La transición a la paz en la que se encuentra Colombia con la implementación de los acuerdos de La Habana y las negociaciones del Gobierno y el Eln, ha llevado a instituciones oficiales como el Ejército y la Policía a repensar su quehacer misional en un escenario de reconciliación. En este proceso la memoria histórica se ha convertido en un pilar de la transformación con la que ambas instituciones pretenden construir sus propias narraciones de lo que fue su participación en el conflicto y visibilizar y reivindicar a sus víctimas.

Por Natalia Maya
Fotografías: Grupo de Memoria Histórica del Ejército

Desde antes de que se instalara la mesa de negociaciones entre el Gobierno y las Farc en La Habana, el Ejército Nacional comenzó un proceso de transformación interno para responder a los retos de un nuevo país, específicamente en la construcción de paz. La creación de dependencias como el Comando de Transformación, el Comando Estratégico de Transición, el Centro de Análisis Estratégico Ejército del Futuro, el Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar y la Jefatura de Memoria Histórica del Comando General, materializa el camino de cambios que está transitando esta institución.

La Policía Nacional, por su parte, creó a comienzos de 2016 la Unidad Especial para la Edificación de la Paz, integrada por tres componentes: conocimiento del pasado, memoria histórica y víctimas, acciones policiales o de operaciones policiales e implementación de los acuerdos.

En ambos procesos de transformación la memoria histórica ha cobrado un papel relevante. Tanto el Ejército como la Policía se proponen contribuir al “rompecabezas de la verdad en Colombia” a partir de la revisión de sus archivos y de la recuperación de las voces de sus miembros, en especial de sus víctimas. La razón de ser de este propósito la encuentran en el actual escenario de posacuerdo, que hace más factibles para ellos las disposiciones de la Ley 1448 de 2011, Ley de Víctimas, especialmente de su artículo tercero parágrafo primero que estipula que los miembros de la Fuerza Pública también son víctimas y tienen derecho a las medidas de satisfacción y garantías de no repetición señaladas en esta ley.

Hacemos Memoria conversó con el Teniente Coronel Fernando Pantoja Cuéllar, Jefe del Área de Memoria Histórica y Víctimas de la Policía Nacional, y con Néstor Rincón, Sargento Mayor de Comando de la Reserva Activa e integrante del Grupo de Memoria Histórica de la Séptima División del Ejército, sobre los procesos de memoria que adelantan ambas instituciones.

La Fuerza Pública en los informes del Centro Nacional de Memoria Histórica y de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas
Después de publicados los informes ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad y los 12 ensayos de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, algunos sectores de la Fuerza Pública expresaron su inconformidad con los contenidos al no verse recogidos e incluso al sentirse “señalados como perpetradores” y no como víctimas del conflicto armado en el país.

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Frente a la inquietud de si esa fue la razón que motivó al Ejército y a la Policía a adelantar sus propios procesos de memoria histórica, tanto el Sargento Mayor Néstor Rincón como el Teniente Coronel Fernando Pantoja, coincidieron en señalar que las voces de ambas instituciones estaban ausentes en dichos informes, pero que la motivación principal de sus trabajos de memoria se encontraba en la necesidad de visibilizar y reivindicar a sus víctimas.

Con el ¡Basta ya! Colombia, afirma el Sargento Mayor Rincón, “faltó la voz de la Fuerza Pública, pero creo que el Centro Nacional de Memoria Histórica se dio cuenta y por eso para el informe de Medellín nos incluyó en dos grupos focales, entrevistas y recorridos, y desde entonces hemos estado trabajando de la mano con ellos”.

Para el Teniente Coronel Pantoja, “el ¡Basta ya! nació a partir de unas visiones exógenas de lo que sucedió en el conflicto armado colombiano, en algún momento nosotros le expresamos al Centro que los miembros de la Fuerza Pública, como elementos sustanciales y como la representatividad del Estado en diferentes territorios, fuimos partícipes del conflicto y en esa primera visión construida por ellos nosotros no nos sentimos vinculados al marco de investigaciones”.

Sin embargo, tanto el Ejército como la Policía se asesoraron del CNMH para iniciar y consolidar sus procesos de memoria, e incluso hoy son unos de sus principales aliados. Las publicaciones sobre los miembros de la Fuerza Pública afectados por minas y la preparación de dos libros, uno sobre el secuestro y otro sobre las tomas guerrilleras a las estaciones de Policía, son un ejemplo de ello.

¿Qué entienden por memoria histórica el Ejército y la Policía?
Desde 2014 las ocho divisiones del Ejército a nivel nacional instituyeron cada una sus grupos de memoria histórica y, en 2017, a raíz de la importancia que están tomando sus trabajos, instalaron la Jefatura de Memoria Histórica a nivel de las Fuerzas Militares.
Según el Sargento Mayor Rincón, “la Ley 1448 nos dice “ustedes tienen que hacer memoria y tienen también que visibilizar a sus víctimas”, entonces desde ahí partimos, desde esa necesidad de dejar plasmado y que se conozca qué fue lo que pasó, qué hizo la Fuerza Pública en este conflicto, cuál fue su intervención, cómo participó y cómo fue llamado a ser un actor más del conflicto. Para nosotros es claro que teníamos que cumplir con la Constitución, respaldar a la ciudadanía y al Estado y eso hicimos”.

