En la madrugada del 30 de julio de 1989, en un bar del municipio de Bello, fueron asesinados a tiros los profesores Omar León Gómez Marín, de la Universidad de Antioquia, y Manuel José Zapata, del Colegio San Juan Eudes. De acuerdo con el profesor jubilado Arnoldo Ramírez, compañero y amigo de Omar León, ese día ambos profesores regresaban de dar una asesoría como parte del programa Universidad a Distancia de la Universidad de Antioquia, ofrecido en el municipio de Caucasia, y se encontraban tomando licor desde el principio de la noche en un bar cercano al barrio Las Cabañas.
Omar León Gómez fue docente de Lingüística y Literatura desde 1975, cuando ingresó a la Universidad de Antioquia como profesor vinculado. Antes había sido docente en la Normal Nacional de Varones y desde allí ejerció como líder sindical y gremial, primero entre los profesores de educación media y después en el ámbito universitario. Fue miembro de distintas organizaciones y sindicatos, entre ellos la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia (Asoprudea).
Junto a otros profesores, fundó el Círculo Lingüístico de Medellín, un grupo de estudio de lingüística que presidía en el momento de su muerte. El profesor de Lingüística y Semiótica Manuel Morales, compañero y amigo, estuvo con él en la fundación de ese círculo y destaca el liderazgo que Gómez desempeñó en todos los espacios a los que pertenecía y que, explica, lo llevaron a la muerte. Según recuerda, la Universidad estaba enfrentando las amenazas de los paramilitares, que se desataron tras el secuestro de Martha Nieves Ochoa, en 1981, y que derivaron en el asesinato de varios universitarios. “Nos tocó empezar a entrar por puertas diferentes, a caminar por otras partes. El profesor Omar no estaba en esas listas de amenazados, pero había sido líder y en ese tiempo mataron a mucha gente que lideraba movimientos. Los que vivimos en ese contexto sabemos que hubo seguimiento. Ser gremialista era un peligro en ese tiempo. Pensar ha sido peligroso en este país y lo sigue siendo”, dice Morales.
Ese año, en el desarrollo del VI Foro Nacional de Derechos Humanos en Bogotá, la Asociación de Institutores de Antioquia (Adida) denunció que hasta la fecha en que fueron asesinados Omar León Gómez y Manuel José Zapata eran once los profesores víctimas de homicidio que se contaban desde 1987, ocho más se encontraban exiliados en el exterior y al menos veinte habían tenido que salir de Medellín. La denuncia de la Asociación fue replicada en la edición de El Colombiano del primero de agosto de 1989, en la página 12D de la sección Seguridad.
En el comunicado 129 del primero de agosto de ese mismo año, la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia se pronunció para rechazar ambos asesinatos y denunció la negligencia de las autoridades para atenderlos: “Nos sentimos tremendamente indefensos. Palpamos la poca importancia que las autoridades legítimamente constituidas le dan a la vida. Para ellos parece más valioso terminar el metro de Medellín o, a nivel de gobierno central, el dirigir todas las baterías a la posibilidad de bajar un punto la inflación, pagar cumplidamente la deuda externa, etc. La vida vale poco para los violentos, pero la desgracia mayor es que parece valer menos que la inflación para las autoridades competentes”. El comunicado firmado por la Junta Directiva de la Asociación reposa en el archivo de la misma. Después del asesinato, el Círculo Lingüístico de Medellín instaló una placa en memoria del profesor Gómez Marín en el segundo piso del bloque 12 de la Universidad de Antioquia, en un acto simbólico.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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