En noviembre de 2020 fue lanzado en el Catatumbo, Norte de Santander, el periódico Pacificultor. La primera edición de este medio de comunicación abrió sus páginas con la editorial que compartimos a continuación, escrita por monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, exobispo de Tibú y actual arzobispo de Popayán.
Al ver la argolla, una mujer que observaba el trabajo de los forenses dijo: “Él es mi hijo. Aquí está”. La afirmación cortó el camino de las preguntas y convirtió al objeto encontrado en respuesta.
Los señalamientos y ataques verbales a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, ejemplifican la manera como en la sociedad colombiana se ha instalado un lenguaje injurioso que genera exclusiones y promueve odios.
En lo que respecta al tratamiento periodístico de las entrevistas con actores armados, los medios afrontan el dilema entre el derecho a la información y la condena social de la violencia. ¿Qué lecciones nos deja el posicionamiento público y la exposición mediática del jefe paramilitar Carlos Castaño?
Las bitácoras son un vigoroso dispositivo de comunicación entre las familias y las víctimas del conflicto armado en el Salón del Nunca Más de Granada, Antioquia. Actualizan el relato de memoria y lo nutren de nuevas experiencias.
«… No es fácil sentir que la época oscura de años pasados, cuando a todos nos estremecían las noticias de masacres, de nuevo hace presencia en este 2020 de alargada cuarentena, favorable para quienes imponen la ley de la fuerza y ante un Estado inepto para hacer aquello que le corresponde…»
El poder de la imagen para comunicar es continuamente referido con la frase “una imagen vale más que mil palabras”. La pregunta es: ¿cuáles son las repercusiones de la imagen en la construcción de la memoria colectiva del conflicto armado?
La oleada de ataques que sufrió en julio la Comisión de la Verdad en Colombia no fue espontánea. Hace parte de una estrategia de propaganda que empezó desde el inicio del proceso de paz y que se extiende a los mecanismos de justicia transicional del Acuerdo.
Los hechos del conflicto armado que los medios de comunicación deciden informar no siempre reflejan todas las responsabilidades de los actores armados, pues cuando se privilegian unos hechos sobre otros, se pueden invisibilizar algunas.
Asumiendo significados contradictorios, negacionistas o ambiguos, ambos discursos se instalan problemáticamente en el lenguaje cotidiano de la memoria del conflicto armado para cambiar, a favor de los responsables de la violencia, la forma como se nombra y se comprende el pasado.