Por su parte, el Teniente Coronel Fernando Pantoja enfatiza en que la memoria histórica tiene la misión de construir escenarios de paz: “nuestra memoria la estamos edificando en clave de esperanza, no queremos nada de revanchismos, estamos pensando en el futuro para que nuestros jóvenes y niños sepan lo que sucedió en el conflicto pero lo entiendan dentro de un marco transformacional de Colombia, a eso le estamos apostando”.

En ambos testimonios hay un reconocimiento de la existencia del conflicto armado entre el Estado y los grupos insurgentes, afirmación que algunos sectores más radicales de la Fuerza Pública se niegan todavía a aceptar. Sin embargo, el Teniente Coronel Pantoja introduce una aclaración: “en Colombia no solamente ha existido un conflicto sino múltiples conflictos y no se ha determinado todavía, con los diferentes estudios adelantados, cuál fue por ejemplo el origen del conflicto con las guerrillas, pero el reconocimiento del mismo lo hace directamente el Estado, no nosotros, que nos encargamos de la labor funcional de convivencia y de seguridad desde que fuimos creados, hace 126 años, en los que nos hemos convertido inclusive en la representación del Estado en los sitios más alejados del país”.

Las víctimas de la Fuerza Pública
En la Séptima División del Ejército el trabajo fuerte con las víctimas comenzó este año, debido a que el Grupo de Memoria Histórica estaba dedicado por completo a la construcción del contexto del conflicto armado en Antioquia, Córdoba y Chocó, departamentos de su jurisdicción. El Sargento Mayor Rincón señala que el proceso ha sido complejo porque son muy nuevos y se han encontrado con una dificultad que no dimensionaban: “la gran mayoría de víctimas de las Fuerzas Militares son retirados, pensionados y muchos no hacen parte del Registro Único de Víctimas. En 2015, cuando se hizo la campaña de inscripción, gran parte de nuestros soldados no sabían, al parecer no hubo una buena socialización, entonces estos hombres y mujeres que fueron afectados por el conflicto no son víctimas reconocidas por el Estado”.

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Esto ha implicado que el trabajo del Grupo esté dirigido a identificar y a ubicar primero a sus víctimas, a orientarlas luego en el proceso de registro y a visibilizarlas y a dignificarlas, que es lo que desde un principio se proponían. En Antioquia, Córdoba y Chocó estiman que hay entre 40 y 45 militares desaparecidos en combate, y a nivel nacional entre 150 y 170, pero este es un trabajo que no ha concluido todavía.

En paralelo, están desarrollando trabajos de memoria con los militares víctimas de secuestro y con los sobrevivientes o los familiares de las víctimas de las “retomas de poblaciones”. Según el Sargento Mayor Rincón, ese es un capítulo que falta por reconstruir, el de los “héroes de batalla”, como ellos los llaman. “Tenemos el hito de Dabeiba, ocurrido el 19 de agosto de 2000, cuando nuestros héroes llegaron en helicóptero a recuperar el territorio tomado por la guerrilla y sin terminar de aterrizar fueron atacados. En este hecho asesinaron a 54 militares y quedaron 10 sobrevivientes, con quienes pretendemos escribir un libro de crónicas y además construir un monumento que le rinda homenaje a la memoria de todas las víctimas”.

En la Policía el trabajo de identificación de sus víctimas está más avanzado. El Teniente Coronel Pantoja habla de 47.642 víctimas directas de la institución y de 120 desaparecidos que continúan buscando. Además de insistir en la dignificación de estos hombres y mujeres que “fueron afectados en servicio”, se preocupa por problematizar la clasificación entre víctimas y victimarios: “ese tema es muy complejo, a mí me podrían decir que todos los colombianos son tanto víctimas como victimarios por su intolerancia, por su indiferencia, “mientras a mí no me pase, todo está bien”, y lo que se ve en los centros urbanos es muy diferente a lo que se vive en lo rural, en la Colombia profunda, y en ese entendido todos somos culpables de este conflicto fratricida”.

Reconocimiento de responsabilidades
Cuando el Teniente Coronel Pantoja se refiere a que “todos somos culpables”, continúa expresando que lo que pretenden es dejar claro que “si hubo incidentes donde participó la Fuerza Pública que puedan ser catalogados como acciones en contra de los derechos humanos, se tendrá que responder, y ya muchos de ellos han sido investigados y los culpables se encuentran pagando sus condenas por esos hechos que cometieron de manera particular y que no involucran a toda la Fuerza Pública, eso hay que tenerlo muy claro”.
Otro punto en el que es enfático es que tanto la Policía Nacional como la Fuerza Pública en su conjunto responden a unas políticas de carácter estatal y de gobierno a las que siempre se han ceñido.

