Estudiantes y profesores confrontaron a encapuchados que iban a quemar dos buses

El viernes 17 de septiembre de 1993, un grupo de encapuchados, algunos con subametralladoras, se apoderó de dos buses de servicio público que transitaban por la Avenida del Ferrocarril, en las inmediaciones de la Universidad de Antioquia. Eran las once de la mañana cuando los encapuchados detuvieron los vehículos, obligaron a sus pasajeros a bajarse y forzaron a los conductores a ingresar los buses a la Universidad y a dirigirlos, por la circunvalar que da vuelta a la Universidad, hacia la portería Barranquilla de la Alma Máter. Cuando llegaron al lugar donde tenían planeado quemar ambos carros, fueron detenidos por estudiantes y profesores.

La reacción de los universitarios se debió a los gritos de auxilio de uno de los conductores, que hicieron que profesores y estudiantes confrontaran a los encapuchados, quienes decidieron abandonar uno de los buses en la calle circunvalar de la Universidad y llevar el otro fuera de la Universidad, para incendiarlo sobre la calle Barranquilla. 

“Recuerdo que al propietario del bus que no fue quemado se le devolvió el vehículo; el señor se bajó llorando porque el bus era de él y apenas lo iba a empezar a pagar, ahí se armó el lío con algunos estudiantes para que no lo quemaran”, dice Fabián Mazo, funcionario de carrera de la Alcaldía de Medellín, quien por aquel entonces era estudiante de Sociología y presenció los hechos. Además, en aquella época, Mazo era miembro activo del movimiento estudiantil y militaba políticamente con el ELN.

El rechazo a los encapuchados fue reseñado por los periódicos El Colombiano y El Mundo en sus ediciones del sábado 18 de septiembre, en las que, además, se felicitó a los universitarios por la “valerosa acción contra terroristas”, como tituló El Mundo. Ambos diarios informaron que otros tres vehículos fueron quemados en Antioquia: dos en la carretera entre La Unión y Abejorral, y otro en la autopista Medellín-Bogotá, a la altura del túnel de Copacabana.

En la sesión del 28 de septiembre del Consejo Académico, organismo que integra a los directivos de las dependencias académicas de la Universidad de Antioquia, el entonces vicerrector Álvaro Gaviria, en la actualidad profesor de la Facultad de Ingeniería, informó a los presentes sobre el incidente de los buses en la institución y la acción de rechazo de estudiantes y profesores.

En aquel momento, recuerda Gaviria, la Universidad vivía un contexto de movilización estudiantil en rechazo a la privatización de la universidad pública luego de la promulgación de la Ley 30 de 1992, que aún en la actualidad reglamenta la educación superior. También existía un ambiente de tensión provocado por la presencia de encapuchados y por las amenazas de grupos clandestinos a profesores.

Ese año, recuerda Elkin Vergara, profesor de Educación Física, quien en ese entonces era estudiante y miembro del movimiento estudiantil, surgió en la Universidad un grupo clandestino que hizo varias amenazas y que se autodenominó Pueblo Armado y Organizado (PAO). “Supuestamente estaba integrado por estudiantes, pero después de muchas discusiones logramos desvirtuar eso. Nosotros [los estudiantes] nunca conocimos a alguien de ese grupo, pero supuestamente el PAO llegaba a amenazar a los profesores”, relata Vergara.

A raíz de situaciones de ese tipo, se generaron tensiones que desencadenaron varias expresiones de rechazo frente a las acciones de los encapuchados, por parte de los universitarios. Fue así como a la intervención de los estudiantes y los profesores que impidió la quema de los dos buses dentro de la Universidad se sumaron otras acciones, como la ocurrida el martes 21 de septiembre de 1993, cuando un grupo de encapuchados que estaba pintando consignas en las paredes de la Ciudadela Robledo de la Universidad fue confrontado por alumnos de Medicina Veterinaria y Zootecnia, situación que derivó en una agresión de los encapuchados, que les lanzaron explosivos a quienes los interpelaban.

Ante este hecho, el claustro de profesores de esa facultad emitió un comunicado en el que condenó el actuar violento de los encapuchados y el apoyo que la Asamblea Estudiantil de esa unidad académica les había dado a los encapuchados en una de sus sesiones. Por otra parte, en su edición del 13 de octubre de 1993, El Colombiano publicó un comunicado firmado por el claustro de profesores del Departamento de Sociología, en el que los docentes pedían la “neutralidad militar” de la Universidad de Antioquia, que implicaba tanto a grupos insurgentes como a fuerzas estatales.

50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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