El 11 de mayo del 2000 un grupo de estudiantes y profesores del Departamento de Historia organizó en el campus de la Universidad de Antioquia una Tarde de Cometas, como se denominó a la acción de resistencia mediante la cual se exigió la liberación de Carlos Andrés Agudelo Henao, estudiante de segundo semestre de Historia que fue desaparecido por hombres armados el 14 de abril de ese año, cuando pasaba las vacaciones de Semana Santa en la casa de unos familiares ubicada en el corregimiento Damasco del municipio de Santa Bárbara, en el suroeste de Antioquia.
“Él estaba en la casa de un familiar leyendo un libro de esos que ponen en el Departamento de Historia, relacionado con las clases, y tenía el carné de la Universidad como separador”, recuerda la profesora jubilada Amparo Murillo, docente de Historia en esa época. La versión que conoció la profesora Murillo indica que unos hombres no identificados llegaron hasta la casa donde estaba el estudiante, les pidieron identificación a todos los presentes y se lo llevaron únicamente a él, por tener el carné de la Universidad.
“Su desaparición nos impactó mucho y, en principio, dos semanas después de conocer el hecho, programamos un evento de denuncia pública. Hicimos una marcha por todos los bulevares de la Universidad. Fue una belleza porque los estudiantes de teatro nos acompañaron con performances. Eso le daba un tono dramático a la marcha”, relata la profesora Murillo.
La jornada de denuncia fue liderada por la profesora Murillo, el estudiante de Historia Alejandro Sierra y el profesor de Historia César Hurtado, quienes convocaron a más miembros del Departamento de Historia y de la comunidad universitaria, con música y carteles en los que estaba impresa la foto ampliada de Carlos Andrés, para que se sumaran a la denuncia, en un contexto marcado por el miedo. “Era una época universitaria en la que la gente no hacía acciones permanentes. La Universidad era víctima del miedo. En unos casos había miedo, en otros, indiferencia”, reveló Sierra, que hoy es docente universitario y que recuerda a Carlos Andrés como un estudiante distante del movimiento estudiantil, con “un pensamiento de derecha”.
La ola de violencia contra la Universidad venía desde 1999, cuando el asedio paramilitar fue contra líderes estudiantiles y profesorales. El 4 de mayo de ese año fue asesinado dentro de su oficina, en la Ciudad Universitaria, el profesor Hernán Henao Delgado, director del Instituto de Estudios Regionales (INER); el 6 de agosto, también dentro de la Universidad, fue asesinado Hugo Jaramillo, administrador de la cafetería de Derecho; y el 7 de agosto fue asesinado el líder estudiantil Gustavo Marulanda, estudiante de Filosofía de la Universidad de Antioquia, quien había denunciado previamente amenazas de paramilitares en su contra. El primer semestre del año 2000 no fue muy diferente. En los primeros cuatro meses del año fue asesinada la estudiante de Biología Luz Adriana Aranguren, desaparecido el estudiante de Historia Carlos Andrés Agudelo Henao y secuestrado el profesor de Medicina Javier Correa.
Acerca de esta situación de violencia, en un comunicado de mayo del 2000, titulado “Una universidad abierta, pluralista, funcionando y sin violencia”, los docentes de la Asociación de Profesores de la Universidad (Asoprudea) manifestaron lo siguiente: “Los recientes acontecimientos de violencia que tocan directamente a la comunidad universitaria generarían reacciones de mayor impacto social, por parte de los universitarios, si la cultura ciudadana fuera una característica fuerte en la formación de los miembros de la comunidad universitaria”. El documento también expuso que dentro de la institución había una “ausencia de gestión institucional de valores”.
Siete días después de ese pronunciamiento, el 11 de mayo del 2000, la comunidad universitaria convocó a la Tarde de Cometas, para exigir la liberación del estudiante de Historia. “Las cometas que ondearon ayer en la plazoleta de la Universidad de Antioquia clamaron por la libertad de Carlos Andrés Agudelo Henao, estudiante del Alma Mater que hasta ahora permanece desaparecido”, reseñó el periódico El Colombiano en su edición del 12 de mayo del 2000.
La Tarde Cometas, relata Sierra, fue “una acción para movilizar a la U. de A. y llamar la atención sobre lo que había pasado con Carlos Andrés”, pues, según recuerda, inicialmente entre los profesores del Departamento de Historia “ni siquiera se quería comentar el suceso en clase”. En ese mismo sentido, la profesora Murillo expresó que “por esos días levantar la voz y poner la cara era un acto muy atrevido, pero era un deber moral, político y de solidaridad con la madre de Carlos”, y agregó que en ese momento no sintió ningún respaldo a la denuncia por parte de las directivas. “Nadie puso el pecho por él, solo nosotros como unidad académica”, afirmó la profesora Murillo.
El caso de Carlos Andrés fue remitido por las autoridades a la Fiscalía del Gaula Rural, el 8 de septiembre del 2000. Cuatro años después, el 8 de noviembre del 2004, fue entregado a la Fiscalía de Santa Bárbara (Antioquia), como un caso de desaparición forzada. Después de una temporada de movilizaciones esporádicas y acciones de solidaridad como la Tarde de Cometas, el nombre de Carlos Andrés fue desapareciendo paulatinamente de la memoria universitaria. Aunque las denuncias convocadas durante mayo del 2000 tuvieron la intención de que su desaparición no pasara desapercibida, “de Carlos no volvimos a saber nada, eso fue lo más doloroso”, afirma la profesora Murillo.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
es un contenido producido por el
Proyecto Hacemos Memoria