El ELN asesinó al rector del Liceo Marco Fidel Suárez

La mañana de su asesinato, el profesor Silvestre Guerra Madrigal, rector del Liceo Marco Fidel Suárez de Medellín, hizo la ronda diaria de visita por las oficinas y dependencias del colegio público masculino en el que trabajaba desde hacía doce años. Estaba en la oficina de Pagaduría, donde se gestionaban las finanzas de la institución, cuando tres personas armadas entraron abruptamente y le dispararon a quemarropa frente a dos empleados que lo acompañaban. Eran las 8:45 de la mañana del lunes 4 de octubre de 1982.

Una semana después, el 18 de octubre de 1982, integrantes de la célula José Antonio Galán del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se tomaron una cafetería de la Universidad de Antioquia y se atribuyeron el asesinato de Silvestre Guerra Madrigal.

Don Silvestre, como le decían sus estudiantes y compañeros docentes, era licenciado en Biología y Química, y máster en Administración. Había trabajado antes como profesor en varias universidades colombianas, entre ellas la Universidad de Antioquia, y llegó al Marco Fidel nombrado como rector en 1970. “Cuando se es rector de un colegio donde asisten estudiantes de estratos uno, dos y tres las situaciones de indefensión y de carencia hacen que él como rector fuera especialmente sensible a ellas”, recuerda Eufrasio Guzmán, profesor jubilado de la Universidad de Antioquia, quien lo conoció mientras era profesor de Historia de ese Liceo, en los años setenta.

Otro de los compañeros de Guerra Madrigal en el Liceo, Enrique Uribe, docente jubilado de Lengua Castellana, recuerda que los jóvenes del Marco Fidel de esa época eran “una generación de estudiantes brillantísima” y con profundas inquietudes sociales. A partir de los años ochenta, dice, empezó “a notar la militancia de los estudiantes en grupos de izquierda”.

Los hechos que rondaron la muerte del profesor Guerra Madrigal estuvieron relacionados con la fuerte movilización estudiantil del Liceo en la década del ochenta y con las expresiones violentas de grupos de izquierda dentro del centro educativo. Durante esos años eran frecuentes los enfrentamientos a piedra, caucheras y papas bomba entre estudiantes del Marco Fidel y la fuerza pública, así como los bloqueos del tráfico en la carrera 70, donde aún funciona el colegio. 

En esos años estaba vigente el Estatuto de Seguridad del Gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982), quien había emitido el Decreto 1923 el 6 de septiembre de 1978, con el que otorgaba a los militares facultades para el juzgamiento de civiles a través de los consejos de guerra verbales y ampliaba su fuerza represiva. 

Meses antes del asesinato del rector Guerra Madrigal, un fuerte enfrentamiento entre encapuchados y la policía propició el cierre temporal del Liceo y generó un descontento frente al directivo, quien según recuerda el profesor Uribe había sido acusado por algunos estudiantes de permitir el ingreso de los uniformados a la institución y del atropello por parte de estos hacia algunos miembros de la comunidad escolar, entre ellos el cura que pertenecía a la institución.

Sin embargo, la lectura que tiene Eufrasio Guzmán sobre la muerte del rector Guerra tiene que ver más con la presión que recibió de la Cuarta Brigada del Ejército para que ofreciera información sobre algunos estudiantes. “La situación que lo llevó a ese callejón sin salida fue, precisamente, la presión que ejerció sobre él la inteligencia militar exigiéndole resultados. Algo como usted nos tiene que dar información. Si usted no es capaz de controlar el orden de los estudiantes, entonces nos tiene que proporcionar la información de quiénes son los que están haciendo el tropel”, señala Guzmán.

La crónica del asesinato de Guerra Madrigal salió en la primera plana del periódico El Mundo el martes 5 de octubre. Ese día la portada del diario anunció el desarrollo de la noticia con el título “ELN asesina rector del Marco Fidel Suárez”. El relato periodístico aseguró que los cinco perpetradores del asesinato llegaron al Liceo en un taxi amarillo y negro de marca Dodge, robado el día anterior, y que tres de ellos fueron quienes alcanzaron al rector en la Pagaduría y le dispararon a quemarropa tres tiros: dos en el cuello y uno en la cabeza. Ver en línea de tiempo: Asesinado el profesor Diego Roldán Vélez mientras daba una clase

“Yo estaba dictando clase en quinto A [grado décimo], cuando pasaron unos estudiantes gritando por todos los corredores: ‘¡mataron a Silvestre, mataron a Silvestre!’. Yo no sentí absolutamente nada, pero entonces de todos los salones de ese sector del Liceo salió la gente. Todos corrían. Unos buscaban la puerta de la salida, otros iban a la Rectoría”, recuerda el profesor Uribe. 

En medio del caos, el profesor corrió hasta la Pagaduría y miró por una hendija el interior del recinto. “Silvestre estaba escurrido sobre su propio cuerpo y con las gafas en una mano. Nunca se me olvida”, dice mientras hace memoria de los hechos, sentado en una de las bancas de la actual cafetería del Liceo, donde fue entrevistado para esta línea de tiempo.

La crónica de El Mundo señaló que “los estudiantes tardaron en darse cuenta debido a que los revólveres empleados para el crimen tenían silenciador”, y que el grupo de personas armadas dejó una bandera del ELN cerca al cuerpo del rector. Esta fue una situación similar a la del homicidio del profesor del Liceo Antioqueño, Diego Roldán Vélez, quien fue asesinado en marzo de ese mismo año por encapuchados del ELN que entraron hasta el salón donde les daba clase a cuarenta niños y lo ejecutaron frente a ellos usando un arma de fuego con silenciador. 

El sepelio del rector Guerra Madrigal fue al día siguiente en Campos de Paz. Allí asistieron el entonces alcalde de Medellín, Álvaro Uribe Vélez, actual senador de la república; funcionarios del Gobierno departamental; estudiantes de distintos colegios de la ciudad; compañeros docentes, familiares y amigos. Su muerte estuvo acompañada por diversas expresiones de rechazo a la violencia. Los estudiantes del Marco Fidel, por ejemplo, hicieron “un llamado a la opinión pública para que en ningún momento se entre a relacionar este hecho como una acción propia del movimiento estudiantil Suarista ya que su matiz es exterior al establecimiento”, dice el comunicado que emitieron el mismo día del asesinato y que reprodujo parcialmente el periódico El Mundo en la crónica del día siguiente.

La encrucijada en la que se vio el rector del Liceo Marco Fidel Suárez en octubre de 1982, según recuerda Eufrasio Guzmán, condujo a ese fatídico final: “Él dio la información sin imaginar que a la luz del Estatuto de Seguridad esos estudiantes iban a ser hostilizados. Algunos de ellos, al parecer, fueron maltratados físicamente, detenidos sin órdenes judiciales, interrogados de manera violenta. Y la respuesta que dio la izquierda armada fue una retaliación: ‘Usted es un sapo’. Y lo mataron”.

50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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