones habían deteriorado la planta física de ambas instituciones, aunque la peor parte se la llevó el Liceo, pues las directivas de la Universidad de Antioquia tomaron la decisión de clausurar anticipadamente el año educativo para los mil 50 estudiantes de la institución, ya que consideraron que no estaba en condiciones para impartir clases.
En el acta 88-106 del Consejo Superior del 14 de octubre de 1988, “los señores consejeros expresan su preocupación por el deterioro al que ha llegado esta dependencia” y destacan varios temas a discutir, entre ellos el cierre indefinido del Liceo, investigar la presunta vinculación de algunos directivos y profesores como autores intelectuales de las protestas, adelantar una investigación disciplinaria a los estudiantes que participaron en estas y cancelar el año lectivo.
Finalmente, con la resolución 855 del 19 de octubre de 1988, el Consejo Superior de la Universidad de Antioquia oficializó el cierre definitivo del Liceo, en lo que fue la culminación de esos meses de tensiones que incluyeron, además de los allanamientos a los profesores y los enfrentamientos, señalamientos y persecuciones a su comunidad educativa.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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