El asesinato de Luis Fernando Vélez Vélez, profesor de Derecho de la Universidad de Antioquia, ocurrió la noche del 17 de diciembre de 1987. El cuerpo estaba tendido cerca de su automóvil, con una herida de bala en el cuello y otra en la mandíbula. El carro tenía las luces estacionarias encendidas y estaba parqueado en el kilómetro uno de la carretera al mar, en dirección a Medellín. El docente venía de visitar el cultivo de papas de unos amigos en el municipio de San Pedro, al norte de Antioquia.
La muerte del abogado no fue una sorpresa. La noche del asesinato, su hermana María Eugenia Vélez acudió a la escena del crimen. Allí les dijo a los investigadores judiciales, encargados del levantamiento, y al funcionario del Juzgado 67 de Instrucción Criminal que Vélez “estaba amenazado, como todos los del Comité de Derechos Humanos. Él se iba a morir así”, según reposa en el proceso judicial del homicidio.
Vélez fue decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, jefe del Museo Universitario y vicerrector general de la Universidad. Pertenecía a la Sociedad Antioqueña de Antropología y fue miembro fundador de la Asociación Colombiana Indigenista debido a que gran parte de su vida académica la dedicó a la investigación y la defensa de las comunidades indígenas. María Cecilia Plested, profesora de la Escuela de Idiomas de la Universidad, fue su estudiante. Recuerda el dolor que causó su asesinato. “Nunca había oído a la Universidad llorar al unísono. Era impresionante. Desde la puerta de Barranquilla se escuchaba que todo el mundo lloraba”, dice Plested.
El 11 de diciembre, seis días antes del homicidio, Vélez se posesionó como presidente del Comité Permanente de Derechos Humanos (CPDH), organización dedicada a denunciar casos de asesinatos, desaparición, tortura y demás violaciones de los derechos humanos en Antioquia. El abogado era consciente del peligro que implicaba asumir ese cargo: ese año, varios miembros del comité habían sido asesinados y estaba vivo el dolor por el crimen de Héctor Abad Gómez, anterior presidente del comité, y de Leonardo Betancur Taborda, miembro de la misma organización, ambos asesinados el 25 de agosto.
Los asesinatos tocaban directamente a la Universidad, porque la mayoría de los miembros del comité eran profesores de la institución que en 1987 también había sufrido los atentados contra otros integrantes de su comunidad académica. Con la muerte de Luis Fernando Vélez se elevó a 16 el listado de personas vinculadas con la Universidad asesinadas ese año.
El 11 de diciembre, día en que Vélez asumió la presidencia de la organización en el Concejo de Medellín, fue encontrado el cadáver torturado de Francisco Eladio Gaviria Jaramillo, estudiante de Comunicación Social y miembro del Partido Comunista, quien había desaparecido el día anterior, cuando se encontraba en la Cooperativa Simesa, en el centro de la ciudad.
Clemencia Hoyos, abogada de la Universidad, fue estudiante, compañera de oficina y amiga de Vélez. En 1987 era secretaria general de la Universidad, por lo que estuvo presente en las reuniones de los entes administrativos en las que se discutía la problemática de seguridad. En un discurso que pronunció en el año 2007 en la Universidad, cuando se cumplieron veinte años del crimen del abogado, Hoyos recordó que recibió una llamada de Vélez, días antes de su posesión en el CPDH, en la cual le dijo: “Me ofrecieron la presidencia del comité, y como un amigo suyo dijo que no arriaremos las banderas, dije que sí”.
Ese amigo era Carlos Gaviria Díaz, también profesor de Derecho, quien luego fue magistrado, congresista y candidato presidencial. Después del asesinato de Héctor Abad Gómez, Gaviria se exilió en Argentina, pero en el funeral de su compañero pronunció un discurso en el que dijo: “El mejor homenaje que podemos rendir hoy a nuestros compañeros muertos es decirles que la bandera no será arriada ni un instante”.
Durante su discurso, Hoyos también contó que visitó a Vélez en su oficina días antes del asesinato y vio que había adelantado el pago de algunas deudas, había organizado todos los papeles y su escritorio. En su declaración al Juzgado 67 de Instrucción Criminal, Luis Fernando Patiño, amigo de Vélez, cuenta que este le había dicho, en medio de unos tragos, que no volvieran a salir juntos para que no corriera peligro. Su hermana, María Eugenia, también declaró que “hacía alrededor de un mes él nos había hecho recomendaciones para el entierro, cosa que él no acostumbraba, él nos había dicho que quería que fuera en completa paz, [que] del anfiteatro lo lleváramos al cementerio”.
El día del velorio, Hoyos pronunció un discurso en el que resaltó la humildad de Luis Fernando Vélez: “Te fuiste con las banderas en alto como todos los amigos que se han ido. El columpio de los pájaros de nuestra oficina no tendrá ya los plátanos que nunca les faltaron. Los ‘diskettes de cartón’ que colocábamos en la puerta únicamente dirán no regreso más. Ya no podrás ser el primero en todos los detalles cuando en la facultad se celebre algo”.
Lista de asesinados ese añ
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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