En esta misma vía, el Sargento Mayor Rincón argumenta que el Ejército tuvo que hacer parte del conflicto armado como un actor legal dentro del marco de la Constitución y que están dispuestos a reconocer que se cometieron errores pero introduciendo el mismo matiz mencionado por el Teniente Coronel Pantoja: “hubo personas que se salieron del marco constitucional y que deben ser castigadas, para eso está hoy la JEP y antiguamente la justicia ordinaria, estamos totalmente de acuerdo con que esos casos se deben esclarecer, pero teniendo en cuenta que fueron personas o grupos de personas las que se salieron del marco constitucional a hacer otras cosas, no las instituciones. De hecho ya hay algunas sentencias por los mal llamados falsos positivos, por paramilitarismo, o sea que no fue a nivel de institución porque no había una política, no hubo unas directrices ordenando que así se debían hacer las cosas y eso lo demuestran nuestros archivos”.

Fuerza públicaFotografía: Juan Camilo Castañeda. 

Participación en la Comisión de la Verdad y en la Jurisdicción Especial para la Paz
Manuel Alberto Alonso, investigador del informe Medellín: memorias de una guerra urbana, señala que el cambio de mentalidad en algunos sectores del Ejército y de la Policía es evidente, y que, en ese sentido, ambas instituciones están repensando seriamente su lugar en la sociedad del posconflicto. En su opinión, “más allá de que los informes o ejercicios de memoria de ambas instituciones resulten sesgados o parcializados, hay que concebirlos como una forma de darle un cierre mental a lo que fue su papel en la guerra. Además serán dos memorias institucionales importantes para comprender la naturaleza de lo que fue el conflicto, que nos permitirán saber cómo pensaban los militares y policías, cómo crearon y enfrentaron a sus enemigos, y cuando los encontremos como victimarios, entender por qué victimizaron a cierta gente, a ciertos territorios, por qué fueron condescendientes con los paramilitares en ciertos ámbitos, entre otros aspectos. Mientras más ejercicios de memoria se hagan en el país, será mejor en términos de reconciliación”.

En el actual escenario de implementación del Acuerdo de Paz logrado entre el Gobierno y las Farc, las memorias en construcción del Ejército y la Policía podrán jugar un papel relevante en instancias como la Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial para la Paz.

El Sargento Mayor Néstor Rincón tiene claro que la participación del Ejército será primordial en la CV y en la JEP, lo mismo que el acceso a sus archivos: “debemos trabajar en eso porque si nos llaman tendremos que acudir, tanto víctimas como miembros activos, miembros retirados, nos corresponde estar preparados para asistir, principalmente a las víctimas y a quienes fueron más afectados en el marco del conflicto”.

En la Policía también están dispuestos a comparecer ante estas instancias, según lo asegura el Teniente Coronel Fernando Pantoja: “como parte del Estado tenemos que aceptar y estar presentes en todos los nuevos escenarios del posconflicto, y la Policía, con su labor misional y constitucional y con su concepción de que le apostamos a un mejor país, ahí estaremos obviamente, de manera activa, de acuerdo a las necesidades y a los requerimientos de estos nuevos escenarios de justicia y de verdad, que esperamos sirvan para la construcción de nuevos horizontes para Colombia”.

Ejercicios de memoria
Ni el Ejército ni la Policía se proponen construir grandes informes de memoria histórica. Por ahora sus trabajos han consistido en promover y participar en diferentes iniciativas de memoria como foros, conversatorios y talleres, y en la publicación de libros y documentales en alianza con las universidades más reconocidas del país y con instituciones como el Centro Nacional de Memoria Histórica, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y el Museo Casa de la Memoria, entre otras, para que precisamente el sello de estas entidades valide sus construcciones de memoria y les otorgue mayor transparencia y rigurosidad y, en ese sentido, les permitan llegar a un público más amplio.

En su proceso de construcción de memoria la Policía ha publicado dos libros, El género del coraje, sobre mujeres al servicio de la institución, y En lo que Núñez no pensó, un texto que relata 216 historias de vida de campesinos de “la Colombia profunda”. Y el pasado 23 de noviembre inauguraron en Bogotá su primer monumento de dignificación y exaltación tanto a sus víctimas como a las más de ocho millones que ha dejado el conflicto armado en todo el país.

El Ejército, por su parte, ha concentrado su trabajo de memoria en la construcción por parte de cada una de sus ocho divisiones de los contextos particulares del conflicto armado a partir de sus archivos. A comienzos de 2017 publicaron una primera parte en el libro titulado Militares y Guerrilla, la memoria histórica del conflicto armado desde los archivos militares (1958 – 2016), en alianza con la Universidad del Rosario. Para 2018 esperan la publicación de los contextos de cada una de las divisiones y continuar con los trabajos de identificación y dignificación de sus víctimas.