El rector Jaime Restrepo se reunió con líderes de grupos armados que hacían presencia en la Universidad

El jueves 19 de agosto de 1999, el entonces rector de la Universidad de Antioquia, Jaime Restrepo Cuartas, y el defensor del pueblo, José Fernando Castro Caycedo, se reunieron con el comandante paramilitar Carlos Castaño Gil, en un campamento de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en el sur de Córdoba. Este encuentro fue el último de una serie de contactos que sostuvo el rector con diferentes actores del conflicto armado que tenían presencia en la Universidad, con el objetivo de solicitarles que excluyeran a la institución de sus acciones violentas.

Los diálogos habían empezado en el segundo semestre de 1998 y el primer acercamiento de Restrepo fue a través de la Comisión de Paz de la Gobernación de Antioquia. “Hablé con la Comisión de Paz y les dije que yo quería ir a hablar con Francisco Galán y Felipe Torres en la cárcel de Itagüí, que era lo más fácil”, recuerda el exrector. Tanto Galán como Torres, ambos integrantes del ELN, habían sido nombrados gestores de paz, un papel que después sería desautorizado por esa guerrilla. De entrada, ambos le aclararon al exrector que no tenían manera de influir en las decisiones militares, pero que podían hacer de puente para que hablara en Venezuela con Antonio García, comandante del ELN. 

“Efectivamente así fue. Yo busqué la compañía de los profesores María Teresa Uribe y William Restrepo, del Instituto de Estudios Políticos (IEP) para que fueran conmigo a hablar con Antonio García”, cuenta Restrepo. El encuentro se desarrolló en un hotel en Caracas y el rector recuerda que le dijo a García: “Les pido que respeten a la Universidad, una universidad no soporta la guerra al interior de la institución”. La respuesta del comandante, dice Restrepo, fue que ellos siempre habían respetado la universidad colombiana.

El antiguo integrante del ELN Felipe Torres, cuyo nombre de pila es Carlos Velandia, quien en la actualidad se dedica al análisis del conflicto armado, recuerda que en las reuniones en la cárcel de Itagüí, en las que también participaron los profesores Restrepo y Uribe, discutieron la necesidad de que la Universidad fuera un “territorio libre de violencia”. Pero en esos encuentros, dice Velandia, también se estudiaba cómo podrían ser unos diálogos de paz exitosos con Colombia. El contexto político nacional lo marcaba el inicio de la presidencia de Andrés Pastrana, quien en ese momento iniciaba lo que serían las negociaciones de paz con las FARC en San Vicente del Caguán. 

En ese contexto nacional y tras un atentado al Departamento de Vigilancia y Seguridad Industrial de la Universidad por parte de las FARC el 27 de noviembre de 1998, el exrector Restrepo publicó una carta abierta a Manuel Marulanda, entonces comandante de esa guerrilla. En ella le reclamó que reconociera “el carácter neutral de la Universidad y la necesidad de preservarla como un patrimonio de las clases menos favorecidas para acceder a la formación superior”. Además, pedía abrir un canal de diálogo que, según el exrector, nunca se pudo lograr con esa organización. 

A pesar de los esfuerzos, el año 1999 empezó de forma violenta. El primero de mayo circuló un panfleto firmado por las AUC, Comando Universidad de Antioquia, en el que ese grupo armado criticaba que el rector y los profesores del IEP hubiesen participado de los “conocidos encuentros en Itagüí y en Caracas”. El 5 de mayo fue asesinado en su oficina de la Ciudad Universitaria Hernán Henao, profesor y director del Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia. Y el 26 de junio, a través de un panfleto, las Autodefensas Universidad de Antioquia (Audea) amenazaron a diferentes integrantes de la Coordinadora Estudiantil Universidad de Antioquia (CEUA), entre ellos al líder estudiantil Gustavo Marulanda, quien fue asesinado el 7 de agosto.

La presencia de las AUC en el campus se pudo comprobar, según dice el propio Restrepo, cuando en agosto de 1999 se reunió con Carlos Castaño, a quien quiso explicarle la actualidad de la institución. “Él se mostraba muy conocedor de la Universidad y decía que se había leído todas las cartas rectorales que yo había escrito”. Además, de acuerdo con los registros del acta 150 de 1999, el 8 de septiembre el rector le informó al Consejo Académico que en su reunión Castaño aseguró “que días antes había recibido a una comisión de personas de la Universidad de Antioquia pertenecientes a su movimiento”.

En esta misma acta se lee que en el diálogo con Castaño, este reconoció que “él respondía por la muerte de Gustavo Marulanda”. El defensor del pueblo, Castro, también le preguntó directamente si la muerte de Hernán Henao había sido autoría de las AUC. En la memoria del exrector Restrepo está clara la respuesta del jefe paramilitar: “Nos dijo a nosotros dos que no, pero luego lo desmintió en su libro, cuando dijo que sí, que sí lo había matado”. 

Después de 45 minutos de conversación y de que Restrepo le manifestara que la Universidad debía permanecer neutral, libre de la violencia del conflicto, y de paso le alertara del riesgo que implicaba cerrarla, Castaño se comprometió a pedirle a su gente que no cometiera más actos violentos dentro de la Universidad. 

Resolución 654 del CSU mediante la cual lamenta y rechaza la muerte de Rodrigo Guzmán.

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