El EPL denunció sabotajes en la Universidad de Antioquia al Diálogo Nacional por la Paz

El 23 de octubre de 1984, Óscar William Calvo, vocero del Ejército Popular de Liberación (EPL) y del Partido Comunista Marxista Leninista, acusó al Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) y al Movimiento de Unificación Revolucionaria (MUR) de sabotear el Diálogo Nacional por la Paz, alterando el orden en la Universidad de Antioquia y otras instituciones educativas de Medellín. 

En la Universidad se llevaban a cabo actividades como foros y discusiones en torno al proceso de paz que adelantaba el Gobierno del presidente de Colombia, Belisario Betancur. Pero en ese momento, en la Ciudad Universitaria también se presentaban disturbios, detonaciones de explosivos, quema de buses, robos y amenazas que impedían el desarrollo de las actividades enfocadas en el proceso de negociación.

Por medio de un comunicado publicado en el periódico El Colombiano del 23 de octubre de ese mismo año, Calvo afirmó: “Nosotros consideramos que se vienen dando actos de tipo anarquista como los sucedidos en la U. de A. y en otros institutos y liceos de Medellín, que han dado lugar al cierre de establecimientos. Son actos realizados por grupos minoritarios, que pretenden sabotear los acuerdos en desarrollo del Diálogo Nacional y la apertura democrática. Así mismo existen otros grupos que están empeñados en sabotaje de foros y conferencias del Diálogo. En estos sabotajes están comprometidos dirigentes del MOIR, del MUR y de otros grupos anarquistas”. 

Con la llegada de Belisario Betancur al gobierno en 1982, se plantearon medidas que buscaban la paz con los grupos guerrilleros, por medio de diálogos y reformas. En su primer año de mandato, su Gobierno tomó medidas que facilitaron el inicio de un proceso de paz; entre ellas, el establecimiento de la Ley de Amnistía para delitos políticos como los de rebelión, sedición y asonada (Ley 35 de 1982), la creación de la Comisión de Paz por medio del Decreto 2711 de 1982 y la implementación de diálogos nacionales para los que se crearon mesas nacionales y regionales, con el fin de discutir temas relativos a las reformas políticas, constitucionales, sociales y económicas.

Estas mesas contaron con la participación de voceros de la guerrilla, del Gobierno nacional, las instituciones oficiales, las universidades, los gremios económicos, las centrales campesinas y obreras, con el objetivo de diseñar consensos que ayudaran a crear las comisiones de paz. Entre 1983 y 1984 se comenzaron a dar los primeros acercamientos a guerrillas como las FARC, el M-19 y el EPL, con las que posteriormente se hicieron acuerdos formales de cese al fuego, entre el 23 y el 24 de agosto de 1984.

Álvaro Villarraga, exintegrante del EPL e investigador social, recuerda que la negociación con esa guerrilla empezó a darse a partir de conversaciones secretas, por medio de la Comisión de Paz. “El EPL tuvo una particularidad y es que fue la insurgencia más decidida en plantear una negociación conjunta con propósitos comunes entre las tres guerrillas. Se llevó a la mesa de conversación con el Gobierno la propuesta medular de conseguir la paz en el país por medio de la convocatoria a una asamblea nacional constituyente. De acuerdo a lo convenido con el Gobierno y con el apoyo de la Comisión de Paz, se habilitó la vocería nacional, en cabeza de Óscar William Calvo”, recuerda Villarraga. 

Agrega que Calvo “pudo negociar y liderar los términos del acuerdo de paz. Reflejaba un proyecto político porque su partido clandestino quería salir a la vida legal política consiguiendo un acuerdo de paz. Era una persona muy tranquila, con un carisma especial, estudioso y también con un porte de orador público”. Sin embargo, la tregua que contemplaba ese proceso fracasó, según dice, porque grandes poderes políticos le quitaron el respaldo al proceso de paz, al no apoyar las reformas estatutarias que contemplaba. Además, porque las fuerzas militares no obedecieron al presidente el decreto del cese al fuego y empezaron a hostigar los campamentos. Finalmente, asegura, cometieron atentados contra varios voceros nacionales. “En ese contexto matan a Óscar William Calvo, el 3 de noviembre de 1985, en Bogotá, en la carrera 13 con calle 42, por órdenes del coronel Iván Ramírez. Óscar William Calvo sigue siendo una deuda del Estado colombiano”, afirma Villarraga.

Pero además de la oposición de sectores de la política tradicional, el exmiembro del EPL destaca que algunas colectividades de izquierda también actuaron en contra de la negociación. Es así como ese panorama nacional termina por aterrizar en las discusiones sobre el proceso de paz que se dan en la Universidad de Antioquia. “Óscar William denunciaba que los militares no cumplían el cese al fuego, que parte de los dirigentes de los grandes medios y los partidos tradicionales no querían las reformas con las guerrillas para la paz. Y también denunciaba cómo había algunos sectores de la izquierda que no comprendían o no apoyaban ese esfuerzo, entre esos grupos había algunas expresiones del MOIR que de alguna manera eran opositores activos”, menciona Villarraga. 

Jorge Gómez, representante a la Cámara por el Polo Democrático Alternativo e integrante de la corriente de ese partido con origen en el MOIR, recuerda que el Gobierno de Belisario Betancur los invitó a ser parte del proceso de paz, pero esa colectividad decidió no participar porque no estaba en guerra y lo veía innecesario; aun así, “no estábamos en contra y no saboteamos los diálogos, porque la lucha armada siempre fue inaceptable para nosotros. Además, los tipos pensaban negociar la revolución por decreto, se sentaban en la mesa de negociación y que el Gobierno les firmara las reformas porque sí, y nosotros no estábamos de acuerdo con eso”. 

Frente a dicha posición, Álvaro Villarraga menciona que “el MOIR es un caso especial porque nunca compartió la lucha armada, siempre tuvo oposición a todas las guerrillas y de alguna manera, en consecuencia con esa postura, no aceptaba ninguna de sus propuestas. Era una postura muy sectaria de no admitir incluso el gesto de conseguir la paz”. 

Ante los sabotajes y el caos dentro de la Universidad, el Consejo Superior Universitario decidió suspender las actividades académicas hasta el 6 de noviembre de 1984, y para el reinicio de las actividades fijó medidas como el porte de un nuevo carné universitario que permitiera la identificación de los estudiantes. Los diálogos con el Gobierno siguieron adelante, y en 1991 el EPL, el M-19 y el Movimiento Armado Quintín Lame firmaron la paz y dieron paso a la Asamblea Nacional Constituyente, de la cual surgió la Constitución Política de 1991. 

50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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