La noche del 7 de diciembre de 1981 fue asesinado John Jairo Restrepo, estudiante de Economía de la Universidad de Antioquia, cuando se encontraba con su novia Beatriz Rivera y su amigo Alberto Turizo en una casa ubicada en San Javier, en el occidente de Medellín. Allí fueron emboscados por miembros del grupo paramilitar Muerte a Secuestradores (MAS). John Jairo y su amigo fueron asesinados esa noche. Beatriz logró escapar, pero dos años más tarde, el 6 de mayo de 1983, sería desaparecida en Medellín junto con Alfonso Betancur y Carlos Hurtado, militantes del M-19. Ver en esta línea de tiempo: Estudiante de Economía desaparecida
La economista Soledad Betancur, investigadora del Instituto Popular de Capacitación (IPC) y profesora de cátedra de la Universidad de Antioquia, recuerda que John Jairo ya estaba en la Universidad cuando ella empezó a estudiar en la Facultad de Economía, en 1979. Sus principales recuerdos sobre él los ubica en el corregimiento San Antonio de Prado de Medellín, donde ella ha vivido toda su vida. Soledad relata que allí, finalizando la década de los setenta, había una fuerte presencia del M-19, y John Jairo acompañaba esos procesos sociales. “Todo se expresó más como un movimiento social fuerte, porque todo el mundo estaba organizado, la gente estaba organizada por cuadras, los que habíamos salido del colegio teníamos asociación de egresados, había movimiento artístico”, relata.
Lilian Betancur, profesora jubilada, habitante de San Antonio de Prado y hermana de Soledad, lo recuerda como “un hombre totalmente luminoso, muy inteligente. Encontrarse con él era una fascinación. Nos encontrábamos alrededor de trabajos comunitarios. Si iban a desalojar a una familia o había luchas por el agua, ahí estaba él […]. Defendía la justicia, la dignidad, sus ideas eran muy transparentes, uno veía coherencia con la libertad, la justicia y los derechos”.
También el periodista y exalcalde de Medellín Alonso Salazar, en su libro No hubo fiesta, recuerda a John Jairo, sobre quien dice lo siguiente: “A John Jairo Restrepo lo había conocido a través de amigos de la Facultad de Economía. Su pelo rojo y sus pecas, como de irlandés, daban para que lo llamaran Mono Candelo o Llamarada. Se había iniciado en la militancia en círculos del EPL, pero en el M-19 encontró algo más parecido a lo que consideraba revolucionario. Sería el primero de los conocidos en morir, exactamente el día en que se debía graduar de economista. A su lado casi siempre estaba Alberto Turizo”. Salazar también afirma que el Mono Candelo hablaba con devoción de su comandante, Jaime Bateman, y que junto con Augusto Osorno y Luis Gabriel Bernal realizaba “operativos de recuperación económica en los que robaban camiones cargados con alimentos que repartían en zonas pobres”.
El asesinato de John Jairo, expone Salazar en su libro, estuvo relacionado con el secuestro de Martha Nieves Ochoa por parte del M-19, que tuvo lugar el 12 de noviembre de 1981. Martha Nieves estudiaba en la Facultad de Economía de la Universidad de Antioquia y era integrante de la familia Ochoa, a la que pertenecían narcotraficantes del cartel de Medellín que luego de ese secuestro crearon el grupo paramilitar MAS, con el propósito de rescatar a Martha. Finalmente, ella fue liberada en Armenia el 16 de febrero de 1982, después de que su familia pagó al grupo insurgente 1.2 millones de pesos. Según el libro de Salazar, John Jairo, Alberto Turizo y Elvencio Ruiz, comandante del M-19 en Antioquia, fueron los encargados de ese secuestro.
Acerca del secuestro, Soledad Betancur recuerda que en ese entonces se rumoraba que a Martha Nieves la tenían en una casa en San Antonio de Prado, por lo que “el MAS llegó a arrasar allá. Hubo allanamientos, el pueblo militarizado, el ejército, el DAS, eso era una cosa de terror. Y recuerdo que decían: desaparecieron a tal, se llevaron a tal, mataron a tal”, haciendo referencia a la cadena de persecución, las detenciones, las torturas y las desapariciones que desencadenó la búsqueda de la estudiante secuestrada.
En la Facultad de Economía la situación era similar. Martha Peña, quien trabaja en el Instituto Popular de Capacitación (IPC) y por entonces era estudiante de Economía, recuerda que la situación en la Facultad “fue muy delicada porque se impuso un ambiente de mucho miedo, de mucho terror. No había una lucha tan cívica, tan fácil, y con desapariciones y asesinatos encima pues hay mucho silenciamiento; fue un tiempo muy convulsionado de la Universidad”.
Con el asesinato de John Jairo, empezó también la desarticulación del movimiento social en San Antonio de Prado. Soledad y Lilian coinciden en que el MAS apareció cuando el movimiento comunitario en ese corregimiento estaba en su auge mayor, y en que la mayor pérdida fue la desintegración y el desvanecimiento de esas luchas sociales, debido a los asesinatos y las desapariciones. Las dos decidieron no ir al velorio de John Jairo porque, revela Lilian, “el rumor era que a todo el que estuviera relacionado con él lo podían matar”.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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