Descubren a un agente del DAS infiltrado en una asamblea de estudiantes

La tarde del miércoles 22 de julio de 1987, estudiantes de la Facultad de Medicina, Veterinaria y Zootecnia realizaron una asamblea con motivo de la tortura y el asesinato del estudiante y militante de la Unión Patriótica José Abad Sánchez Cuervo, cuyo cadáver había sido encontrado el 16 de julio. Estaban reunidos en un auditorio del bloque 10, proponiendo acciones de protesta, cuando el rumor sobre la presencia de un desconocido inquietó a quienes se encontraban en el lugar. El joven fue identificado por Libardo Soto, quien décadas después, frente al escritorio de su consultorio de veterinaria, aún recuerda el rostro de Diego Esteban Ballesteros Muñoz, el agente del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) que estuvo infiltrado esa tarde en la asamblea estudiantil.

Soto reconoció el rostro del desconocido porque lo había visto en el barrio. “Yo vivía en La Milagrosa y él vivía en El Salvador, entonces yo subía a pie por Ayacucho, allá había una sede del DAS, y en varias oportunidades lo vi haciendo guardia. De ahí lo memoricé, yo no olvido a esos individuos”. Los estudiantes se alteraron ante la alerta de Soto, pero al requisar al individuo no encontraron información que comprobara esa acusación.

No obstante, entre el público apareció una mujer alterada por lo que pasaba, varias estudiantes revisaron las pertenencias de la desconocida y encontraron en su bolso la mochila de Ballesteros. Allí estaba su cédula de ciudadanía, un carné del DAS válido hasta 1989, un revólver con salvoconducto y una libreta con anotaciones de grafitis, nombres y números telefónicos; las fotocopias de estos documentos y la descripción del revólver encontrado reposan hoy en el archivo de la Fiscalía en Medellín, archivadas por el Juzgado 73 IC, bajo el radicado 001, en la caja 5 (def. 3155-1).

El DAS se creó en 1960 mediante el decreto 1717 del Gobierno de Alberto Lleras Camargo, y sustituyó al Servicio de Inteligencia Colombiana (SIC), creado en 1953 por Gustavo Rojas Pinilla. En diferentes momentos ese organismo fue acusado de persecuciones a la oposición, a la prensa y al poder judicial, y de violaciones a los derechos humanos. Tras revelarse que el DAS hacía interceptaciones ilegales a líderes políticos de oposición, periodistas y funcionarios del Estado durante el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2008), el Gobierno de Juan Manuel Santos lo suprimió, el 31 de octubre, mediante el Decreto 4057 de 2011.

La presencia de esas dos personas en la asamblea estudiantil de julio de 1987 generó caos entre los universitarios, según recuerda Juan Esteban Pérez, que en aquel momento era estudiante de Veterinaria y en la actualidad es el presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia. Él relata que los dos desconocidos fueron reducidos, vendados y amarrados, y que incluso, en medio de la ira que envolvía el ambiente, hubo peticiones de “ajusticiamiento”.

Ballesteros y su acompañante, Luz Ángela Urrego, declararon semanas después lo que había ocurrido, ante el Juzgado 73 de Instrucción Criminal. “Los estudiantes pensaban hacernos un juicio popular en compañía de Luz Ángela diciéndonos que nosotros éramos los culpables de la muerte de José Abad, nos amenazaron con matarnos con el arma de fuego, de quemarnos con ácidos, de quemarnos con cigarrillos, de matarnos y tirarnos en el sector de Santa Elena”, declaró Ballesteros.

Para evitar desmanes, los estudiantes desarmaron y escondieron el revólver, cuenta Libardo Soto. Pérez afirma que, después de discutir, “se decidió que esas vidas había que respetarlas, que la Universidad no podía mancharse con homicidios y que nosotros no podíamos ser iguales al Estado colombiano”. Pero ya eran más de las seis de la tarde y por seguridad se trasladaron al edificio administrativo.

Hasta ese lugar llegó Héctor Abad Gómez, presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos. Libardo recuerda que Abad les pidió tranquilidad, les dijo que lo que hacían era secuestro y que era frecuente la presencia de infiltrados en las asambleas. Los estudiantes aseguraron que esa vez era diferente porque tenían pruebas y dijeron que no entregarían a los infiltrados hasta no tener garantías de que habría una investigación sobre el hecho. Cedieron a la una de la madrugada, pero se quedaron con los elementos encontrados, que después le entregarían a la administración de la Universidad para la investigación. A la mañana siguiente desalojaron el edificio, después de mezclarse con otros estudiantes, y con el dinero que encontraron en las pertenencias de Ballesteros mandaron a hacer una placa en memoria de José Abad Sánchez, la cual perdura en la biblioteca de Medicina Veterinaria.

Un día después, el director del DAS en Antioquia, José de Jesús Castañeda Vitela, dijo que Luz Ángela Urrego no tenía relación con el DAS y que Ballesteros había renunciado a la institución dos meses atrás. La declaración fue citada por los medios regionales, El Mundo en el artículo “Retenidos en la U de A no eran del DAS”, publicado el 24 de julio de 1987 en la página 11, y El Colombiano en la nota “Las dos personas retenidas en la U de A no son del DAS”, publicada el 25 de julio en la página 6D. Esta información no fue suficiente para el Consejo Superior ni para los universitarios, quienes siguieron exigiendo respuestas. 

Posteriormente, en su declaración al Juzgado de Instrucción Criminal número 73, el propio Ballesteros aseguró que sí pertenecía al DAS, pero en Bogotá, y relató: “Mi retiro como dactiloscopista de Medellín obedeció a varios problemas internos (con otros funcionarios que denuncié), fui nombrado nuevamente en Bogotá el cinco o seis de julio, sin que en Medellín nadie supiera de mi nuevo trabajo que era denunciar las irregularidades vistas a funcionarios del Das en Medellín”, testimonio que se encuentra en el archivo de la Fiscalía bajo el radicado 001, en la caja 5 (def. 3155-1).

Acerca de su presencia en esa asamblea estudiantil, Ballesteros dijo en su declaración ante el juzgado que se trató de una situación fortuita: “Yo fui a encontrarme con una estudiante del Colegio Mayor de Antioquia que se llama Luz Ángela Urrego […]. Yo entré por curiosidad a la Universidad de Antioquia y quise enterarme de algunos aspectos sobre la muerte del estudiante José Abad, por lo que decía la cartelera y porque oí a varios estudiantes que invitaban a la reunión, por lo que me acerqué al salón”.

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