La sentencia del pasado 30 de enero, en la cual la CIDH condenó al estado colombiano por la comisión de graves violaciones a los derechos humanos contra los integrantes del partido Unión Patriótica es una valiosa oportunidad para repasar las luchas sociales por la memoria que se adelantan en Colombia desde hace décadas.
Este excombatiente de las Farc sabe dónde está el cuerpo de su hermano. Lo enterró hace veinte años en la vereda La Inmaculada de Alejandría, Antioquia, después de un combate entre esa guerrilla y paramilitares de las ACCU. Este es su testimonio.
La búsqueda de los desaparecidos demanda una imaginación y una creatividad que no tiene descanso, no solo hay que visibilizar, ante todo hay que movilizar, así que hay que crear incesantemente símbolos y metáforas que cuenten lo que viven, lo que hacen y lo que esperan las sobrevivientes, renovando las sensibilidades sociales para acompañar la búsqueda. Uno de esos símbolos es el Jardín de la Esperanza del CARE en San Carlos, Antioquia.
El Parque Monumento es una iniciativa de memoria de la Asociación de Familiares Víctimas de Trujillo que denuncia la masacre de Trujillo y dignifica a las víctimas mediante una pluralidad de espacios, lenguajes y expresiones. Allí, los osarios de vida y esperanza representan el trabajo de duelo hecho a mano con la memoria.
El Catatumbo, al noroccidente de Colombia, es una de las regiones más golpeadas por el conflicto armado. De hecho, lo único que muchos colombianos conocen de la región son las noticias sobre las violencias que allí se viven. Menos conocida es la historia de la Fundación Humedales Catatumbo.
El teatro les permitió encontrarse de frente con sus recuerdos, llevarlos a escena y cuestionar sus procesos de sanación. A eso se enfrentaron Elizabeth, Jaiber y Claudia, víctimas del conflicto armado en Quinchía, Risaralda, quienes participaron de una serie de talleres teatrales para representar sus historias.
“Black Lives Matter” (las vidas negras importan) empezó como un hashtag en redes sociales que se convirtió en un movimiento internacional de lucha contra el racismo, una protesta ciudadana contra la violencia racial que interpela la conciencia de la humanidad, mientras nosotros, que supimos de la ignominia de los “falsos positivos” hace más de una década, seguimos sin un hashtag y sin una ciudadanía movilizada que reconozca que todas las vidas importan.
En este episodio de Punta de Flecha conocemos la lucha y la defensa del territorio desde las voces de líderes campesinos que habitan en la región Orinoco Amazónica de Colombia, una zona en la que confluyen tres departamentos con áreas de reserva forestal.
Ese muerto, que aparenta dormir, era el celador de la escuela; un tipo gordo, un mono santuariano de dos metros de alto. El viejo calvito de gafitas sabe muy bien que no podrá levantarse desde ahí.
“Arte y sabrosura desde los territorios” es el lema de este festival que promueve la interacción y aborda los conflictos sociales, culturales, políticos y narrativos como una forma de reivindicar la memoria y descubrir en el otro una ruta para fortalecer la democracia.