Los días 27 y 28 de noviembre de 1998 se reunieron en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia 21 directivos de las universidades públicas de Colombia, con el propósito de debatir la situación financiera de las instituciones, las problemáticas de violencia y el futuro de la educación superior en el país. Este encuentro nacional terminó siendo un escenario para que, a través de una carta pública, el entonces rector de la Universidad de Antioquia, Jaime Restrepo Cuartas, le exigiera a la guerrilla de las FARC que sacara los espacios académicos de la confrontación armada.
Restrepo Cuartas dirigió la carta al máximo comandante de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, a quien le solicitó que la defensa de la universidad pública hiciera parte de la agenda de conversaciones de paz entre ese grupo insurgente y el Gobierno nacional, según informó el diario El Colombiano en un artículo del 28 de noviembre de 1998, titulado “Educación, tema superior”.
La carta de Restrepo Cuartas fue motivada por los hechos violentos ocurridos en el mes de noviembre dentro de la Universidad de Antioquia: en el primero, el 10 de noviembre, un artefacto explosivo destruyó la Oficina de Vigilancia de la Universidad y causó pérdidas por casi 300 millones de pesos; en el segundo, el 14 de noviembre, organismos de vigilancia lograron desactivar dos cargas explosivas que se encontraban en el último piso de la Biblioteca Central, junto a una bandera de las FARC puesta por un grupo de encapuchados.
Antes estos hechos, la carta enviada por Restrepo Cuartas a las FARC era un llamado a Manuel Marulanda Vélez para que reflexionara sobre la función de la Universidad en la formación de pensamiento crítico y en la defensa de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Al mismo tiempo, era una advertencia acerca de la manera en que la educación pública sufría el deterioro y el aislamiento en la sociedad: “Una de las causas principales de esta situación, y que hace indeseable para muchos, a pesar de su condición social, estudiar en una universidad pública, es la violencia que la acompaña de tiempo atrás y que con frecuencia obliga a la paralización de actividades […]. Las instituciones educativas tienen que ser zonas de paz, precisamente para que puedan ser centro para la libertad y deban serlo sin amenazas que coarten la expresión. De otro modo, quedarán heridas de muerte y precipitadas a un cierre que perjudicaría al conjunto de la sociedad y, en particular, a los sectores más desfavorables”, decía la carta.
En entrevista para esta línea de tiempo, Restrepo Cuartas, quien en la actualidad es rector de la Universidad de Santander, explicó que en aquel momento “el riesgo era para profesores, estudiantes y trabajadores de la institución. Lo que nosotros sosteníamos era que la Universidad debía de cumplir su misión como un lugar para la discusión, para el análisis; que podría facilitarse todo tipo de discusión, pero no llevar las organizaciones con armas, porque eso ya [la] ponía en riesgo y [la] hacía propicia a que se tuviera que cerrar. Y era lo que nosotros decíamos, si esto degenera en muertes y en un conflicto armado al interior de la Universidad, pues la Universidad habrá que cerrarla y eso no le sirve a nadie: no le sirve a la sociedad ni le sirve a los estudiantes, ni a los profesores, ni a las organizaciones que quieren hacer su política al interior de la Universidad”.
Según Víctor Manuel Moncayo, quien como rector de la Universidad Nacional estuvo presente en el encuentro en el que Restrepo Cuartas hizo pública su carta a las FARC, el pronunciamiento emitido por el rector de la Universidad de Antioquia fue también un acto de solidaridad con otras instituciones universitarias del país que sufrían violencias similares. Durante 1998, “habían sido asesinados el hijo del profesor Eduardo Umaña Mendoza dentro de la Universidad Nacional de Bogotá, y el profesor Jesús Bejarano, docente de Economía, también asesinado en esta Universidad”, recordó Moncayo.
Cuenta Moncayo, quien actualmente es docente de la Universidad Nacional, que el ambiente de la época era bastante difícil, sobre todo por la presencia de los paramilitares, “que se manifestaba frente a profesores, estudiantes y el sistema de universidades estatales que en ese momento se estaba construyendo. Todos los rectores de las universidades públicas éramos muy solidarios, entonces nos manifestábamos y concurríamos inmediatamente pasaban todos estos acontecimientos”.
Aunque la carta dirigida a las FARC no tuvo respuesta ni repercusiones, Restrepo Cuartas considera que sirvió al propósito principal de evitar que la confrontación armada que vivía el país se trasladara de manera abierta a las aulas y los pasillos de la Universidad. Sin embargo, al año siguiente, la Universidad se convirtió en un blanco de los grupos paramilitares, que amenazaron y asesinaron a profesores, estudiantes y administrativos de la Alma Máter.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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