El martes 4 de mayo de 1999, tres personas con los rostros cubiertos irrumpieron en la oficina 243 del bloque 9 de la Universidad de Antioquia y asesinaron a Hernán Henao Delgado, antropólogo y director del Instituto de Estudios Regionales (INER). A las cuatro de la tarde de ese día, dos hombres y una mujer se acercaron a las instalaciones de ese instituto, dedicado a la investigación sobre temáticas relacionadas con el territorio, y le advirtieron a la secretaria que harían una toma pacífica. Posteriormente, sacaron al profesor Henao de su oficina, lo llevaron a la parte trasera del instituto y, con una pistola con silenciador, le propinaron tres disparos en la cabeza.
Doralba Gutiérrez, secretaria del INER desde 1999, recuerda con tristeza ese episodio: “A mí no me tocó ese día por la tarde. Yo estuve toda la mañana trabajando con Hernán. Él se la pasó en reuniones y no recibía sino llamadas de ‘sus mujeres lindas’, que era su familia. Yo me fui a la 1:30 de la tarde y llegando a mi casa me llamó mi compañera que había quedado acá en el INER, sollozando, que habían matado a nuestro profe”.
En el documental Hernán Henao Delgado: la memoria del amor, realizado en el 2013, la profesora e investigadora María Teresa Uribe, quien falleció en enero del 2019, comentaba: “Si yo tuviera una lista de las personas a las cuales les hubiera podido pasar alguna cosa, Hernán nunca hubiera estado ahí”. Tanto ella como Lucelly Villegas, María Teresa Arcila y Clara Aramburo, otras de las colegas de Henao de la Universidad, coinciden en la misma pregunta que las ha abordado hace ya casi veinte años: “¿Por qué Hernán?”
“Nosotras como secretarias jamás supimos de ningún tipo de amenazas contra el profesor. Después de la muerte de él estuvimos en muchas reuniones analizando qué pudo haber pasado y a nosotros no nos cabe en la cabeza, porque él era una persona muy jovial, muy alegre, muy familiar, siempre dispuesto a ayudar”, dice Doralba Gutiérrez.
“El llamado que él hacía era explicarnos el porqué de esa violencia, por qué en Medellín, qué estaba pasando con los jóvenes, qué pasaba con esos procesos que se estaban dando”. Así recuerda Villegas, docente del Departamento de Historia de la Universidad, al antropólogo Henao. Villegas evoca la labor como antropólogo que Henao venía desarrollando en la Universidad y en la ciudad de Medellín, a través de investigaciones y reflexiones que permitían repensarse el concepto de familia y la cultura familiar en Antioquia.
“Para él era importante, a nivel cultural, que la familia fuera repensada y, sobre todo, los nuevos modelos de familia que estaban empezando. Ya había unos cambios fundamentales en ese tema. Igualmente, antes de su asesinato, él ya venía pensando en el rol que estaban jugando los hombres en la vida de la familia y en la vida social”, agrega Villegas.
Durante estos 20 años, la docente Villegas ha tratado de entender qué pudo haber ocasionado el asesinato de Henao. Los argumentos giran en torno a las últimas investigaciones que él venía realizando en el Urabá antioqueño sobre el fenómeno del desplazamiento en esa región. “Algunos afirman que parte de su asesinato tiene que ver con esa investigación, pero uno cuando lee los hallazgos de la misma no lo ve tan certeramente. Y cuando uno lee los comentarios que él hacía sobre la familia, no encuentra motivos para su muerte”, comenta Villegas.
Según las directivas universitarias, el asesinato de Henao dentro del campus “es el hecho de mayor gravedad que haya debido afrontar la institución, si se tiene en cuenta las características del mismo”, así lo dejó expresado el Consejo Académico, que reúne a decanos y directores de escuelas e institutos, en el acta 138 de 1999, correspondiente a la reunión extraordinaria citada por esa institución. Ese mismo organismo, en su comunicado 026 del 5 de mayo del mismo año, expresa su rechazo y condena esta acción violenta. También invita a la comunidad a manifestarse en la defensa de una universidad libre y sin violencia.
En septiembre del 2018 se realizó una audiencia de imputación de cargos contra el exjefe paramilitar extraditado Diego Murillo Bejarano, alias Don Berna, por los asesinatos de Eduardo Umaña y Hernán Henao. De acuerdo con fuentes de la Fiscalía, aún no se han definido las fechas de las audiencias de formulación de cargos sobre ese caso.
“Yo digo que en este país se han asesinado muchas personas [concluye Villegas] no tanto por lo que hacen, sino por el símbolo que pueden tener en una sociedad: alguien que tenga impacto por su formación, por las discusiones que dé, personas que sean bastante reconocidas y legítimas dentro de una sociedad. O sea, si se quiere crear un impacto también se busca a una persona que sea de esa perspectiva”.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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